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EL AÑO DE LA DECADENCIA

* Precarización de las condiciones en la atención médica a los pacientes oncológicos.

EL 31 de diciembre de 2020 es un fin de año distinto a los demás, no solo por la irrupción de la clásica ritualidad a la que tanto nos habíamos acostumbrado, sino porque la esperanza ha pasado de ser un deseo positivo para empezar un nuevo año, a ser una necesidad producto del temor a no sobrellevar la pandemia.


Los continuos altos y bajos que se han hecho evidentes, con la transición y modificación de la enfermedad y con ella de las relaciones sociales, es una muestra de la vulnerabilidad tan intrínseca a nuestra sociedad. La búsqueda del bienestar propio nos mantiene indiferentes, en la práctica, a las carencias y necesidades del prójimo, pues aun cuando nos hemos anclado al discurso de levantar a los hermanos en necesidad, llevarlo a las acciones resulta más complicado, debido a la realidad inmediata a la que cada uno nos enfrentamos.


A nivel gubernamental, estas complicaciones solo se han visto superficialmente subsanadas pues la búsqueda de establecer una nueva normalidad, ha provocado el descuido de sectores sociales que requieren ayuda emergente y cuyo descuido transitorio, por parte de las autoridades estatales se ha profundizado.


Una muestra de este descuido es la precarización de las condiciones en la atención médica a los pacientes oncológicos, que si bien no es un hecho reciente ni vinculado directamente con la pandemia, las transgresiones a su derecho a la salud pública y el acceso a medicamentos se han convertido en una brecha mucho más amplia, entre las personas con cáncer y la estabilidad que les permita mantener un tratamiento atención digna.


El poco sentido de responsabilidad social del Estado ecuatoriano se ve reflejado en la forma en que se distribuye el presupuesto gubernamental y como este se ha convertido en la directriz para la decadencia de las condiciones de vida, de su ciudadanía. Si bien los montos de dinero destinados para enfrentar al COVID-19 son considerables, la forma en que se han manejado, ha sido irresponsable puesto que ha favorecido a las elites económicas del país que han sacado provecho de la comercialización, a precios desmedidos, de los necesarios insumos médicos y medicamentos, mientras que en las bodegas y espacios de almacenaje de las áreas médicas se dejaba caducar medicamentos, que a muchos pacientes, no solo oncológicos sino que padecen enfermedades de alta gravedad y catastróficas, se les negaban y dado su elevado costo, se les dificultaba su adquisición. Razón por la que muchos tratamientos de quimioterapia y radioterapia se encuentran estancados o suspendidos, poniendo en riesgo la vida de las personas que padecen de cáncer y no cuentan con los medios para costear un tratamiento en un centro médico privado.

La muestra más grande de la decadencia gubernamental, política y social que atraviesa nuestro país se refleja en el acto encubierto por la llamada democracia,

La muestra más grande de la decadencia gubernamental, política y social que atraviesa nuestro país se refleja en el acto encubierto por la llamada democracia, que ha destinado alrededor de 134 millones de dólares para garantizar comicios electorales y sus respectivas campañas políticas, a expensas de un pueblo que reclama atención médica de calidad, medicamentos, servidores de la salud mal pagados, migrantes acogidos que ahora se encuentran en la indigencia y la demanda de mejora de condiciones laborales, puesto que la migración ha contribuido a generar subempleo y explotación laboral.


Definitivamente este 31 de diciembre, es distinto a los demás, es punto de cierre y de inicio de un año decadente que deja como secuela una sociedad en decadencia, que necesita fervientemente esperanza por un mejor mañana, pero más aún, necesita de autoridades y representantes públicos que ejerzan sus funciones con responsabilidad y no por el interés de unos cuantos.

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