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Inseguridad: Barranquilla en la encrucijada

Barranquilla es y será mi amada ciudad. La que me vio crecer, acogida por las sombras de árboles frondosos cuando el calor parecía ser agobiante, la que era solidaria, la que hacía prevalecer la camaradería entre vecinos, en la que nadie negaba un vaso con agua al sediento o un pan al hambriento…

Barranquilla es y será mi amada ciudad, porque desde niña aprendí a sentirme orgullosa de sus logros del pasado. En Barranquilla se inició el correo aéreo, fue pionera en la radio, en la aviación comercial, en fútbol, en cine, en un Carnaval que es fiesta de todos… En fin, nuestra ciudad contribuyó con el desarrollo de esos gigantes del arte y la literatura: Gabriel García Márquez, Álvaro Cepeda Samudio, Meira Delmar, Alejandro Obregón, ‘Figurita’, Norman Mejía...; del espectáculo: Sonia Osorio, Shakira, Sofía Vergara, Paulina Vega, Silvia Tcherassi…

En nuestra ciudad fluyeron y fluyen grandes empresas y se formaron sólidos capitales, algunos de los cuales tienen reinversión en responsabilidad social.No lo puedo negar. Pase lo que pase, ¡estoy orgullosa de mi ciudad! Pero, sí, hay un pero. Hoy no es igual que antes…

Parece perderse el espíritu que gestaba la responsabilidad colectiva que hacía de Barranquilla “el mejor vividero del mundo”.

Claro, la seguridad (o mejor, la inseguridad) afecta la relación de las personas en una urbe que prioriza la cultura del cemento por encima de valores que antes nos hacía grandes: tolerancia, respeto, inclusión, equidad, solidaridad.

Así que… sin dejar que amar a mi ciudad, sin dejar de reconocer sus aportes al desarrollo socio-económico y cultural del país, tenemos que aprender a ver lo que es la ciudad en el espejo de la realidad. No se trata de una realidad macondiana, fácil de disfrazar para que realice difíciles saltos (como las marimondas en cada Carnaval), o de vestirla como se vestía a las niñas y a los niños hace medio siglo cuando iban de la mano de sus padres a la misa del domingo. ¡Vestir a Barranquilla para que sus visitantes se encanten!

Las cifras de inseguridad son alarmantes1, pero más alarmante es el odio y el resentimiento que algunas personas inspiran desde las redes sociales. Porque las tasas de seguridad podrán mejorar con el paso de los días, pero el odio hace y hará un daño a mediano y largo plazo de lamentables proporciones. Con el odio se ejemplarizan antivalores: la desconfianza, el ajuste de cuentas, y el –al parecer- irrefrenable afán de causar daño a quien ha vulnerado los espacios de quienes han sido víctimas de delitos de gran impacto.

Existen formas más colaborativas y más dignificantes que hacer de la ‘Ley del Talión’ la carta de navegación ciudadana en la lucha contra todas las manifestaciones de inseguridad. Entre otras razones, porque a medida que la ciudadanía ejerza violencias contra los delincuentes, éstos se prevendrán y actuarán con más saña. Sabrán que una ciudadanía armada y sin control les colocará en el ‘filo de la navaja’. No. Esa no es la forma de enfrentar un fenómeno que tiene múltiples causas y demasiados matices.

Para enfrentar la inseguridad debemos adentrarnos en las causas. Las acciones para enfrentar las amenazas a las personas deben orientarse, en primer lugar, en la prevención. Sin embargo, es importante, no hay que olvidar que el fin primario del Estado es garantizar la supervivencia, la subsistencia y la dignidad de la población. Se busca –por medios legítimos y legales– que la ciudadanía pueda disfrutar con dignidad una vida libre de miedo y miseria.

Si hay personas que vivan en la pobreza absoluta, si hay personas que no tengan garantizados los derechos a la educación, a la alimentación, a la recreación, a la salud, difícilmente podremos hablar de seguridad humana, en el sentido que propone Naciones Unidas.

Enfrentar la inequidad demanda esfuerzos conjuntos de largo plazo, urgentes para que en el futuro sea eliminada la inseguridad del mapa social. La ONU plantea que al aplicar el concepto de seguridad humana se tengan en cuenta, entre otros, los siguientes factores: violencia urbana, reducción de la pobreza, inclusión social, inseguridad sanitaria… De acuerdo con el Dane2, apenas el 19 por ciento de la población de Barranquilla gozaba en 2014 de inclusión social y productiva.

Pero, para lo mediato, para enfrentar la inseguridad que hoy cabalga sin control por las calles de Barranquilla, se necesita que el aparato investigador y judicial sea fortalecido, para que la impunidad sea controlada, y por qué no, erradicada. La impunidad genera desconfianza en la eficacia de la justicia.

Sugiero establecer medidas que permitan conocer a cabalidad la realidad de lo que sucede. Por ejemplo: geo-referenciar los delitos (¿en qué barrios, calles, días y horas se registran? ¿Cuáles delitos? ¿Cuántas denuncias? ¿Edades, sexo y estrato socioeconómico de víctimas de delitos? ¿Edades, sexo y estrato socioeconómico de autores de delitos? ¿Procedencia de capturados y tiempo de residencia en la ciudad, en el barrio, en la cuadra?, ¿Causas de homicidios o feminicidos? ¿Cuántos agentes policiales prestan servicio por turno en cada barrio?, entre otros datos).

Esta información, una vez contextualizada y analizada, servirá para adoptar medidas dirigidas a prevenir y controlar eficientemente la delincuencia en los sitios donde se requieran acciones preventivas, correctivas y sancionatorias.La falta de conocimiento específico -respecto de qué y cómo suceden los hechos- genera errores de juicio, particularmente cuando se trata de enfrentar las causas subjetivas y objetivas de la inseguridad.

Y, por supuesto, urge empoderar a los agentes policiales, gestionar aumento del pie de fuerza, y ‘controlar’ a quiénes prestan el servicio y cómo lo hacen.

Promover la conciliación y los gestores de paz para frenar las desavenencias que propician problemas de convivencia e inseguridad.

Todo ello, para que Barranquilla vuelva a ser la ‘Puerta de Oro’ de Colombia. Y, tal vez, siga siendo la ciudad que recibía a todos con los brazos abiertos.

@Cpenavisbal

_______________ 1. Primero: lamento y cuestiono que la información presentada en ‘Barranquilla Cómo Vamos’ corresponda a 2015, y no a 2016, como si presentan la encuesta de calidad de vida y encuesta de percepción para Bogotá DC, Medellín, Pereira y Cartagena.

Segundo: de acuerdo con el Sistema Unificado de Información del Fondo de Seguridad Distrital, durante 2015 se registraron 630 homicidios, de los cuales el 46 por ciento fue propiciado por sicarios, y el 27 por ciento a consecuencia de riña, registrando una tasa de 34,96 homicidios por cada 100 mil habitantes. Los barrios en los que más homicidios se registraron fueron El Bosque (25), Rebolo (24), La Luz (21) y La Chinita (19). El 62 por ciento de las víctimas de homicidio tenían entre 18 y 34 años.

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* Carmen Peña Visbal, directora de CP, es periodista y abogada. Experta en Comunicaciones Estratégicas, especialista en Alta Gerencia y en Derecho Penal y Ciencias Forenses. Candidata a magister en Comunicación Política. Con postgrado en Defensa y Seguridad Nacional. .

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