En temas de política, uno de los hechos que recuerdo de mi niñez era la marcada rivalidad existente entre el PRI y el PAN. Parecían dos polos opuestos, irreconciliables, que generaban división, discusiones y peleas directas entre los adultos.
Yo sólo escuchaba y veía el desgaste que les generaba la imposibilidad de convencer a su contrario o la frustración por no encontrar las ofensas más gravosas que lograran silenciar a su oponente.
A veces me daban risa. En otras ocasiones me preguntaba que necesidad había de esos pleitos sin sentido. El desgaste de energía odiando a personas cercanas, por defender a otras que ni conocían.
Desde ahí crecí con aversión a esas ideas, de algo que ahora sé, debería de ser más noble o un poco menos maquiavélico y tergiversado.
Hoy, volteó a mi alrededor y descubro con sorpresa las alianzas incongruentes de esos enemigos acérrimos, que brincan desesperados de un partido a otro, en un afán de conservar el poder, obtener un cargo o no perder su trabajo. Han surgido oponentes que antes no existían, con nuevas estrategias de manipulación, que se construyeron a partir de las malas prácticas, migrantes de un lado y del otro.
Se les va la vida traicionando sus ideales por adoptar los de las masas.
Por lo demás, todo sigue igual. Una sociedad decadente. Pan y circo para el pueblo. Promesas que nunca se cumplen. Los mismos fósiles en oficinas gubernamentales. Máscaras, hipocresía, peleas, insultos. Ignorantes decidiendo el futuro de los demás. Gobernadores futbolistas, actrices sin estudio redactando leyes, empresarios y narcos movilizando los hilos de marionetas.
Se les va la vida traicionando sus ideales por adoptar los de las masas, niegan su esencia, revelan su falta de humanidad y todo por un poco de dinero o la falsa certeza de tener la razón.
Desde mi apatía, pienso que todos los que siguen esa forma de vida están cortados con la misma tijera. Lobos con piel de oveja que ocultan intenciones similares. En ellos no hay esperanza, ni bondad. Sólo ambición, intolerancia y a veces, un poco de gracia.
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