Desde pequeña escuché comentarios desagradables de Regina Betancourt de Liska 'Regina 11', vieja loca, bruja, desquiciada y yo solo veía una mujer grande, empoderada abriéndome caminos como mujer en la política. Entendí en ese momento que a la sociedad le molestaba terriblemente la diferencia, las mujeres autónomas y en especial las mujeres poderosas en todo sentido, económica, social y políticamente.
Regina es hermana de mi abuelita María, una mujer muy pequeña, mide aproximadamente 150 cms, menuda en su contextura, de voz poderosa y con palabras convincentes y llenas de una fuerza indescriptible. Solamente basta verla en un escenario con sus seguidores para entenderlo. Ella, muy dulcemente, me decía desde pequeña y aún lo hace, 'cucarrona' (es una de sus palabras de cariño) estás hecha para cosas grandes, estoy muy orgullosa de ti. Una mujer que salía en televisión rompiendo cheques, barriendo corbatas y repudiando a los machos patriarcales en la política, me decía que estaba hecha para cosas grandes. Eso me marcó la vida.
Regina fue una de las primeras mujeres que estuvo en la política en Colombia. Ostentó los cargos de concejala de Bogotá y Medellín, Representante a la Cámara, Senadora, candidata presidencial, Fue la tercera fuerza electoral para la presidencia. Sobra decir que fue quien eligió presidente ese año. Fue secuestrada, estuvo en la cárcel por hechos no comprobados, es viuda en dos ocasiones, sacó adelante a seis hijas de las cuales dos están muertas. Es una sobreviviente, es resiliente y, en especial, es una mujer de admirar. En Latinoamérica, fue la primera mujer que formó un partido político y hoy a sus 83 años sigue dictando cursos de saurología en el mundo entero y tiene tantos seguidores que no me tomé la tarea de hacer un estimado.
Mujer de amores y desamores, así es ella, una mujer como tantas otras que nos abrieron los caminos a las mujeres en el mundo, Regina inició un sendero vertiginoso en Colombia lleno de obstáculos para que mujeres como yo y como muchas otras pudieran acceder a cargos públicos, a que nos escucharan en el Congreso y en espacios políticos, a que nos respetaran nuestros pensamientos, así fueran tan diferentes a los que ellos pesaban que eran los correctos. Regina inició el camino que hoy muchas andamos con baches, piedras y obstáculos, pero que hubieran sido imposibles sin mujeres que como ella fueron pioneras en estos cambios estructurales.
Me siento orgullosa de ser sobrina de Regina 11, de tener linaje de bruja, de ser parte de un árbol genealógico de mujeres berracas y empoderadas. Por más Reginas 11 que abran el camino de otras mujeres maravillosas que vienen luchando por un cambio.
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