* Es la primera integrante de las Farc en pertenecer a la mesa directiva del Senado.
En el Congreso de la República existen personas clasistas, elitistas y odiosas, lo que no es secreto para nadie. Y hay otras que se caracterizan por su sencillez.
Yo laboraba en una oficina pequeña, localizada al lado de ‘Registro y control’, donde se posesionan quienes han sido designados en la planta del Senado, es decir, las personas que trabajan en las Unidades de Trabajo Legislativo de los senadores -UTL-. Muchas de ellas proceden de las regiones y se encuentran por primera vez en la gran ciudad capital.
Un día, en especial, había gran cantidad de gente, pero él de manera especial me llamó la atención por su paciencia y tolerancia a la indiferencia de los servidores públicos que debían posesionarlo. Desde temprano estaba en una esquina esperando, no salió a almorzar o a ‘tomar algo’, sin embargo, su sonrisa denotaba la felicidad de hacer parte de “algo tan importante”, como pertenecer al Honorable Senado de la República (luego entendería que, si era así, era algo extraordinario por ser la primera vez que su partido llegaba al Congreso). Tenía su cabello largo, su cuerpo delgado, muy humilde su mirada, su habla y su postura, y aun cuando hoy ‘se come el mundo entero’ es humilde, porque recuerda de dónde viene y para dónde va. Regino, así se llama esta belleza de ser humano. Lo invité a pasar a la oficina, le brindé un refrigerio que me habían traído y solicité a quienes debían posesionarlo que lo hicieran sin más dilaciones. Este es el inicio de la historia que, aunque parezca, no es sobre Regino.
A los dos días de este primer encuentro se instalaban las comisiones legales, una de ellas es la que yo coordino. Todos los secretarios, asesores y demás personas iban de un lado a otro, intentando que los reeligieran, intentando componendas políticas y buscando acuerdos de legislatura. De verdad, esos días son agotadores en el Congreso.
En el salón de la plenaria del Senado -un salón magnífico, alto, en mármol, con un vitral en el techo-, el Presidente de la corporación instalaba las comisiones legales. Mientras tanto, perdida en ese inmenso espacio, con tanta gente, mi mirada se topó con su mirada. A lo lejos, su sonrisa me iluminó el día. Vino hacia mi, corriendo, me tomó de la mano y me dijo que me presentaría a su Senadora. Me llevó hacia el espacio donde los grupos de oposición se sientan, lado izquierdo de ese inmenso salón. Ahí estaba ella.
Estaba de pie en el salón. Ella, una mujer menuda, de apariencia suave, un poco desaliñada pero ordenada en su contexto general, irradiaba una fuerza maravillosa. Su sonrisa me impactó. Era auténtica. Realmente no tenía idea de quién era, de dónde venía o cuál era su historia. Detrás de los anteojos que -a mi primera impresión no ‘concordaban’ con su cara o su contextura- estaban unos ojos que denotaban sorpresa, alegría y ganas de entender la locura en la que se había embarcado. ¡Que coincidencia! Ella sería senadora en la Comisión de Derechos Humanos que coordino.
"Es la primera integrante de las Farc en pertenecer a la mesa directiva del Senado. Hoy es la segunda vicepresidenta".
De ahí en adelante, Criselda Lobo, o Sandra Ramírez como le gusta que la llamen, ha sorprendido gratamente. Integrante del partido de la Rosa, ex comandante de las Farc-EP, miembro de la mesa de negociación con el Gobierno Nacional en los diálogos de La Habana. La gente la identifica como la compañera de Manuel Marulanda (es lo menos relevante en su historia, pero el imaginario colectivo pone a las mujeres siempre a la sombra de un hombre).
Mujer de origen campesino, enfermera de profesión. Actualmente senadora, comprometida con la paz, las comunidades, los jóvenes, las mujeres, las personas privadas de la libertad y la consolidación de los territorios. Conciliadora. Su carácter le permite hablar y llegar a puntos de acuerdo con distintos sectores.
A pesar de todo aquello que ha vivido y de su origen, es la primera integrante de las Farc en pertenecer a la mesa directiva del Senado. Hoy es la Segunda Vicepresidenta. Presidió una plenaria de la corporación sin contratiempos. Todos estos logros se deben a la fortaleza de su espíritu combativo y a su terquedad. Sigue creyendo en el cambio, en los procesos transformadores de realidades y en un pacto político sobre los puntos fundamentales que transformen a Colombia. Le queda un período en el Congreso y, espero que siga dándonos sorpresas.
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