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LIDERANDO CON LA MIRADA EN EL CIELO Y LOS PIES EN LA TIERRA

* Necesitamos una nueva generación de dirigentes que se conviertan en agentes de cambio.

“Solo cuando definimos lo que es más importante en nuestra vida podemos establecer las prioridades correctas y convertirnos en líderes íntegros”. Así define Bill George el proceso de liderar en su libro ‘Discover your True North’ (Descubra su verdadero norte).

Los líderes establecen un ejemplo para que sus seguidores vivan vidas íntegras. Pero, ahora más que nunca, vemos a personas exitosas que trabajan duro y alcanzan su máximo potencial en sus carreras profesionales, en detrimento de su vida familiar y social.

Cuando el ejemplo a seguir está salpicado por la duda que genera la corrupción campante –como es el caso de nuestros países— y la falta de ética, estamos dejando un legado que para nada motiva a nuestras generaciones emergentes. Y, al mismo tiempo, inspiramos a algunos a seguir un modelo viciado por el interés personal. Un modelo que propicia el dinero fácil dentro del entorno de una pirámide invertida de valores.

¿Qué podemos hacer, entonces, para inspirar una nueva generación de líderes que establezca sus prioridades en el bien común y en el bienestar general? ¿Cómo podemos generar una ola de cambio que fundamente su liderazgo en la generosidad y en la solidaridad? Podemos lograrlo solamente con un modelo de liderazgo firme en valores, y esto comienza desde la familia, desde la educación.

La cultura del dinero fácil, la cultura que tiene como máxima que el fin justifica los medios, no nos puede llevar a generar los cambios que necesita nuestra sociedad. Necesitamos una nueva generación de dirigentes que se conviertan en agentes de cambio. Pero no el cambio solo en el discurso, sino el cambio en los fundamentos y las acciones.

Cuando los líderes aprenden a mantenerse firmes, se convierten en una inspiración para sus seguidores. Como resultado, tener una vida de integridad ayudará a los líderes a ser más reflexivos y prácticos al tomar decisiones. De igual manera, hará organizaciones más saludables e impactará positivamente en el compromiso de sus seguidores.

Cuando los líderes aprenden a mantenerse firmes, se convierten en una inspiración para sus seguidores.

George afirma que una de las preguntas más frecuentes de los líderes es: ¿Es posible tener una gran carrera y, al mismo tiempo, tener una gran familia? Vivir una vida de integridad requiere tomar buenas decisiones. Los líderes necesitan conocer y vivir sus valores para tomar las decisiones correctas.

La escritora Brené Brown, en su obra ‘Dare to lead” (Atrévete a liderar), afirma: “Un valor es una forma de ser o creer que consideramos más importante”. Una persona que lidera debe tener claro lo que cree y lo que considera esencial. Todo lo que hacemos, intenciones, pensamientos, palabras y comportamientos tiene que alinearse con nuestras creencias.

Los líderes deben evitar que el trabajo domine la mayor parte de su tiempo para llevar una vida íntegra. Si pensamos que la realización personal gira en torno a nuestra profesión y lo que podemos lograr, nos estamos engañando a nosotros mismos. La vida es más que el éxito y reconocimiento en una carrera profesional. “Cuando descuidamos integrar las facetas de nuestra vida personal junto con el trabajo que estamos llamados a hacer, corremos el riesgo de descarrilarnos”, dice Brown.

Por lo tanto, los líderes deben priorizar pasar tiempo con sus familias, cuidar su salud, espiritualidad e introspección. “Mi liderazgo floreció cuando encontré congruencia entre mi trabajo, mi vida personal y la misión de la empresa”, explica George.

Un líder debe ser la misma persona en todos sus entornos, esto implica ser auténtico en el trabajo, transparente con su familia, leal con sus amigos y con la comunidad. “Desafortunadamente, las presiones de la sociedad y el trabajo a menudo hacen que nos comportemos de manera diferente en los diversos aspectos de la vida: laboral, familiar, social y espiritual”, agrega George. Como resultado de lo anterior, terminamos fragmentando nuestras vidas.

El compromiso, entonces, es con nosotros mismos, de manera que podamos actuar íntegramente en todos los ámbitos. Un líder así genera cambio, atrae e inspira a sus seguidores.

Los líderes necesitan tiempo para la introspección, para alimentar su vida espiritual y cuidar su salud física y mental. Es difícil evitar el estrés. Tenemos que aprender a afrontarlo practicando algún deporte o haciendo ejercicio regularmente. Como seres humanos espirituales, es importante reflexionar sobre cuestiones acerca de nuestra identidad y el propósito de vida.

Vivir una vida íntegra significa recordar de dónde venimos. Una buena práctica, de ser posible, es visitar el lugar donde pasamos nuestros primeros años de vida, o mantenernos en contacto con amigos de la infancia. Otra forma de mantenernos conectados a tierra es pasar tiempo con los menos afortunados para poder reconocer que hay riqueza en su pobreza.

Como cristianos, tenemos un ejemplo en la vida de Jesús. A través de las escrituras podemos observar las disciplinas que Jesús practicaba: tener tiempo a solas con el Padre, la vida de oración, la meditación de la Palabra y el compartir con su familia y amigos.

Durante sus años de popularidad en el ministerio, en su liderazgo, a Jesús lo seguían las multitudes, lo buscaban para que hiciera milagros, venían a él para escucharlo. Había mucha necesidad. Sin embargo, era claro que en su humanidad Jesús necesitaba recargar sus fuerzas en la única fuente, Dios Padre. En oración, Jesús se comunicaba con su Padre y expresaba sus necesidades y las necesidades de los demás.

La vida de Jesús nos enseña dependencia, nos lleva a reconocer nuestras limitaciones. La lectura y meditación de la Palabra le recordaba al maestro por excelencia, a Jesús, quién era y cuál era la misión que necesitaba realizar en la tierra. Muchas veces, por la influencia y presión social, dejamos que el sistema defina nuestro éxito y nuestro propósito en la vida.

Cuando nos acercamos a Dios y meditamos en su Palabra, él pone deseos y anhelos en nuestro corazón, le da propósito a nuestra vida. El líder íntegro, auténtico, comparte con su familia, con los amigos y se compromete con la comunidad, trabaja por las necesidades del que sufre, como lo hizo Jesús. Una vida integra en el liderazgo inspira y muestra a otros el camino a seguir. El verdadero líder enseña con el ejemplo, con la coherencia de vida.

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