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LA MINGA Y EL CAMINAR DE LA PALABRA

* Por una Colombia donde quepamos todos.

Desde hace más 18 años tengo el gran orgullo de acompañar el movimiento indígena de Colombia, en especial he sido afortunada de contar con el cariño y acogida del resguardo Nasa de la mayora Aida Quilcue, a quien, por demás, respeto y admiro por su entereza, resistencia y por ser una gran mujer que rompió los esquemas en su pueblo. Es por eso que quiero compartir desde mi perspectiva la MINGA que hoy está en Bogotá DC.


Al preguntarle a Kely, una joven Nasa el significado de la Minga, me contestó que “la MINGA es un ejercicio propio de los pueblos de organización de los trabajos comunitarios, de las mingas de pensamiento donde se discute y se construye conocimiento. Pero en la actualidad pasa a otro escenario más político-organizativo donde se congrega a pueblos indígenas y a sectores sociales para una lucha común”. Continúa explicando que se trata de un “acto de resistencia por la vida y el territorio”. En 2008 se realizó una minga que los indígenas llamaron de resistencia y la del 2020 la han denominado política, pero no se malentienda como política electoral.


Dentro de la MINGA hay organización social perfecta, aunque convergen muchos resguardos y organizaciones sociales. Es un espacio en el que todos tienen un rol importante que permite la estructura y orden necesario para vivir bien. Es decir, hay quienes se encargan de la comida, de la seguridad, de las normas, del transporte, de los jóvenes, de la música, etc. Cada grupo mencionado tiene autonomía y los comuneros acatan las normas de cada espacio. De igual manera, hay una representación de cada resguardo dentro del consejo que toma las decisiones que se discuten y se votan de manera democrática y participativa.


Este ‘caminar de la palabra’, como lo denominan los indígenas, nace por la falta de espacios de participación y discusión democrática con los pueblos indígenas. No se circunscribe a este Gobierno exclusivamente, hablamos de décadas sin ser escuchados, de ser minimizados y de ser exterminados. Es por esto que la MINGA se convierte en la vía de comunicación con las instancias de poder, con el Gobierno Nacional y con la sociedad, para poner dentro de discusiones nacionales su cosmovisión y sus necesidades, con impacto social, mediático y político. Para aclarar esta última, la política se manifiesta en este ejercicio como la capacidad de incorporar en las políticas públicas, en las leyes y en los actos propios del Estado una transversalidad de los pueblos originarios de Colombia, es decir, lograr que los indígenas sean reconocidos como sujetos políticos y sujetos de derechos.


Al tratar de deslegitimar a esta organización se repiten imaginarios colectivos. Se intenta opacar la gran labor que los pueblos tienen en la preservación de la tierra, el alimento, la fauna, la flora y la medicina ancestral. Ponen a los colombianos a repetir palabras racistas, convierten la discusión en un clasismo innecesario y las decisiones se toman desde el poder central, desde la comodidad de sus oficinas y la visión de sus privilegios, sin escuchar a los actores, ni haber entendido las necesidades de los indígenas, y, para ser más claros, de la ruralidad en el país. Ese que queda tan pero tan lejos...


Quiero llamar la atención de la sociedad para que entienda que lo que hoy viene en movilización es la falta de cumplimiento de acuerdos pactados en 2004, 2009 y 2014; así como la muerte sistemática de los líderes indígenas por parte de grupos al margen de la ley, la falta de interlocución con el Estado y, en especial, con el Gobierno. Hoy camina pacíficamente la palabra para lograr ser escuchados, llegar a consensos de forma pacífica y organizada.


Algún día entenderemos que ellos, los pueblos originarios, estaban aquí antes de la conquista; que las tierras eran de ellos, que teníamos civilizaciones organizadas, con una cosmogonía rica, y que a nombre del desarrollo no podemos seguir acabando con su sabiduría, sus lenguas y su riqueza. Deberíamos hacer una yuxtaposición de saberes y mejorar nuestra convivencia, por una Colombia donde quepamos todos.

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