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FAMILIOGRAMA

* Me di cuenta que era una tarea que no se debe evadir.

“En su estado actual, el hombre es un ser extraviado,

sin memoria de su origen y su destino,

pero posee los atributos necesarios para recordarse a sí mismo

y moldear su identidad definitivamente”.

René Rebetez


Tuve la oportunidad de asistir a una contención emocional, en donde el tema principal fue el análisis de las dinámicas familiares, a través de la elaboración de un familiograma o genograma. Una herramienta utilizada, principalmente, en las ciencias sociales y de la salud, para identificar de manera gráfica y con mayor facilidad, la estructura de una familia y las similitudes que existen entre una generación y otra.


Dentro de los puntos que más llamaron mi atención en esta actividad, se encuentran: a. las dificultades que enfrentamos la mayoría de los asistentes para elaborar nuestro familiograma, al desconocer los nombres completos de nuestros parientes consanguíneos en línea recta y colateral hasta el tercer o cuarto grado; b. la renuencia familiar que existe para revelar información que hasta cierto punto resulta incómoda; y, c. los factores característicos de cada familia, que están presentes y permanecen invisibilizados, hasta que un miembro valiente de la familia se da a la tarea de investigarlos y se atreve a afrontarlos.


Cuando la ponente nos pidió que compartiéramos las observaciones de nuestro proceso creativo, hablé sobre las llamadas que tuve que realizar para reunir la información, la renuencia subconsciente que enfrenté para comenzar a arrastrar el lápiz y de la tristeza que enfrenté, al recordar las historias trágicas por las que, según testimonios, transitaron algunos miembros de la familia (a pesar de no haberlos conocido). También, externé mi sorpresa por la curiosidad que caracteriza a las personas para conocer el origen del universo y la evolución del ser humano, sin comenzar por lo que pareciera ser más simple: conocer nuestra propia historia y la de nuestra familia.


Expliqué el sentimiento de vergüenza que experimenté al ver materializado mi trabajo final y pensar que, tal vez, tendría que explicarlo frente al grupo, porque en toda familia, por muy cercana que se encuentre a la perfección, existen historias consideradas como secretas y no se oculta, precisamente, lo que representa un orgullo.


¡Y así ocurrió! Cuando llegó mi turno, pasé al frente, desplegué mi obra y comencé la explicación. Pero contrario a mis expectativas, conforme avanzaba, experimenté más emociones positivas que negativas. Tal vez, porque me di cuenta que era una tarea que no se debe evadir y sí la estaba llevando a cabo, es porque tenía el valor suficiente para afrontarla. A lo mejor, porque me sentí comprendido y coincidí con un grupo que, lejos de emitir juicios, escuchó con paciencia y manifestó empatía.

¿Quién considera que es el responsable de rescatar la memoria histórica de su familia?

Tal vez, fue el perfil de la convocatoria o una simple coincidencia, pero en ese lugar, nos encontrábamos reunidos personas que compartíamos demasiadas características: asumimos una responsabilidad social para cuidar de otros individuos y familias, fungimos como la principal red de apoyo para quienes nos rodean, demostramos día con día una vocación de ayuda para los demás; podríamos ser considerados como rebeldes, diferentes, desafiantes, incomodos y hasta excluidos, pero en ese momento, éramos los responsables de rescatar una memoria generacional y de buscar estrategias para sanar heridas genéticas, por lo menos, a nivel individual.


A través de este ejercicio es posible identificar las enfermedades que predominan en la familia, sean cardiacas, respiratorias o mentales, la predisposición al suicidio, el riesgo de alcoholismo o drogadicción, la existencia de abortos o muertes prematuras, el patrón de educación machista, el temor al compromiso, la razón por la que se valoran tanto los sentimientos de fidelidad o lealtad, las ataduras del materialismo, etc.


También nos permite clasificar el nivel o intensidad de nuestras relaciones familiares y, probablemente, nos ayudará a entender las razones por la que determinada persona se comporta como lo hace o disminuyan nuestras culpas por los sentimientos que experimentamos o la distancia que hemos interpuesto, hacía algún miembro de la familia.


Después de compartir esta experiencia, no me resta más que preguntar al lector: ¿Quién considera que es el responsable de rescatar la memoria histórica de su familia? ¿Conoce los dos apellidos de su bisabuelo paterno? ¿De qué murieron sus abuelos? Cuándo alguien decida elaborar un familiograma ¿habrá a quién consultarle los datos, detalles o secretos que su generación desconoce? ¿De qué enfermedad o factor negativo debe cuidarse? ¿Por qué la tía materna permanece tan alejada? ¿Por qué existe choque en su relación con el primo? ¿Qué está dispuesto a hacer para romper los patrones generacionales? Yo por ejemplo, ¡el lunes iré a terapia!

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