* El cinismo salta en toda su expresión.
Una de las frases que más resuena en nuestro país, cada vez que se acercan unas elecciones, es la de que este país no tiene memoria histórica. Escribo esta columna para refutar esa tesis.
La revista Semana en su reciente edición, expone en portada la figura lánguida de un personaje que simboliza, en el parecer de muchos colombianos, la representación pura del mal gobierno, de la desidia y la desconexión de un gobernante con la realidad del país. Tal como Luis XVI y María Antonieta. Cabe recordar el funesto periodo de 1998 a 2002 cuando Andrés Pastrana Arango regentó los destinos de Colombia. El período del Caguán, de los cuatro meses y 16 días que estuvo viajando fuera del país con sus extensas comitivas (las del presidente Duque no son novedosas), tiempos en los que se registró con agudeza una persistente escalada terrorista en el país, se registraron las pescas milagrosas, los secuestros de militares y civiles, una recesión económica, los escándalos de Reficar, la quiebra de varios bancos, y un sinfín de hechos poco agradables de recordar.
Si, sobre ese siniestro personaje, la revista Semana dedica su portada y una extensa entrevista. En su letrero lanza la duda: ¿Fraude en las elecciones Presidenciales? Y es ahí, cuando me llama la atención pensar que el cinismo salta en toda su expresión. Vale recordar los hechos del 19 de abril de 1970, cuando el señor Misael Pastrana Borrero (padre de Andrés) resulta elegido en la más y no la única controversial elección presidencial de la que se tenga memoria. Tal como un reinado fraudulento de los años noventa, fallaron los equipos de la Registraduría, se desconectó misteriosamente el fluido eléctrico, y de Nariño -departamento remoto e igual de olvidado que el Chocó- llegaron unos listados de electores con cinco veces más votos que el total de su población. Con mandada a acostar temprano y un toque de queda por parte del coautor del fraude, Carlos Lleras Restrepo, resulta ser elegido misteriosamente el Misael Pastrana Borrero, que sin pudor alguno y su mueca de risa se posesiona el siete de agosto de 1970, siendo no menos fútil que su hijo en el ejercicio del primer cargo del país.
Cincuenta y dos años después de ese episodio, como Cardenal investido de los más altos poderes morales, Andrés Pastrana Arango rinde una entrevista exigiendo explicaciones y aludiendo su bagaje como Observador Internacional de elecciones en América (‘El ratón cuidando el queso’), para soltar, entre el público lector, la duda que se cierne sobre los comicios electorales de los meses de mayo y junio, en caso de existir segunda vuelta.
Lo que llama la atención, en esta oportunidad, y valga el espacio para recordar también que esta semana se conmemoró el día del periodista, nunca antes un medio de comunicación, tan abiertamente plegado al sistema, como la revista Semana, ha demostrado su preferencia e inclinación por las tesis conservadoras como lo ha hecho en esta oportunidad, pero el efecto contrario ha sido devastador. En su propósito de deslegitimar al candidato de izquierda y de tratar de atajar su camino (por ahora solo en las encuestas), de llegar a la Casa de Nariño, lo que ha logrado esa prensa descaradamente parcial es lograr que Gustavo Petro tenga que invertir menos en publicidad, gracias a la campaña publicitaria que le está haciendo la revista Semana.
No he podido leer una sola propuesta en esa revista de candidato alguno o de cacique investido de moral como lo hace Pastrana, de ninguna de las necesidades reales que tiene el país. No se habla en los debates sino de ataques personales, pero no se abordan los temas que interesan y preocupan a la ciudadanía: la migración de venezolanos, haitianos y hasta de africanos, la reactivación económica en el país, los temas de salud pública, educación, vivienda digna (Dosquebradas nos lo recuerda insistentemente), conexión tecnológica (esa debe esperar porque nos ‘abudinearon’), el tema del agua, de las energías limpias, la deforestación, la minería legal e ilegal que está acabando con páramos y fuentes hídricas, la participación de Colombia en los organismos multilaterales, transporte, modernización de nuestras ciudades, el mirar con rostro humano al campo. La niñez, la mujer y la juventud son temas ausentes de la agenda electoral.
Causa tristeza de Patria pensar que toda nuestra evolución política en cien años es haber pasado de ser Liberales y Conservadores a ser Uribistas o Antiuribistas, y que ahora, el hijo de un fraude nos advierta sobre un posible fraude. Y causa aún más extrañeza cuando Pastrana, que dice ir a misa tres veces los domingos y dos entre semana (otra mentira que no se la cree ni él) no se haya ni siquiera guardado reservas sobre el papel del Papa Francisco en el tema electoral, del cual en los mentideros han dicho que es comunista, pero que él, allá en Roma, con tantos problemas de gobernanza que tiene la Iglesia, hoy ya no sabe si el que fue a visitarlo fue Gustavo Petro, Boric o alguno de los jugadores de su equipo del alma en Argentina, y como no hubo registro fotográfico, posiblemente ninguno de los cardenales romanos casi todos con Alzhéimer, recuerden la semana entrante al igual que su jefe, quien fue el que armó revuelo en esta ‘Patria Boba’ con una visita informal al Vaticano.
P.D.: “Que el Presidente Duque no resulte siendo recordado en un futuro como un buen gobernante, por las malas decisiones que tome el país en la próxima elección…”
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