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EL CAMBIO QUE NO FUE…

* Otra decepción y un retroceso en gobernabilidad.

La llegada del Dr. Gustavo Francisco Petro Urrego a la Presidencia de la República, significó para una inmensa mayoría una ventana de esperanza para que el líder en el que depositaron mucha confianza pudiera desarrollar un programa, en el que se vieran reflejadas las causas de los irredentos de tantos años.


Muchas esperanzas de quienes, por generaciones, esperaron el momento para sentirse parte de un gobierno de UNIDAD NACIONAL y con unos claros propósitos de luchar contra la desigualdad y lograr la paz total. Estos momentos de fervor en la patria se han vivido en varias oportunidades, pero lamentablemente esos anhelos de progreso y paz una y otra vez se vieron frustrados.


América Latina, un ejemplo de resistencia

No es la primera vez que quienes han estado alzados en armas contra el Estado lleguen al poder por medio del sistema democrático. Ya Nicaragua, El Salvador y Guatemala -en la década de los 90- hicieron lo mismo que Colombia: apostar a participar en unas elecciones presidenciales, las del 2022, con un giro extremo en su tradición electoral. Pero, a diferencia de los países centroamericanos, en Colombia se rompió una tradición hegemónica de doscientos años. No era una tarea fácil. Desde 1970 algunos partidos alternativos optar por tratar de llegar al poder para fortalecer el espectro democrático, Sin embargo, no fue fácil que los ciudadanos mayores de 40 años pudiesen apostar por un cambio radical al elegir a un personaje, que, en el pasado ya distante, había militado en un grupo subversivo. Eso sí, hay que afirmarlo categóricamente, desde marzo de 1990 -cuando el M-19 firmó el primer acuerdo de paz efectivo- sus integrantes actuaron siempre bajo las reglas de esa democracia participativa a la que se sometieron cuando firmaron la paz.


Hay que resaltar que las elecciones de 2022 dejaron ese mensaje. El país voto por un modelo de cambio, porque los dos candidatos que disputaron la recta final en segunda vuelta, recogieron ese sentimiento popular que clamaba por un cambio.


Sin embargo, no deja de sorprendernos que, al instalarse el nuevo gobierno, el desencanto empezó a cundir. Primero por quienes apoyaron fervorosamente el proyecto del cambio. Los constantes desaciertos del Gobierno en el manejo de las comunicaciones, la falta de experiencia en el gobierno macro, y pasar de ser oposición a ser Gobierno, demostró que no se prepararon para gobernar. Siguieron en el mismo discurso ambiguo e ineficaz de una oposición sin sentido. No han primado los intereses nacionales por encima de los personalismos. Tal vez, el primer gran error del Presidente -que en una intención de querer gobernar con una coalición amplia- fue llamar a trabajar a personajes que NUNCA participaron de su proyecto político. Ese fue el primer desencanto de quienes se consideraban alfiles de ‘primera línea’.

Sin legitimidad alguna para gobernar, con la improvisación y el abuso desde el poder como generador de crisis mas profundas y con la esperanza rota por el cambio que esta vez tampoco fue.

En ese momento, muchos consideraron que se había empezado mal. Y es que llamar al equipo de Gobierno a personajes como Roy Barreras, Alfonso Prada y, en especial, a Armando Benedetti, que representan y encarnan todo lo contrario a los principios que regían hasta ese momento la propuesta de la COLOMBIA HUMANA, que llevándola a un plano más comprensible quisieron estatificar como ‘PACTO HISTÓRICO’. Ello produjo -desde sus alianzas- mucha desconfianza desde adentro y, por supuesto, en los opositores de esa opción representada en Gustavo Petro y su proyecto político.


Y fue precisamente en ese error en el que se enredó el nuevo gobierno, el cual le está causando las mayores dificultades. No podía ser de otra manera ya que Gustavo Petro fue senador en dos períodos y representante a la Cámara en dos oportunidades, es decir, tuvo el tiempo suficiente para conocer el temperamento y modus vivendi del señor Armando Benedetti, quien, por ejemplo, en el lapso desde el 2002 al 2022 cambió de partido en cuatro oportunidades. Llegó a la Cámara de Representantes por el Partido Liberal, llegó al senado por Cambio Radical, se hizo nuevamente senador por el Partido de La U, y saltó a la alianza del Pacto histórico en 2021 para acompañar la campaña de Gustavo Petro a la Presidencia de la República.


Hay que ver y admitir la gran capacidad de malabarismo político y gran asertividad del señor Benedetti para rodearse del poder de turno, pero, un personaje de esas habilidades no es de fiar, y no se podía confiar en él, menos cuando su vida personal -llena de muchas indisciplinas y resabios- lo hacen menos competente para ocupar un círculo cercano de poder. Es precisamente ese cálculo político lo que se le critica al Presidente, porque un hombre que lleva 32 años en la vida democrática batiéndose en elecciones, no puede fallar en esta clase de cálculos.


Ahora, el país vuelve a repetir la historia de 1994. Un Gobierno sembrado con la duda de la ilegitimidad, con la duda de la transparencia contaminada y una duda sobre la gobernabilidad que puede tener el Ejecutivo en pleno año electoral, cuando quienes buscan un escaño en las próximas elecciones corporativas, no estarán precisamente defendiendo la labor de un mandatario con el 26 por ciento de aceptación popular. No hay que olvidar que hasta para eso sirven las encuestas, para hacer más azarosas las crisis políticas. No es cualquier crisis, ya que el CAMBIO QUE NO FUE está cometiendo errores más sensibles de los que le señalaban a los pasados gobiernos. Una desidia por parte de los altos funcionarios del Estado, que repercute directamente en el malestar general; una Vicepresidenta cargada de resentimientos cobrados ahora con abusos en el manejo de los recursos del Estado, a pesar de que la situación social y económica del país y del mundo llaman a la austeridad. Una distancia que se ha marcado con los sectores populares, a los que decían representar.


No serán las señoras de la calle 86 de Bogotá las que saldrán esta vez a la calle con cacerolas a tumbar al Gobierno, serán los mismos ‘NADIES’ a los que rotularon así para atraerlos a las urnas, pero que hoy ven frustradas sus aspiraciones y cobrarán esa profunda distancia en la que se les ha puesto. Por ahora, hay que estar preparados para los meses de turbulencia que se avecinan. Sin legitimidad alguna para gobernar, con la improvisación y el abuso desde el poder como generador de crisis mas profundas y con la esperanza rota por el cambio que esta vez tampoco fue.


P.D.: El cinco de junio fue el Día Mundial del Ambiente y el Desarrollo Sostenible. Vale la pena meditar en las recomendaciones de la ONU sobre la erradicación del uso del plástico. El mar, los ríos y los campos no aguantan un plástico no degradable más. Hagamos conciencia respecto a esta recomendación.

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