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EL BULLYING INVISIBLE…

* Acoso sistemático realizado por docentes.

Soy una mujer fuerte criando una hija muy fuerte, y nunca creí que me pasara a mí. Sin embargo, este año ha sido un calvario por culpa de un maestro de la institución educativa donde estudia mi hija. Es importante advertir que mi hija es una de las mejores estudiantes en un colegio donde el nivel académico es muy alto. Su promedio es de 48 sobre 50 y calificada con inglés Cambridge meritorio, siendo la única en su clase con este honor. Es decir, puedo hablar desde mis privilegios y no desde mis necesidades.


Desde el principio del año, Luis Felipe Hernández Villamizar, profesor de primaria, egresado de universidad pública, según su currículo magister en pedagogía, inició un proceso de persecución en contra de mi hija, mucho de ello porque se destacaba en clases, pedía la palabra, respondía las preguntas oportuna y acertadamente. Inició por decir que no le daba la palabra porque sabía mucho, hasta terminar con que ella, mi hija de 11 años, no podía llamarlo por su nombre de pila, aunque el resto de alumnos lo hacía.


Intentó –sin triunfo– a partir de su superioridad de edad, jerárquica y de manejo de notas, doblegar a mi hija en todos los sentidos. Por ejemplo, trabajos en grupo de seis personas los hizo sola y mucho mejor que los otros niños y niñas del salón, y sin embargo la calificó por debajo de lo que merecía, intentando dañar su autoestima. Intentó, sin éxito, dañar su nota y lo más grave, fue que, a pesar de todas mis denuncias a la institución, no se llevó a cabo ninguna acción que permitiera mejorar la situación. Es más, sin explicación alguna, a pesar de haber pedido segundo calificador, la postura absurda e inexplicable por la cantidad de pruebas, fue proteger de manera incoherente –existen evidencias– al docente en lugar de exaltar el cambio para minimizar el acoso por parte del profesor a la menor y activar el acceso a la ruta la Ruta de Atención Integral, prevista en la ley 1620 del 2013, caso que no es aislado en la institución, pero sí es el más relevante.

Luís Felipe Hernández Villamizar, profesor de primaria, (...) inició un proceso de persecución en contra de mi hija, mucho de ello porque se destacaba en clases, pedía la palabra, respondía las preguntas oportuna y acertadamente.

Hasta que un día, sin previo aviso, el docente, a pesar de haber sido denunciado en reiteradas ocasiones por mí como mamá, cita a la niña de 11 años sola, causándole una crisis sicológica y física. Cuando regreso del trabajo a la casa, encontré a mi hija estaba en un colapso nervioso, llorando sin poder parar y gritando por la agresión sufrida.

Desde hace más de 10 años, las altas cortes y el Congreso entendieron que el tema debía ser abordado, lastimosamente luego de varios niños muertos por suicidios, a causa de este tipo de situaciones de acoso que se tornan sutiles, pero que hacen mucho daño. Esta situación se les imputa generalmente a sus pares, es decir a alumnos del mismo nivel de la víctima, pero también se produce por profesores. En la mayoría de los casos la familia de la víctima, para evitar problemas, la traslada de colegio y no queda el registro en las estadísticas de acoso escolar. Pero, de igual manera existe y se define como “el maltrato psicológico ejercido por profesores en contra de los alumnos, ya sea directamente o por omisión. En esto último los profesores y las autoridades que son testigos pasivos y que se ‘hacen de la vista gorda’, a pesar de saber que los hechos violentos están sucediendo o han sucedido”, es decir, el acoso se produce por un maestro acosador y por quienes hacen caso omiso de la situación, que generalmente es la institución. Para el caso del docente es un maltrato activo y por parte de la institución uno pasivo.


Además, “el acoso docente es una expresión más de maltrato psicológico que, a la vez, es una forma de violencia debido a su intencionalidad de hacer daño al blanco al que se le dirige”, siempre los niños, niñas y adolescentes están en situación de subordinación y de opresión.


Hoy, mi hija cuenta con una mamá que le cree, que tiene la fuerza de apoyarla y luchar por ella, pero son muchos niños, niñas y adolescentes que sufren de este tipo de acoso, que sufren tristeza, que pueden caer en depresión y, que en casos muy importantes pueden llegar al suicidio por culpa de un docente indolente, que no debería ejercer la profesión, que les falta carácter para asumir que su abuso de superioridad afecta la salud mental y física de los alumnos. Recuerden que estos actos son sutiles, reiterados y sistemáticos.


Hoy les pido a los niños y niñas que griten de ser necesario, a los padres y madres que les crean a sus hijos e hijas, que estén atentos a cambios en su comportamiento con relación al colegio; a las instituciones les pido que hagan lo necesario para proteger a los niños, niñas y adolescentes, ellos solo nos tienen a nosotros y están en estado de vulnerabilidad y desventaja. Evitemos depresiones en niños, niñas y adolescentes que deben vivir felices en esta etapa, pues ya vendrán otras durante las cuales puedan preocuparse y, en especial, ayudemos a prevenir los suicidios por este acto atroz, que se ha llamado matoneo o bullying.


Hagamos lo necesario para protegerlos de la institucionalidad irracional, del sistema permisivo, de docentes inconsecuentes… Les prometo que los niños y niñas valen la pena.

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