* Es necesario escribir con un propósito.
Me apasiona escribir, pero algunas veces me cuesta hacerlo. Las ideas fluyen apretujadas en mi mente. Los verbos saltan como buscando un lugar donde encajar y los adjetivos me acosan. ¿Qué escribir? ¿Por qué escribir? Esa es la cuestión. Es necesario escribir con un propósito.
Escribo para el lector que espera leer ávidamente mis artículos. Escribo para aquellos que esperan una palabra, una frase que les aliente, les dé esperanza. Escribo para los que esperan luz verde para tomar decisiones. Escribo para el que está triste y también para el que rebosa de felicidad.
¿Para quién más escribo? Bueno, la verdad también escribo para quien me critica constructivamente. Escribo para quien le pone peros a todo, pero no propone nada. Escribo para el de doble moral, el que señala a los demás pero su propia vida es un desastre.
Y escribo para aportar un granito de arena. Porque, aunque mis intensiones se estrellen muchas veces en la tinta y el papel, a alguien le sirve lo que escribo. A mí mismo, como ejercicio de reflexión, me ayuda a ver las cosas desde diferentes ángulos.
¿Por qué no escribir? Son más las ventajas que las desventajas. Cuando escribes no eres exactamente un Quijote luchando contra molinos de viento, aunque a veces pareciera eso. Pero no, no lo es. Alguien sale bendecido con lo que escribes. Alguien encuentra respuesta. Alguien ve luz al final del túnel. Alguien deja escapar una sonrisa de esperanza en medio de un mundo desbocado hacia el sinsabor de la nada.
No quiero escribir por escribir, quiero hacerlo con un propósito. Hoy día tenemos muchos especialistas que hablan de todo y al final no dicen nada. Tenemos teólogos sin Dios. Tenemos escritores sin vocación. Y tenemos mercaderes de la fe que manipulan y venden ilusiones.
Es cierto que los días son malos, como dice la Biblia, pero con Dios, con Jesucristo de nuestro lado, tenemos esperanza. Con el Hijo de Dios hay camino y hay destino. Él es el camino, el único camino. Jesucristo es la verdad en medio de tanta confusión. Y Él es la vida en medio de una cultura de la muerte.
Escribo porque a pesar de todas nuestras luchas y desánimos sé que Dios nos ama y tiene un plan para nosotros. Y la verdad es que a veces tantas cosas parecieran mostrar lo contrario. Los indicadores del día a día producen inseguridad, inestabilidad. Las noticias y los pronósticos llegan como un chorro de agua fría que apaga la fe.
Pero la verdad es que Dios está con nosotros. Aférrate a Él con todas las fuerzas de tu corazón. No dejes que los vientos circunstanciales cambien el rumbo de tu nave. Permite que Jesucristo sea el capitán. Y cuando ya no puedas, cuando sientas desfallecer, abandónate en sus brazos. La Biblia dice: “Echando toda nuestra ansiedad sobre Él”. ¿Por qué poner nuestra ansiedad sobre Él? El mismo texto bíblico responde: “Porque Él tiene cuidado de nosotros”. (1 Pedro 5:7).
Escribo porque a pesar de todas nuestras luchas y desánimos sé que Dios nos ama y tiene un plan para nosotros.
Por eso escribo, porque sé que hay un mensaje que es verdad. Un mensaje inerrante y poderoso para cambiar la vida del lector. Y porque sé que, aunque el mensajero falle, el dueño del mensaje –que es Dios—nunca se equivoca. Esa es la razón por la que la Biblia dice que la Palabra de Dios es viva y eficaz.
Escribo porque Dios puede traer consuelo a tu alma a través de estas líneas. Él puede traer paz a tu corazón, esa paz sobrenatural que sobrepasa nuestro entendimiento. Él y solo Él puede darle sentido a tu vida. No lo olvides, la dirección determina tu destino.
Así que, aunque a veces me cueste escribir, aunque las ideas surjan apretujadas en mi mente, los verbos busquen espacio para actuar y los adjetivos me intimiden, escribo porque hay un mensaje que debe ser transmitido, un mensaje de esperanza para el lector. Me comprometo a seguir escribiendo, aunque a veces parezca no tener sentido.
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