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ANIMAL LABORANS

* PENSAR ES PELIGROSO.

“Nos encontramos con la perspectiva de una

sociedad de trabajadores sin trabajo, es decir,

sin la única actividad que les quedaba.

Está claro que nada podría ser peor”.

Hannah Arendt


Ahí están las preguntas, las que siempre nos rondan… ¿Qué piensas de esto…? ¿Qué pasará si eligen a este o a aquel? ¿Algo puede empeorar? ¿Tendremos opciones de un mejor trabajo…? ¿Mejores ingresos…? ¿Hasta dónde llega el límite de nuestra libertad? ¿Cómo mejorar el acceso a la educación de calidad? ¿Cuáles son las razones que sostienen a los gobiernos? ¿Es nuestra democracia imperfecta? ¿Cómo descubrir lo que es cierto en medio de una selva de dudas? ¿Cómo ser felices en este entorno?


En realidad, ¿qué somos? ¿Qué queremos ser? Individualmente y como sociedad. Hannah Arendt menciona, en La Condición Humana (1958), tres actividades que definen las dimensiones del ser humano. Los Homo faber, los Homo laborans y los Animal laborans. ¿Qué somos con mayor frecuencia?


Hannah sostiene que el concepto de Homo faber está relacionado con la capacidad humana dirigida a controlar los entornos utilizando herramientas (desde el martillo hasta el aquipo digital más sofisticado). El ser humano analizado desde las tres dimensiones de las actividades que realiza: “labor, trabajo y acción”. Ahora bien, la filósofa precisa que el Homo Faber es la persona humana que realiza una labor; mientras que el Homo Laborans es ese ser visto como el trabajador que utiliza su energía, creatividad y sus fuerzas para generar recursos que le permitan ser libre.


Pero, ante las dificultades que impone el posmodernismo, el Animal Laborans es ese mismo ser humano enfrentado a las crisis socio-económicas, siendo vencido, casi a diario, por sus propias incapacidades y a causa del difícil entorno. Trabajar, trabajar y trabajar sin tener la oportunidad de salir del círculo corruptor que le obliga a una especie de esclavitud focalizada en obtener lo necesario para subsistir, renunciando a la capacidad de soñar y ser feliz. Un trabajador, en muchas oportunidades, en busca de trabajo. Siempre ejerciendo ese derecho, aun cuando en estado precario, el derecho a ser libre.


Pero, ¿cómo ser lo que se es sin que hubiese existido una decisión de ser así? ¿Cómo comunicarle a las demás personas lo que en realidad se es?


Arendt decía, a propósito de la comunicación, que el desafío era alcanzar una comprensión del espacio público y lograr la efectiva participación política. Pero no de cualquier forma. Sugería la urgencia de ser críticos sobre cada proceso individual.


Comunicar implica evaluar el pasado y el presente y, en ejercicio de prospectiva, imaginar escenarios posibles. Y trabajar, con compromiso, para lograr que alguno de ellos llegue a ser realidad.


La cuestión —en estos tiempos de Fake News, insultos, Reficar, Hidroituango, reformas y amenazas— es que la verdad es lo que menos parece interesar. Estos días son de fácil pronunciación de improperios, de generación de inquinas sin sentido, de ataques selectivos con palabras pronunciadas a gritos o escritas y difundidas a través de las redes sociales contra personas convertidas en ‘enemigas’, a pesar de que ni siquiera las conocen.


Así que lo ideal es que caminemos de la mano con nuestras conciencias —y a veces trotemos, de ser el caso— por el sendero que elijamos. Creer que es posible desarrollar plenamente una labor, trabajar a conciencia en aquello que nos sintamos conformes y desarrollar acciones positivas que nos guíen hacia la felicidad. Sólo debemos coherencia a los principios que han regido nuestras vidas.


Creo en los liderazgos surgidos de procesos ciudadanos que inspiran. Esos que son propositivos y se reproducen en una amplia escala de valores. No debemos aceptar liderazgos impuestos por designios de un jefe ungido por pócimas emanadas de intereses específicos y direccionados en detrimento de la gran mayoría de connacionales.


En medio de esta marea que nos mueve como sociedad apática, recuerdo lo escrito por Ayn Rand en La Virtud del Egoísmo (1964): “El hombre es libre para elegir no ser consciente, pero no es libre para escapar a la sanción que merece la falta de consciencia: su destrucción”.

Sólo debemos coherencia a los principios que han regido nuestras vidas.

Cada persona tiene derecho a una vida digna, a la intimidad, a la libertad de conciencia, a la libertad de pensamiento. Tiene derecho a que nadie le moleste por la opción de vida que elija, o porque no elija ninguna y simplemente se deje llevar por el caudal de circunstancias. Ese también es un derecho válido. Por ello, concuerdo con Ayn. Cada opción y cada acción implica consecuencias.


Así mismo, en cada jornada electoral (convocada para fortalecer la democracia) ejercemos el derecho a elegir a quien —con sus propuestas— se aproxime a lo que creemos indispensable para transformar la realidad de este de país golpeado por la indiferencia, la inequidad, la corrupción, la desigualdad social y el irrespeto a los mínimos derechos fundamentales. Seguramente, también hemos votado para que la paz y la reconciliación lleguen a ser realidades antes de que abandonemos esta vida por la que nos ha tocado transitar. O, simplemente, no se ha elegido ese camino por considerar que no es el adecuado...


Vicenç Fisas afirmó, en Una cultura de paz (1998), que en muchas ocasiones se aceptan como válidos ciertos comportamientos. “La perpetuación de un estado de cosas en el que la violencia fluye como si fuese algo connatural al ser humano, halla sus elementos en costumbres, hábitos y prejuicios aceptados como si fuesen éticamente válidos”.


En este contexto, con el paso de los años, escribí reflexiones, y seleccioné algunas de ellas relacionadas con la necesidad de construir la paz, de lograr consensos, de garantizar la seguridad humana, de dignificar el oficio de periodista, de las inequidades y violencias que afectan a las mujeres, de las inequidades sociales, de la inseguridad galopante en muchas urbes colombianas…


Les invito a leer, comentar y compartir —si lo creen pertinente— algunas de las opiniones expresadas. ¡Que el Animal Laborans no nos oprima hasta ahogarnos en un mundo carente de esperanza! Para que la sociedad de trabajadores sin trabajo y de sueños rotos deje de reproducirse...


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