top of page

Dos caras de la irresponsabilidad


El lunes seis de julio el país conoció una desafortunada noticia que tuvo lugar en Tasajera, Magdalena. Un camión de gasolina se volcó, ante lo cual los habitantes del sector decidieron robar su carga, sin contar con que lo peor que podía pasar, ocurrió. Por alguna causa el camión terminó incendiándose, incendiando de paso a quienes se encontraban a su alrededor. El saldo hasta ahora es de 35 muertos y contando, además de los múltiples heridos. Lo que este hecho dice, a nivel social y político, es muy interesante, y nos permite medir el sentido común que se reproduce en la opinión pública, en varios niveles.

Para resumir, ha habido, como ya es costumbre en Colombia frente a todo lo que pasa, una polarización en las opiniones. Están los que han culpado a los saqueadores, centrándose solamente en el hecho del robo y de la culpabilidad de las víctimas, casi que celebrando lo que pasó, avanzando a niveles sorprendentes de indolencia, burlándose de lo ocurrido y convirtiendo todo en una oportunidad para ejercer un regionalismo ignorante y desafortunado. Y están, por otro lado, los que han pretendido ser muy 'críticos', ligando el hecho a la pobreza, lo cual parece legítimo, pero al final, con oportunismo político, culpando de todo al propio Estado, al Gobierno, a la derecha, etc., como si no hubiese habido seres humanos agenciando en aquel evento, de manera consiente.

Ambas posturas coinciden en perder de vista múltiples factores y en su insensatez, en la medida en que coinciden también en justificar irresponsablemente algo, asumiendo un altísimo riesgo moral y social. La primera justifica la muerte, el dolor y el sufrimiento, a partir de ideas que desconocen los contextos y el peso que pueden tener la pobreza y la situación en lo acontecido, además de que tontamente explican la situación apelando a y reproduciendo estereotipos. La segunda justifica la criminalidad, de la misma forma que se puede justificar el robo o el atraco en la calle basándose en que el ladrón tiene necesidades y hay que comprenderlo, lo que rompe cualquier lógica normativa también de paso. Ambas posturas son igualmente peligrosas porque no explican nada y dejan la sensación de comprenderlo todo.

Desgraciadamente, el mismo maniqueísmo político que lleva a pensarlo todo en términos de izquierda y derecha es el que está presente tras esta manera de leer la realidad. A nadie le importa llegar a la profundidad de algo, sino poner como punto de partida y como destino su propia ideología, aunque tenga que pasar por encima de la dignidad de cualquiera, que es lo que unos y otros han hecho con las víctimas del hecho al que nos venimos refiriendo. Así revelan su falta de sentido político, porque la política, más allá de una definición utilitarista, debe entenderse con lo concreto, no con los propios prejuicios, para dar salidas limpias a situaciones sociales, haciendo que pueda haber una relación más profunda y autentica entre aquellos a los que reúne.

bottom of page