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Así va el partido: 3.086 vs. 1.667


“La vida no vale nada cuando otros se están matando y yo sigo aquí cantando cual si no pasara nada”.

Pablo Milanés

¿Cuánto dolor debe soportar esta Patria que parece sumergirse en un marasmo de irrealidad? Acaso, pregunto, ¿cerrando los ojos o mirando hacia otro lado es posible evadir la cotidianidad que nos circunda? ¿Cuántos muertos serán enterrados o cremados ante la colectiva indiferencia?

El Covid_19, si, el Covid_19 mueve las agendas del Gobierno y de las primeras páginas (y muchas interiores) de los medios de comunicación. Pero, al lado de ello subyace otra terrible realidad.

A diario publican los listados con número de muertos, de infectados y de recuperados del coronavirus como si se estuviesen refiriendo a las estadísticas de goles anotados o de atajadas históricas. Ya son más de 50.000 infectados en Colombia y han muerto casi 2.000. El dato preciso hasta el mediodía del 15 de junio es de 50.939 casos confirmados de Covid_19, 19.822 recuperados y 1.667 fallecidos.

11.229 de los infectados tienen entre 20 y 29 años, 11.265, entre 30 y 39 años; 8.043, entre 40 y 49 años; 6.491, entre 50 y 59 años; 4.034, entre 60 y 69 años; 2.255, entre 70 y 79 años; 1.130, entre 80 y 89 años; y 245, entre 90 y 99 años, por citar algunos rangos de edad.

Si bien el mayor número de infectados está en el rango entre 20 y 39 años de edad, el mayor número de víctimas fatales (808) se halla entre quienes tenían entre 60 y 79 años. Además, 315 tenían entre 80 y 89 años, 228, entre 50 y 59 años; y 133, entre 40 y 49 años.

Entre los 1.667 fallecidos a causa del Covid_19: 1.043 (62.57 por ciento) eran hombres y 624 (37.43 por ciento) eran mujeres.

De los 2.255 infectados cuyas edades oscilan entre 70 y 79 años fallecieron 414; de los 4.034 contagiados, con edades entre 60 y 69 años, fallecieron 394.

Si, según datos oficiales de Colombia, por Covid_19 han fallecido este año 1.667 personas. Paz en sus tumbas.

Pero, entre el primero de enero y el 30 de abril (obsérvese que son menos meses), de acuerdo con el reporte Forensis del Instituto de Medicina Legal, fueron asesinadas 3.086 personas (2.825 hombres y 261 mujeres). En ese lapso, 729 personas se suicidaron (597 hombres y 132 mujeres). Sumadas estas cifras con las de otros decesos –como son los causados por eventos de transporte y los homicidios accidentales–, en Colombia perdieron la vida en forma violenta 6.333 personas (5.477 hombres y 856 mujeres).

En los casos de muertes violentas, 2.892 personas tenían entre 29 y 59 años de edad. De estos, 1.518 fueron víctimas de homicidios. Así mismo, 2.086 jóvenes entre 18 y 28 años perecieron violentamente. De estos, 1.273 a causa de homicidios.

Además, el oscuro túnel está plagado de otras violencias ocurridas entre el primero de enero y el 30 de abril, tiempo durante el cual se suicidaron 729 personas: cinco niños y niñas entre seis y 11 años, 74 adolescentes entre 12 y 17 años, 220 jóvenes entre 18 y 28 años, 299 adultos entre 29 y 59 años, y 131 adultos mayores de más de 60 años de edad,

Esa es la realidad, más allá o más acá del Covid_19. Muertes y más muertes que parecen importar a pocas personas. La violencia se expande por el territorio tan solapadamente como lo hace el coronavirus.

Así que, la verdad, este partido no lo estamos ganando. No lo está ganando el pueblo al que le faltan alimentos, no lo están ganando infantes a quienes no les proveen las proteínas que requieren para continuar el esperado desarrollo, no lo están ganando los niños y niñas a quienes les ha sido vedado el acceso a educación de calidad, no lo están ganando los vendedores ambulantes que –ya sea por necesidad, negligencia o ignorancia– buscan la forma de ganarse el pan exponiéndose a contraer el virus y diseminarlo a lo largo y ancho de las vías que recorren a diario, no lo está ganando la ciudadanía que permanece apática ante las decisiones de sus gobernantes, no lo están ganando las personas mayores de 70 años que reciben su casa como centro de retención preventiva, no lo están ganando los familiares que esperan durante horas –por no decir días– que recojan los restos mortales de las víctimas de delitos o enfermedades, no lo están ganando los indiferentes porque tarde o temprano sufrirán las consecuencias de las indecisiones, no lo están ganando quienes se limitan a leer los titulares de los medios sin más contexto que la credibilidad que les inspira, no lo están ganando los empresarios ni los trabajadores de las organizaciones que cerraron sus puertas, no lo están ganando… Pero, todos responderemos al final del partido.

Y, no digamos ahora que la tasa de homicidios o infectados por Covid_19 por 100.000 habitantes es baja, o que el porcentaje de muertos respecto de los infectados es ínfimo… O que los homicidios y suicidios registrados son en número menor a los efectuados el año pasado. Sabemos que una vez sea superada la crisis de estos días, la comisión de delitos crecerá exponencialmente como respuesta al desempleo, a las tensiones emocionales y a la oferta que surgirá de las organizaciones criminales que aumentarán sus efectivos cooptando a quienes navegan a la deriva en la afectada economía.

Cada muerte pesa. Cada muerte afecta hogares y comunidades. En estos y otros casos, cada muerte significa una derrota de las políticas de Estado y del sistema socio-económico imperante.

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