top of page

Es el momento de dar un salto cuántico


La pandemia del coronavirus (Covid-19) nos sorprendió y los emprendedores y empresarios, tienen que demostrar su inteligencia y eficacia para adaptarse a los cambios y salir adelante a pesar de la turbulencia que estamos pasando. Los emprendedores acostumbran a pivotar. Y ahora deben ser capaces de encontrar ideas para generar ingresos y reducir gastos de manera rápida. Pero, antes que nada, para evitar la quiebra. Tienen que actuar aceleradamente y dar un salto cuántico.

Nos tenemos que contagiar por el virus del emprendimiento y la innovación. Los más hábiles encontrarán nuevas oportunidades de negocios, lo que a fin de cuentas marca la diferencia de los buenos emprendedores. Así lo entendió Diana Rolando.

“El mundo se puede detener, pero a nosotros nos toca ingeniarnos nuevas formas de generar ingresos”, dice Diana, emprendedora que realizó una rápida lectura de lo que venía y antes de entrar en cuarentena logró entregar el local donde funcionaba su taller, trasladando las máquinas de coser a las casas de los integrantes de su equipo y, en una modalidad de teletrabajo, lideró la producción de más de diez mil tapabocas.

Diana es una diseñadora empírica que –sin estudios, sin capital y sin abolengo– logró crear su propia marca y dar un salto cuántico. Tenia 19 años cuando se convirtió en esposa y madre, no había terminado el bachillerato y sentía la obligación de seguir ayudando a sus padres. Supo muy temprano que la palabra NO tenia que eliminarla de su vida y se destacó vendiendo mercancías que le traían desde Maicao. Aprendió a persuadir para vender, sin saber que esa era la cuota inicial de su empresa.

  • “Comprar un vestido era algo imposible para el presupuesto de mi casa. Mi abuela trabajaba en unas confecciones. Me invitaban a quinceañeros, y siempre iba con ropa que yo diseñaba y que mi abuela cosía a mano, porque no teníamos máquina”.

Aprendió a coser a mano con su abuela y con esas nociones se atrevió a comprometerse a confeccionar el ajuar de una reina de carnaval del colegio donde su ex esposo era docente.

  • “Asumí esa responsabilidad, a pesar de que no tenían dinero. Me fui a ‘agáchate y cógelo’, compré telas super económicas y transformé un vestido mío al que le coloqué apliques, flores y una sobre falda”.

La candidata fue elegida reina en el Carnaval del colegio y ganó el premio como mejor traje de fantasía. Un ‘voz a voz’ corrió rápidamente en Soledad: “La esposa del profe elabora unos diseños de fantasía espectaculares”. La empezaron a llamar y detectó una necesidad del mercado: vestidos de fantasía en alquiler para los colegios de Soledad.

Con su sueño en la mira y teniendo clara su idea de negocios fue a proponerle a la tía, que era la mejor modista del barrio, que se asociara con ella. “Tía, tú confeccionas y yo vendo”. La tía no se conectó con el sueño y esa negativa la impulsó a seguir con más fuerza.

Diana descubrió que los estudiantes realizaban actividades y reunían monedas con el objetivo de alquilar los vestidos para la reina de su curso. Ya conocía la necesidad del mercado y había elaborado perfil de su cliente, con sus frustraciones y sus alegrías.

Lo demás es leyenda. Primero dividió su cuarto con una cortina e improviso un soporte en el que colgó los disfraces que fue confeccionando a medida que llegaban más estudiantes.

“Vivíamos en la casa de mi suegra. Los estudiantes iban sudados y se les notaba el esfuerzo que hacían. Yo me involucraba y los ayudaba al máximo. Cada día llegaban más y más, ya que uno recomendaba al otro. Tenía una alta demanda”.

La fama de Diana se fue extendiendo y era tal el ritmo de trabajo que fue vinculando a su familia y después a los vecinos.

“Al inicio éramos una fami-empresa: mi mamá preparaba los almuerzos para los trabajadores. Mis hermanos se destacaron por su compromiso: uno era el soldador, otro era quien iba al centro a comprar todo, otro se encargaba de las plumas, mi hermana desfilaba. La familia de mi ex esposo también me ayudó bastante y en todo momento la fe en Dios y la oración”.

Hoy cuenta con 18 trabajadores fijos y, en temporada alta, como en Carnavales, contrata personal adicional llegando hasta 150 personas.

“Yo aprendí sola. Observando, desarmando ropa para descubrir como la habían armado. Creo que, por eso, somos la única empresa del mundo que contrata sin exigir conocimientos, ni experiencia. Solo me reúno con la persona: la miro a los ojos, y si siento que quiere trabajar y está dispuesta a salir adelante, la contrato”.

Muchas personas no creían en ella, pues pensaban que estaba loca o que fracasaría. Por eso aconseja no atender los comentarios de las personas que buscan que desistas.

“Cuando sabes lo que quieres, ¡tienes que hacerlo! Sin mirar a nadie y sin escuchar sugerencias de quedarte en la zona de confort. ¡Cree en ti y actúa!”

Diana es reconocida como una de las mejores diseñadoras de trajes típicos en Colombia. Personalidades y reinas han lucido sus diseños. Su almacén, ubicado en el barrio Hipódromo de Soledad, es el sitio perfecto para alquilar un disfraz o un vestido de novia.

Ella sabe que, debido a las actuales circunstancias, con esos productos y servicios no van a lograr las ventas que sus proyecciones requieren. El reto es convertir las amenazas en oportunidades y por eso está investigando insumos para fabricar indumentarias hospitalarias. El mundo cambió y es el momento de dar el salto cuántico.

@indagar7

bottom of page