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El fascinante mundo de la Mitología

“Juicio a Asclepios, Dios de la Medicina, por Resucitar Muertos”.

“Juro por Apolo, médico,

por Asclepios, y por Higía y Panacea,

y por todos los dioses y diosas del Olimpo,

tomándolos por testigos, cumplir este juramento

según mi capacidad y mi conciencia”

Juramento de Hipócrates

El joven Asclepios, dios de la Medicina,[1] en el fascinante mundo de la Mitología Griega, llamado Esculapio por la mitología latina, heredero por un lado las virtudes de su padre, el dios Apolo y por otro las de su madre la mortal Coronis, que en su infancia fue educado por el centauro Quirón, fue juzgado y condenado a muerte, por querer dejar desolado el submundo del prepotente Plutón, llamado también Hades.

Este es quizás uno de los juicios más sonados en el Olimpo, pues en ello estaba en juego la resurrección de la muerte de los humanos, la que de acuerdo con la mitología solo puede producirse en el mundo subterráneo después de que se ha cruzado el Aqueronte y la Laguna Estigia, en la barca que dirige el ciego Caronte, no sin antes pagarle el danacé, moneda de oro que cada víctima llevaba debajo de la lengua.

He mencionado este hecho a veces desconocido por los mitólogos porque, es ese juicio el que elevará a la categoría de Dios de la Medicina al mortal Asclepios, después de que fue fulminado por el rayo de su abuelo Zeus, al ser encontrado culpable en el juicio que se le hizo por el solo hecho de ir de pueblo en pueblo y de ciudad en ciudad, sanando enfermos y resucitando muertos, siempre aplicando los conocimientos de la Medicina aprendidos en su infancia al lado de su Maestro, el Centauro Quirón, de acuerdo con la expresado por Homero, Teogonía, Pausanias y Herodoto.

El hecho de que Apolo y su hijo Asclepios, sean considerados dioses de la medicina en la mitología griega y en la mitología latina, desde el punto de vista de la semiótica, representa el origen divino que se le ha dado al igual que a otras actividades, tales como la justicia, la religión, la magia la arquitectura, la astronomía, las matemáticas, los juegos, la creación y la investigación, que tienen sus raíces en lo más profundo de las antiguas mitologías del mundo.

El Injerto del corredor a Aquiles

Aquiles, era el séptimo hijo del matrimonio, y Tetis había intentado eliminar de la naturaleza de cada uno de ellos los elementos mortales aportados por Peleo. Para ello los sometía a la acción del fuego, el cual los mataba. Pero cuando nació el séptimo hijo, Peleo se puso al acecho y sorprendió a Tetis en el momento de efectuar su peligroso experimento. Le quitó el niño, que salió con solo los labios y el huesecillo del pie derecho quemados.

Tetis, enojada, volviose al seno del mar, a vivir con sus hermanas. Habiendo salvado a su hijo, Peleo llamó al centauro Quirón, experto en el arte de la medicina, para que sustituyese el hueso quemado.

Entonces el Centauro Quirón para suplir la parte quemada del hueso del talón, realizó varios experimentos, pero ninguno cuadraba hasta que alguien le dijo que le pusiera el del gigante Damiso, que había sido un extraordinario corredor. Quirón desenterró el cuerpo del mencionado gigante, le quitó parte del talón y se lo injertó a Aquiles. Ello explica las aptitudes de corredor que tanto distinguieron a Aquiles.

Otra versión del Mito afirma que en su infancia, Aquiles fue bañado y sumergido por su madre en las aguas de la laguna Estigia, el rio infernal del Averno, que tenían la virtud de hacer invulnerables a quienes en ella se sumergieran. Sin embargo, el talón por el que Tetis sostenía al niño, no fue tocado por el agua milagrosa, y quedó vulnerable.

La Impotencia de Ificlo

Ificlo era hijo de Filaco, rey de Filaca, en Tesalia. Desde muy niño sus padres pudieron comprobar que sufría de impotencia. Filaco consultó a Melampo, su primo, que era famoso en el arte de la adivinación, acerca de la cura de su hijo.

Melampo pidió a Filaco, dos toros que sacrificó, despedazó a cada uno y luego regó sobre unos troncos en el bosque los trozos de carne, y se escondió entre la hierba para observar y escuchar las conversaciones de las aves de rapiña.

“En su conversación los buitres contaban que, en otro tiempo, estando Filaco ocupado en castrar carneros, dejó el cuchillo ensangrentado junto a Ificlo, y el niño, asustado, sustrajo el arma y la clavó en un roble sagrado. La corteza, fue creciendo a su alrededor y oculto completamente la hoja. Añadieron los buitres que si se encontraba el cuchillo y se preparaba una bebida con la herrumbre que lo recubría, Ificlo sanaría después de tomarse el brebaje durante diez días seguidos. Además, tendría un hijo. Melampo encontró el cuchillo, preparo la bebida, e Ificlo tuvo un hijo que se llamó Podarces.

Macaón Hijo de Asclepios

Macaón, es hijo de Asclepios y hermano de Podalirio. En Troya, se consagraron a la Medicina, arte que habían heredado de su padre. Se hizo tan útil a los combatientes que se le dispensó muy pronto del servicio militar. Estaba en la retaguardia, pues su vida era demasiado valiosa para ser arriesgada. Entre otras curaciones se le atribuye la de la herida de Telefo, y la de Menelao, herido por una flecha de Pandaro.

Alcanzado, a su vez, por una flecha de Paris, fue transportado a la tienda de Néstor, donde lo cuidó Hecamede, cautiva que Aquiles obtuvo en Tenedos y fue atribuida después a Néstor. Pero la curación más celebre fue la que realizo en Filoctetes, al sanarlo de una ulcera producida en otro tiempo por una flecha de Heracles.

Melampo

Melampo sana las hijas del rey Preto que habían sufrido un ataque de locura y erraban por el Peloponeso creyéndose vacas. Cuando Preto llamó a Melampo, este le solicitó un tercio de su reino, pero Preto se negó a la petición. Hasta que cedió a las pretensiones de Melampo, quien las curó mediante hierbas y ritos mágicos.

La Medicina en las diferentes mitologías

Es necesario escarbar mediante un recorrido a través de las diferentes mitologías, y conocer dioses y diosas, furias y parcas y los muchos endriagos fabulosos que enriquecen y han legado hechos desde épocas milenarias a la riquísima literatura médica.

Es importante saber, que desde las antiquísimas Mitologías, siempre se ha considerado que la Medicina es el arte- techné-, de curar los enfermos, más no de preservar la inmortalidad.

Considero importante mencionar a los eximios médicos de la renombrada Isla de Cos, entre ellos Herófilo de Calcedonia, que en el año 2330 años atrás, hizo la anatomía del cerebro y la primera distinción entre arterias y venas. A Erasístrato, a Filino y naturalmente a Hipócrates de Cos,[2] autor del Corpus Hippocraticum, que recoge más de cincuenta tratados que son la fuente inicial de la medicina griega, quien en uno de sus muchos y muchísimos textos sobre la literatura médica escribió:

“La vida es corta y el arte largo; la ocasión, fugaz, el experimento, peligroso y el juicio, difícil. Así, no sólo debemos estar preparados para cumplir con nuestro deber, sino que también debe cooperar el paciente, los ayudantes y las circunstancias externas”.

No obstante, atribuírsele un origen divino a la medicina, las enfermedades tienen un origen natural, debido seguramente a las causas ambientales. En el Tratado del pronóstico y Aforismos, anticiparon la idea, entonces revolucionaria, de que el médico podría predecir la evolución de una enfermedad mediante la observación de un número suficiente de casos. Para los antiguos griegos, la única enfermedad que consideraban sagrada y que podía tener un origen divino era la epilepsia, la que se curaba con la piedra Linificius Lapis.[3]

Es importante saber qué hace 2500 años, ya el mundo imponía cómo código de comportamiento y práctica la prohibición de la realización de abortos, eutanasia o cirugía; se exigía también promesa de no mantener relaciones sexuales con los pacientes y guardar secreto profesional de las confidencias que éstos hiciesen.

Herodoto de Halicarnaso.

Fueron estos hechos los que llevaron a Herodoto,[4] en hace poco más de 2400 años, a realizar un recorrido inverso, yéndose al Egipto, con el objeto de rastrear el pensamiento griego y conocer los orígenes de la fascinante cultura helénica que a lo largo de casi dos mil años había influido notoriamente en los pueblos conquistados y en las antiguas civilizaciones. Su obra conocida como Los nueve libros de la Historia los nominó con el nombre de cada una de las nueve Musas,[5] hijas de Mnemosina, la memoria y Zeus, el padre de los dioses.

En el Egipto se topó con el pensamiento asirio, con la historia de Nínive y con la grandeza de Babilonia, que eran mencionadas con mucho respeto pues de esa región conocida como la Mesopotamia había llegado varios milenios atrás la cultura de la que ahora gozaban los habitantes del Nilo.

Conoció a Isis, diosa de la magia, esposa de Osiris, madre de Horus y hermana de Neftis. Quien había recompuesto el cuerpo descuartizado de su esposo Osiris, excepto el pene que nunca fue encontrado, lo resucitó del mundo de los muertos, como había resucitado a otros difuntos, tal como lo hacía Asclepios en Grecia.

Escuchó y conoció el culto a Imhotep, sabio, médico, astrónomo, y el primer arquitecto, con un pie en la mitología y otro en la historia. Conoció el culto a Seth, hermana de Isis, llamado el maligno y causante de las enfermedades, también oyó hablar de Thot, dios del conocimiento, y el médico de los dioses en el panteón egipcio. Charló con algunos Sacerdotes de Sachemet, diosa madre de Imhotep, representada como una mujer esbelta con cabeza de león que se hacían llamar cirujanos.

También Herodoto escarbó sobre Astarté, suprema divinidad de los fenicios y de los semitas, diosa de la fecundidad, la fertilidad, la vida y medicina, análoga a la Isthar, asirio babilónica y a la Artemisa griega. Su nombre era Ashtoreth, pero los griegos y los latinos la llamaron Astarté. Por lo general, siempre aparece en compañía del dios Baal, que simboliza el poder generador masculino. A Astarté, se la representaba como mujer o amazona con cabeza de leona y un disco solar en la cabeza a caballo que sostiene un escudo, una lanza y un sistro.[6] En su origen era una diosa del amor y de la fecundidad, que más tarde se convirtió en una divinidad eminentemente guerrera, que era la encargada de la protección del rey en las batallas, de los caballos y de los carros de guerra, y se la conoce como “Soberana de los Caballos y Carros”.

La gran mayoría de mitos egipcios, especialmente de los dioses de la Medicina, Herodoto los recogió de la tradición y de los papiros a los cuales tuvo acceso. Uno de esos papiros conocidos como Secretos de los Médicos, se habla de enfermedades de los ojos, de doce vasos cardiacos, que la cabeza tiene 32 venas y el pulmón doce lóbulos. El Kahun, que es el más antiguo papiro, hasta ahora encontrado es rico en el tratamiento de enfermedades de la vagina y el útero, método para el diagnóstico del embarazo y la determinación pre-natal del sexo. Además en esos papiros que datan de unos 4000 años, se conservan más de mil recetas y entre los remedios más usados mencionan cebolla, ajo, azafrán, mirra aloes, lechuga, café y cacao. Homero llama “País de los Médicos” a Egipto y a si lo relata en unos de los cantos de la Odisea.

"Ved, tan curativa era la especie artificialmente preparada que Polydammo, la esposa de Thoth, regaló a Elena, en Aigyptus, allí la fértil tierra produce varios jugos, en mezcla saludable y perjudicial, allí cada cual es médico y supera en experiencia a todos los hombres, pues la verdad son la estirpe de Paicon".

En su recorrido por la Magna Grecia, también conoció de la existencia de Endovéllico, llamado a veces Endovélico, Enobólico, Endovelicus o Endovellicus, el más conocido de los dioses celtibéricos prerromanos de la Edad del Hierro. El nombre es de origen celta y significa "dios muy bondadoso". Dios de la salud, protector de la tierra y la naturaleza, especialmente los bosques, que había sido aceptado por los propios romanos, que lo asimilaron a Esculapio o a Serapis. Ya para esos tiempos se mencionaba a Epona o Épona, diosa celta de los caballos, de la fertilidad y de la naturaleza, asociada con el agua, la curación y la muerte indistintamente, comparable a Cibeles.

Estudios e investigaciones arqueológicas realizadas en diversos lugares de México, ubican a Ixchel, diosa la medicina y esposa de Itzmaná, hace unos 4500 años Para esta misma época surge F, dios de la muerte, de los sacrificios humanos y de la salud.[7]

Cuenta Pausanias que no había diferencia en la práctica que realizaban los médicos de Egipto, Grecia y Roma, en el sentido de tratar las enfermedades, con un poco de magia, estudio y religión. Los médicos eran para los aristócratas, como también sacerdotes, magos, brujos, arúspices todos aquellos practicante de la medicina que invocaban indistintamente un dios para para aumentar la potencia sexual, rejuvenecer a las personas y lograr la inmortalidad, y para el pueblo los brujos curanderos, shamanes y viejas charlatanas que empleaban los tradicionales remedios de la magia.

En su obra Periégesis de Grecia, Pausanias,[8] relaciona los dioses de la India, muchos de los cuales tienen un parentesco con los dioses egipcio.

Todos los dioses de la mitología hindú tienen que ver con la medicina, directa o indirectamente. Brahma es el creador, Indra es la tormenta, Varuna es la noche, Mitra es el día, Agni es el fuego, Vayu es el aire, Soma representa la bebida y las plantas medicinales, y Rudra provoca enfermedades y desastres. Shiva es la muerte, Kali es la enfermedad, Vishnu es el conservador del mundo, Lakshmi es la vida, y otorga belleza y buena suerte. Los dioses-toro traen enfermedades y Shri Sitala provoca epidemias de viruela. Dhanvantari es el dios máximo de la medicina.

Entre los japoneses antiguos y actuales, no hay dioses sino Kami, que son espíritus protectores del hogar, una especie de Lares latinos que protegían el hogar de cualquier mal o hechizo que le arpegiaran. Entre los chinos, a lo largo de las diferentes dinastías, siempre manejaron la leyenda de Xu Fu, un personaje que recorrió miles de kilómetros por tierra, ríos y mares buscando la piedra filosofal. Al Igual que los incas, que mencionan a Amaru, la serpiente de dos cabezas, dios de la vida y de la muerte, los chinos tienen el Yin y el Yan.

En la mitología Yoruba de etnias africanas, sobre todo en algunas islas de las Antillas, así como Oyá, es el oricha que representa el viento y las puertas del cementerio, Osain, un oricha del monte, es el dios de la medicina, dueño de todas las plantas y protector de la vida. Como en otras mitologías también esta Babalu-aye, oricha de la filosofía, la profecía, el milagro, mensajero de los muertos.

En fin podría seguir adentrándome más y más en las diferentes mitologías y en los miles de dioses que la mente humana ha creado según sus circunstancias, época y lugar para proteger la medicina y llevarla a un plano semi divino.

Creo que de todos esos dioses, el que más merece nuestra atención, es Asclepios, porque a través de los siglos ha relegado a un segundo plano a Apolo, su padre, quien es el verdadero dios de la medicina del Olimpo.

Y es importante saber cuáles fueron los motivos por los cuales fue juzgado y condenado a morir y fulminado por el rayo de su abuelo Zeus.

Debido a que Asclepios tenía el don dado por su padre Apolo, de resucitar muertos, y como tal, se paseaba por las diferentes regiones de la Hélade, ejercitando dicha virtud, fue acusado por Plutón (Hades) ante Zeus, de que le estaba quitando la clientela y le despoblaba el reino de los muertos.

Aquel juicio tan sonado en la antigüedad, estuvo conformado por los siguientes personajes de la mitología como protagonistas:

Asclepios, acusado por Plutón de resucitar muertos y dejar el Submundo desierto.

Radamanto, Eaco y Minos, en su condición de jueces del Infierno, fueron los Jurados.

Temis, diosa la justicia, hizo de jueza.

Astrea, ninfa hija de Temis y Zeus, fiscal que garantiza un juicio imparcial.

Artemisa, en la mit. gr., diosa de la caza, llamada Diana, la cazadora, o Feba por los romanos. Hija de Zeus (Júpiter) y de Latona (Leto) y hermana gemela de Apolo. Diosa también de la castidad y tutora de la juventud de ambos sexos, iba armada de arco y flechas y al igual que a Apolo, se le atribuían virtudes purificadoras. Arisca y vengativa no duda en matar, a menudo con sus propias flechas, a quienes cometen la osadía o la imprudencia de ofenderla, como a Orión, a Acteón, a Calisto o a Niobe y sus hijos. Considerada una diosa lunar, protectora de las cosechas, la naturaleza y los partos, por lo que a veces es confundida con Selene y con Hécate. Su atributo es el ciervo y su templo principal estaba en Éfeso. Regía a los dioses y diosas de la caza, especialmente del oso. Aunque protectora de las jóvenes, solo permitió la salida de los griegos en la Guerra de Troya, cuando le hicieron el sacrificio de Ifigenia. Es la única diosa virgen del panteón griego. Hizo de fiscal del Tribunal.

Aristano, cabrero que vivía en el monte Ixtión. Según la mit. gr. un día encontró una cabra encargada de amamantar un niño, se trataba de Asclepios (Esculapio), a quien Coronis, su madre había abandonado en aquel lugar, según otra versión del mito. Hizo de testigo, en favor de Asclepios.

Quirón, centauro inmortal. Según la mit. gr. era hijo de Cronos (Saturno) y de la oceánida Filira. Para que Rea, esposa de Cronos, no les descubriese, éste se unió a Fílira bajo la forma de un caballo. Por esta razón Quirón tiene la parte superior del cuerpo de hombre y la parta inferior de caballo. Según otra versión de la leyenda, Fílira se transformó en yegua para huir de Cronos pero este se transformó en caballo y la violó. En esta versión Fílira quedó tan horrorizada ante el ser que había dado a luz, que solicitó a los dioses que se compadecieran de ella y éstos entonces la metamorfosearon en tilo. A Quirón, se le consideraba por su sabiduría y prudencia, el maestro de la mayoría de los héroes griegos, entre ellos Aquiles. Tutor de la crianza y enseñanzas a Asclepios, fungió de testigo a favor.

Destino, según la mit. gr. divinidad ciega hija del Caos y de la Noche. Hesíodo la llamó Moros, Homero Moira, los griegos y los latinos la llamaron indistintamente Hado, Ananké, Fortuna, Necesidad. Imperaba sobre las demás deidades, dominaba los cielos, la tierra, el mar, los infiernos. Nada podía evitar sus designios y sus decisiones, todo se movía y sucedía según su antojo y capricho. Sus normas y decretos estaban escritos desde la eternidad en un lugar donde los dioses iban a consultarlos. Sus sacerdotisas eran las tres Parcas, encargadas de que se ejecutaran sus órdenes tal como mandaba la ciega deidad, a la que se representaba con el globo terráqueo a sus pies y una urna en la mano en la que guardaba la suerte de los humanos. Todo en él era impredecible. Estuvo presente para aplicar la pena que impondría el juez de la causa.

Nix, hija del Caos, y diosa de la noche.

Thanatos, hijo de Nix, dios de la muerte. De este nombre proceden Tanatología, ciencia de la muerte y Tanatorio, antro funerario.

Y entre el público las Parcas, Cloto, regulaba el hilo de la vida. Láquesis, guiaba el destino de los mortales y Átropos, la que cortaba el hilo de la vida. También, según Herodoto, estuvieron las Décimas y las Nonas, que eran las parcas clásicas.

Al final comprobado el delito de la resurrección de muchos muertos, fue dictado el veredicto y el dios Destino, expidió el Decreto de sentencia de muerte, que lo cumplió el propio Zeus fulminando al joven Asclepios con su rayo.

Cumplida la sentencia por Zeus, que no toleraba el rompimiento del orden natural, Apolo en venganza por la muerte de su hijo, mató con sus flechas los Cíclopes forjadores del rayo de Zeus. Éste condolido de su nieto, lo ascendió al Olimpo como dios de la Medicina.

Fue este hecho el que elevó a Asclepios a la categoría de dios. En muchos pueblos y ciudades de la Hélade se le construyeron templos y quienes practicaban la medicina fueron llamados asclepiados o asclepiades. La tradición, le dio como símbolo tres animales, con sus virtudes, las que debe tener y practicar todo médico: la paciencia de la Tortuga, la prudencia de la serpiente y la vigilancia del gallo.

El mundo antiguo celebraba las Asclepíades, que eran las fiestas de la Resurrección de Asclepios y también en homenaje a Orfeo que bajó al Averno y con su cornamusa encantada, venció a Plutón, dios de los infiernos y pudo rescatar a Eurídice, su esposa.

A Asclepios se le representaba barbado y sonriente, sentado en un trono y rodeado de sus atributos. Asclepios, fue uno de los cincuenta príncipes que acompañó a Jasón en la expedición de los argonautas y con Euribates, el otro médico, prestó sus servicios a la tripulación. Heraldo de Odiseo, era el encargado de quitarle Briseida a Aquiles.

Hijos de Asclepios

Asclepios tuvo tres hijas y dos hijos. Sus hijas fueron Higia, la saludable, Panacea, la que todo lo sana o cura, y Yaso, que en el antiguos griego significaba curación. Y sus hijos, Macaón y Polidaro, aparecen como la Asclepíades en la Ilíada, como médicos de los griegos.

Otras resurrecciones

Al morir medusa a manos de Perseo al cortarle la cabeza, la sangre de la vena izquierda era un poderoso veneno y la sangre de la vena derecha era un remedio capaz de resucitar a los muertos.

En Alcestis, tragedia de Eurípides, la protagonista Alcestis es resucitada por Perséfone.

Glauco, hijo de Minos, es resucitado por una hierba que le da a oler su hermana Moira.

Pélope fue resucitado por Poseidón y llevado al cielo y de allá lo devolvió a la tierra cuando vio el padre de Pélope lo incitaba a robar el vino de los dioses.

El Caduceo y sus representaciones

Acerca del caduceo, palabra que significa vara de olivo adornada con guirnaldas, y el bastón de Esculapio, existen muchas versiones, y también variaciones, las que se van dando de acuerdo con la época.

Lo que se conoce como caduceo, no es más que la insignia del heraldo, más conocida como atributo mágico de Hermes o Mercurio, mensajero de los dioses del Olimpo. En su forma más usual consta de dos serpientes enrolladas sobre una varilla sostenida por un par de alas. Los caduceos reemplazaron gradualmente el bastón de Esculapio, dios de la Medicina. Homero, Jenofonte Hesíodo, Virgilio y Ovidio, cada uno tiene un símbolo diferente, pero la mayoría de ellos considera como recurrente la serpiente, no por la magia sino por la prudencia y porque en su forma vertical da poder.

El bastón de Esculapio, apareció hace 2800 años, en momentos en que Homero se disponía a publicar la Ilíada y la Odisea. Y es representado un tronco o maza, de cabeza nudosa donde se enrosca una serpiente cuya cabeza queda separada y erguida.

El caduceo de Mercurio se comenzó a usar como emblema de la Medicina cuando el aristócrata Sir William Butts, médico del rey Enrique VII de Inglaterra lo puso en su escudo nobiliario. En 1856, el Servicio del Hospital de Marina de los Estados Unidos pensó que el caduceo sería un buen distintivo para significar el carácter "no combatiente" de la clase médica.

Hasta hace pocos años, a los médicos se les distinguía con cuatro símbolos: la bata blanca, el fonendoscopio, el espejo de cabeza, el maletín negro y la ilegible caligrafía y era común ver en la señalización de algunas poblaciones uno de estos elementos para indicar que allí había un médico.

En fin, Neptuno el que lanzaba el rayo, Poseidón el que despertaba los océanos, Temis la que impartía justicia.

Esculapios el que resucitaba muertos, Orión el que caminaba sobre las aguas, Baco el que transformaba el jugo de la uva en vino, Orfeo el que venció al demonio con su música, Tiresias el ciego que ve con los ojos del alma, era una sociedad de idólatras, eran las Instituciones de la época.

Hasta que el Papa Gelasio en el 496, además de su libelo contra Andrómaco, un senador romano, creyente de Isis, ordenó que a partir de su papado, fiestas que estaban en calendario fuesen llamadas paganas y se asimilaran a uno nuevo, con nombres diferentes y de acuerdo a las nuevas creencias del naciente cristianismo. Los paganos eran creyentes de sus dioses, y tal como se hace hoy en día iban a sus templos, oraban, rendían cultos, iban a las procesiones, iluminaban con teas sus caminatas y al final les tributaban loas y oraciones.

En fin podría seguir hablando más y más de la medicina como una ciencia que como otras tantas y tantas de la humanidad tuvo sus orígenes en la mitología y que aún muchos milenios después de que Zeus fulminara con su rayo certero a su nieto el hijo de Apolo, el dios de la música y de la medicina, aún todavía no se ha desprendido de la fascinante mitología, especialmente, de la mitología griega.

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Bibliografía:

1826- Nuevo Compendio de la Mitología. D.A.P. Zaragoza Godínez. Madrid, 1826.

1837- DICCIONARIO UNIVERSAL DE LA MITOLOGÍA O DE LA FÁBULA. Por B.G.P. Barcelona, 1837.

1876- Historia de la Mitología. Griega y romana. Por V. González. Madrid, 1876.

1951- Diccionario de Mitología Griega y romana. Por Pierre Grimall. París, 1951.

1980- Iliada de Homero, 1980

1991- Diccionario Espasa. Mitología Griega y Romana. Por René Martín. París, 1992.

2004- El Gran Libro de la Mitología Griega. Por Robin Hard. Madrid, 2004.

2013- Diccionario Etimológico de la Mitología Griega. 2013.

1828- Diccionario Histórico Enciclopédico. Por D.V.J.B y C. Tomo I. Imprenta S.M. Barcelona, 1828

Per Gloriam Dei

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[1] Conferencia leída en la Casa de España de Cartagena el 5 de abril de 2001, en el Programa “Qué Hablen los Escritores”. Registrada como Propiedad Intelectual. Leída por segunda vez en el Auditorio de la Facultad de Medicina de la Universidad del Sinú “Elías Bechara Zainúm” de Montería, el día 26 de febrero del año 2020.

[2] Hipócrates (c. 460-c. 377 a.C.), el médico más importante de la antigüedad, es considerado el padre de la medicina. Nacido probablemente en la isla de Cos, Grecia, realizó numerosos viajes antes de establecerse definitivamente en la isla para dedicarse a la enseñanza y la práctica de la medicina. Murió en Larissa, Grecia, y poco más se sabe de él. Su nombre se asocia al juramento hipocrático, aunque es muy posible que no fuera el autor del documento. De hecho, de las casi setenta obras que forman parte de la Corpus hippocraticum, es posible que sólo escribiera alrededor de seis. La Corpus hippocraticum probablemente es lo único que queda de la biblioteca médica de la famosa Escuela de Medicina de Cos.

[3] Piedra desconocida que tenía la particularidad de curar la epilepsia y otras enfermedades.

[4] Herodoto. Historiador griego: Se lo considera el Padre de la Historia. Nace en el Asia Menor en una comunidad doria y, tras emigrar por motivos políticos a Samos, realiza extensos viajes de los que deja testimonio en historia, donde hace referencia a otros pueblos y culturas como Egipto, Libia, Escitia. En el 443 a.C. Heródoto se instaló en Panhellen, colonia de Turios, en el sur de Italia. Se dedicó el resto de su vida a completar su gran obra, conocida como Historias, derivada de la palabra griega investigación. Los estudiosos de Historias la dividieron más tarde en nueve libros. Los primeros tratan sobre las costumbres, leyendas, historia y tradiciones de los pueblos del mundo antiguo, incluidos los lidios, escitas, medas, persas, asirios y egipcios.

[5] Las Musas era: Calíope, de la poesía épica. Clío, protegía la historia. Erato, de la poesía amorosa y ligera, de la mímica y de la geometría. Euterpe de la música y el canto. Melpómene, de la tragedia y del teatro. Polimnia, de la lírica y de la elocuencia. Talía, de la risa, la sátira, la burla, la danza y la comedia. Terpsícore, de la danza y del movimiento. Urania, musa de las ciencias y la astronomía.

[6] Antiguo Instrumento musical, en forma de aro o de herradura que contiene platillos metálicos ensartados en unas varillas y se hace sonar agitándolo.

[7] Mitonario Daniels, Editorial Nacira Encantada. Cartagena de Indias, 2003.

[8] Historiador Griego del siglo II a JC

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