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Mándale esta columna a alguien con quien no hayas podido hablar de este tema


He notado cómo aumenta mi percepción de que cada vez son más las personas que piensan similar a mí en temas políticos, religiosos, sociales y demás. Y esto es porque termino en un circuito inútil de opinión, en donde los que pensamos igual, nos quedamos criticando a los que piensan distinto a nosotros (sin que los que piensan distinto a nosotros nos escuchen o lean) y los que piensan distinto a nosotros hacen lo propio.

Así no vamos a ninguna parte, tenemos que encontrar maneras de construir puentes, e iniciar conversaciones problemáticas desde diferentes orillas, sin ofender y siendo empático por las opiniones del otro.

Esta columna es para quienes tengan reparos con la elección de una lesbiana (entre otras muchas cosas que seguramente la definen mejor) en la Alcaldía de Bogotá, pero como seguramente pocas personas que tienen un problema con esto me siguen y me leen, les pido a los demás, que compartan esta columna con quienes piensen distinto, y que sirva para comenzar una conversación tranquila, pónganla en el chat de la familia, envíensela a ese amigo que escribió cosas que consideren feas u ofensivas… ¿Ya?

Ok, ahora que estamos entre nos, siento que debo ser justo y decirles que soy ateo, estoy a favor de la despenalización del aborto, de la adopción por parejas del mismo sexo, tengo tendencias socialistas y demás cosas que ya se imaginarán, pero les ruego que no me dejen de leer, no vine a pelear ni a imponer ideologías, vine a fomentar diálogo, les prometo que vengo en son de paz.

También soy hijo de unos padres maravillosos con los que sostengo una linda relación, como tal vez ustedes también, estoy casado con una mujer increíble (soy heterosexual), soy hincha irracional del Atlético Junior de Barranquilla, tengo una maestría en desarrollo social, y me encanta el vallenato.

Así como ustedes, soy una persona multidimensional, y sería impreciso e injusto limitar su comprensión de mí a solo un factor (así como sería lo mismo hacerlo con ustedes). Por ejemplo, si alguien me dijera que es terrible que asuma el fútbol como pasatiempo, ya que se usa solo para entretener a las masas, y quien sea fanático del fútbol está siendo distraído de los verdaderos problemas, le diría que además de ser fanático, también trabajo por los que considero son los problemas sociales importantes de nuestros tiempos, dedicando mi tiempo y profesión a trabajar por migrantes y su inclusión laboral. Y quien asuma que soy incapaz de ser banal por mi profesión, pues lo invito a que nos veamos un partido del Junior y me escuche gritar con desquicio.

Como les conté previamente, también soy heterosexual, esto quiere decir que me gustan las mujeres y más nada. Mi heterosexualidad ha entrado a jugar en mi vida en momentos particulares: bar, casa de amigos, etc., y poco o nada ha hecho por mí en mi universidad, colegio u oficinas. Mi capacidad de entender cálculo vectorial nunca tuvo mucha relación con mi atracción sexual hacia María, mi sexualidad tampoco se manifiesta cuando diseño estrategias y programas en mi campo. Estoy seguro que éste es también su caso.

Ser heterosexual tampoco ha limitado mi capacidad de incluir personas con orientaciones sexuales distintas a la mía, en los campos en los que trabajo. Por ejemplo, cuando he trabajado diseñando programas de entrenamiento de habilidades laborales para población pobre, no he limitado metodologías o criterios de entrada a población que disfrute de su sexualidad como yo, creo que ustedes y yo podemos acordar que eso estaría mal, dado que las necesidades de aprendizaje de personas con bajo nivel de escolaridad son independientes de la orientación sexual ¿O no?

Lo mismo pasa cuando se es lesbiana, por ejemplo. El hecho que a la recién elegida alcaldesa (por quien yo no habría votado por diferencias ideológicas) sea lesbiana, no nos debería decir nada de su capacidad de gobernar, ni de su “nivel de decencia”, o de su capacidad para incluir políticas para 'nosotros' los heterosexuales.

Yo puedo entender que a veces les genere rabia, molestia o incomodidad que el mundo como lo conocían esté cambiando, que aspectos que consideren inmorales, raros o malos como la demostración de afecto de parejas del mismo sexo, sean tan rampantemente exhibidos con orgullo por otras personas, hasta el punto de parecer provocativo (como a veces lo es) e insolente, pero les ruego se pongan en el lugar de esas personas por un minuto ¿Qué tal que mañana les den la mejor noticia de sus vidas? ¿A quién le quisieran contar de primero? ¿Qué tal el beso que le dan a la persona que aman cuando este o esta les da una buena noticia? Y ¿cómo se sentiría que alguien los juzgara por eso?

No pretendo que con esta columna cambien de opinión, se requiere mucho más que eso, pero sí que comencemos un diálogo. Cuéntale a la persona que te mandó la columna qué piensas, pero no lo hagas por pelear ni para ganarle un argumento, por favor no lo hagas de manera peyorativa. Háblale con la verdad, con sinceridad, dile de dónde viene tu punto de vista y malestar, y veamos si hablando bonito podemos todos cambiar un poco de opinión.

Amor y paz.

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