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Parcas, seres infernales


"A quien se descuide,

Cloto le corta el hilo de la vida".

Frase del Arúspice

Las Moiras, también llamadas Parcas, eran tres criaturas infernales que simbolizaban la muerte y vivían en el Averno, junto a Plutón. Sobre sus orígenes, existen dos versiones. La primera dice que eran hijas de Zeus y Temis, por tanto hermanas de las Horas. Otra versión considera que eran hijas de Nicte (Erebo) y la Noche y pertenecían a la generación Preolímpica.

Las Parcas asignaban a cada persona al nacer una parte del bien y del mal, aunque la gente podía acrecentar el mal por su propio desatino. Cloto, la hilandera, devana el hilo de la vida, muy rápido y muy fino. Se la representaba, con un rostro adusto, entre la ironía y la amargura, coronada con siete estrellas y con un ropaje de diversos colores con la rueca en la mano que bajaba del cielo a la tierra.

Láquesis, la distribuidora de suertes, decidía su duración y asignaba a cada persona su destino, recogía el hilo y lo retorcía en el huso. Según Hesíodo, tenía un rostro juvenil y vestía con telas abigarradas y llenas de estrellas que llamaban la atención de los demás dioses. Siempre aparecía rodeada de husos, con unas manos limpias y frescas.

Y, Atropo, la infalible e inexorable, llevaba las temibles tijeras que cortaban el hilo de la vida en el momento apropiado. Se la representaba vestida de negro con unas tijeras en la mano y una porción de ovillos de hilos delgados y gruesos. Las decisiones de las Parcas no podían ser alteradas, ni siquiera por los dioses.

Cuando Nació Meleagro, hijo de Eneo y Altea, Cloto, le dijo a la madre que la vida de Meleagro duraría lo que demorara en consumirse un tizón que en esos momentos ardía en el fuego. Su madre alarmada lo retiró de la candela y después de apagarlo lo guardó con sumo cuidado en un cofre. Meleagro, creció y fue protagonista de muchas luchas, hasta que cierta vez dio muerte al Jabalí de Calidonia y también a sus tíos, lo que llevó a su madre a abrir el cofre cogió el trozo de leña y lo encendió, muriendo Meleagro, bajo intenso fuego.

Las Parcas están ligadas a otros seres infernales, tales como Hécate, a quien se le atribuye la invención de la hechicería. Hécate se aparece a los magos y brujas con una antorcha en la mano o en forma de animal. También están relacionadas con Eaco, Minos y Radamanto, que son los tres jueces del Infierno y con Némesis, que personifica la venganza divina. Quizás con quien mantienen estrechos lazos es con las Erinias, llamadas también Euménides o las bondadosas. Son divinidades violentas que en roma recibieron el nombre de Furias.

Las Parcas siempre estaban dispuestas a cumplir con el Decreto del Destino, divinidad ciega hija del Caos y de la Noche. Hesíodo la llamó Moros, Homero Moira, los griegos y los latinos la llamaron indistintamente Hado, Ananké, Fortuna, Sino, Necesidad. Imperaba sobre las demás deidades, dominaba los cielos, la tierra, el mar, los infiernos.

Nada podía evitar los designios y sus decisiones del Destino. Todo se movía y sucedía según su antojo y capricho. Sus normas y decretos estaban escritos desde la eternidad en un lugar donde los dioses iban a consultarlos. Sus sacerdotisas eran las tres Parcas, encargadas de que se ejecutaran sus órdenes tal como mandaba la ciega deidad, a la que se representaba con el globo terráqueo a sus pies y una urna en la mano en la que guardaba la suerte de los humanos. Todo en él era impredecible.

Y quizás uno de las personas más ligadas a las Parcas era Caronte,[1] hijo de la Noche y de Erebo que personificaba la oscuridad bajo la tierra a través de la cual las almas o “sombras” de los muertos iban hacía la morada de Hades, el dios de la muerte. Su misión de barquero era pasar las almas de los difuntos por la laguna Estigia, el Cocito[2] y el Aqueronte, hasta las puertas del mundo subterráneo y de allí entrar al reino de los muertos. Cada una de las almas llevaba debajo de la lengua un Danacé o moneda de oro que era recogida por el Barquero del Infierno. Las almas de los difuntos que no llevaban el óbolo, recibían el castigo de vagar eternamente, según lo narra Homero en la Odisea.

En la Mitología, los únicos personajes que lograron derrotar los vaticinios de las Parcas, al resucitar de entre los muertos fueron Osiris, dios de los muertos en la Mitología egipcia, resucitó y tuvo a Horus. Acasto, esposo de Laodamia, que fue resucitado por Hermes. Otros que resucitaron y rompieron el Decreto de las Parcas fueron Orfeo y Esculapio, que dieron origen a la celebración de los Misterios de Eleusis.

Dichos Misterios nacen en la ciudad del mismo nombre, que en la más remota antigüedad estaba rodeada por Salamina, El Pireo, Mégara y el Golfo Salónica, a igual distancia de ellas y del golfo. Los Misterios Eleusinos, inicialmente se celebraban cada cinco años en el mes noviembre, posteriormente se fueron extendiendo a toda Grecia, Egipto y Roma y también comenzaron a celebrarse cada año.

Se cree que los Grandes Misterios fueron instituidos por Orfeo, Dios de la Música. Entre los misterios que celebraban estaba la Resurrección de Orfeo y de Asclepios, y quienes los presidían eran personas seleccionadas desde pequeños.

Hércules, Cástor y Pólux, cuando solicitaron estar entre el grupo de escogidos para presidir los Misterios de Eleusis, fueron excluidos. En las ceremonias de iniciación, los candidatos hacían votos para llevar una vida casta y pura, realizar oraciones y predicar el nombre del Dios que iluminaba su alma. Los iniciados llevaban una corona de flores o guirnaldas sobre sus cabezas llamada hymera. No era fácil ser sacerdote de los Misterios de Eleusis. Estas fiestas sobre los misterios de la vida, la muerte y la resurrección, fueron trasladas a Roma por Adriano con las mismas características de las que realizaban en Grecia, Egipto y el Mediterráneo.

En fin, las Parcas o Moiras son la personificación del Destino de cada persona. Cada uno tiene su Parca al lado, muy cerca, que le define su vida, su felicidad, su destino. Sea Cloto, ya que ella regula la duración de la existencia de los mortales. Láquesis, una joven siempre alegre y feliz, que dispone y devana el cordón de nuestra existencia, o la Infalible Átropos, encargada de cortar el hilo de la vida, que según Plutarco, vivía sobre la esfera del sol, cuidaba la esfera terrestre, esparciendo sobre la tierra los principios de la vida y por medio de revoluciones particulares y útiles, mantenía la armonía general y conservaba el mundo.

@jocetalaigua

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[1] Barquero del Infierno

[2] Río Infernal.

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