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Dar el primer paso, el gran reto


¿Cómo es posible que la Paz sea causa de división? ¿Será qué vivir con tranquilidad y respetar la dignidad de las personas y que nos respeten la propia es algo imposible de soñar?

¿Cooperación y solidaridad no podrán ser la base de la formación de los colombianos, pertenezcan a la clase social que sea o vengan de donde vengan?

Por qué no rompemos con el lastre de violencia que antecede nuestros días en el que expresiones como esta: “Cada vez que salíamos del pueblo huyendo y cada vez que regresábamos pensando que ya se había acabado la guerra…” además de frecuentes representaban dolor y sufrimiento.

Todo colombiano lleva, de una forma u otra, una historia de aflicción que ha afectado a alguno de los miembros de su familia, a los vecinos del barrio o a los conocidos del pueblo a cuestas. Desaparecidos, secuestros, desalojos, asesinatos, dadas de baja y demás … millones de hogares que han vivido y que, pese a los avances en la materia, aún viven la aflicción de la violencia o las consecuencias que ella ha dejado en las personas.

Algunos con sed de venganza, incentivados por fuerzas ajenas a quienes conviene incentivar el rencor y otros, con total apatía y desinterés como si dijeran: “yo ya di mi cuota en la triste historia de este país, lo demás no me incumbe…” Un escepticismo ante el futuro alimentado por la desesperanza y, lo que es peor aún, la incertidumbre y el pensamiento de que cada vez será peor.

Es indispensable seguir adelante, no se puede perder lo poco o mucho que, en torno a la paz, ha permitido mitigar un poco esos estragos y abrir nuevos espacios. Un arduo trabajo que apenas está iniciando y que requiere del compromiso decidido de todos. No bajar la guardia, pese a los tropiezos que plantea la situación post conflictiva.

Para quienes no conviene que continúe evolucionando la transformación y el progreso que llevará a detener el enfrentamiento entre los actores del complejo conflicto significa perder las esperanzas, no de unos guerreros quienes por diferentes circunstancias se han visto ejerciendo un papel del que no son del todo o nada responsables, sino de las personas del común que desean trabajar para educar a su familia con dignidad y sin violencia, no para simplemente sobrevivir en un mundo caótico, especialmente para contribuir con honestidad a la construcción de una nueva Colombia, pluricultural y equitativa para todos sus integrantes.

Reconciliación y resocialización son dos principios fundamentales para emprender el plan de recuperación del país. Si las personas del común cambian su visión de la vida con un plan diferente de unión y asumen la vida de otra forma abriendo espacios al entendimiento, tratando de “ponerse en los zapatos del otro” para conocer su realidad y comprender sus circunstancias y de esa forma aceptarlo y acogerlo propiciando su proceso de incorporación a la vida cotidiana, el paso inicial al cambio será dado.

Un gran reto que solo tiene que ver con la voluntad de cambio y la intención de abrir espacios a la construcción de una nueva forma de vivir en esta hermosa nación que es Colombia.

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