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Equidad en todo sentido es lo que necesita Colombia


La academia define la equidad como una cualidad que consiste en otorgar a cada uno lo que se merece en función de sus méritos o condiciones. Como ciudadanos colombianos cada persona tiene derechos equitativos que protegen su integridad y que le son comunes a todas y cada una de ellas. Sin embargo, a través del tiempo, estos le han sido vulnerados por parte de algunos quienes al hacerlo se aprovechan de los demás utilizando todo tipo de métodos, principalmente de manera violenta, para apoderarse y obtener beneficios a costa del perjuicio de los demás.

Lo anterior se ha traducido en una historia de guerra, casi que permanente en nuestro país, con el dolor y el horror que ella trae y la detención y obstáculos al progreso y desarrollo de la nación, lo que ha impedido la evolución positiva y proactiva de la gran mayoría de los colombianos y sus familias, las cuales en general, arrastran innumerables recuerdos marcados por la violencia que el enfrentamiento entre unos y otros ha dejado a lo largo y ancho de nuestro territorio.

A costa del sufrimiento de unos y otros y, bajo un color o un partido del cual ni siquiera eran conscientes qué perseguían, muchos colombianos han servido de “idiotas útiles” a los intereses de unas cuantas familias, que incluso, sacrificando los recursos naturales y poniendo en peligro el bienestar y la integridad de los habitantes del país, bajo el título de dirigentes muy honorables han promovido el enfrentamiento para ejercer el poder y a través de él engrandecer y enriquecer cada vez más sus arcas.

La corrupción promueve las desigualdades, con ella la falta de equidad en la distribución de la riqueza y la cultura; se da a unos perjudicando a otros, generando así enfrentamiento e inconformidad máxime cuando se trasgreden aspectos tan importantes como la salud, la educación, la seguridad, el empleo, la vivienda, la cultura, entre otros.

Como no se trata únicamente de describir el panorama, resulta conveniente para construir el nuevo escenario que necesita el país, en la etapa de transición que atraviesa, revisar las bases que este cambio plantea si se trata de propender por una Colombia diversa e incluyente que ofrezca garantías para todos y garantice las condiciones propicias para la paz.

La conciencia debe primar antes que el deber, porque con ella las acciones estarán impregnadas de un deseo de justicia y equidad que propicie y genere igualdad e imparcialidad para todos. Este principio se reflejará en respeto por los derechos de los demás y en la necesidad de ejercer con el compromiso de obtener resultados que impulsen el desarrollo de las personas en general y por consiguiente del país.

Un tratamiento que considere las diferencias y cualidades de las personas necesariamente reconocerá el talento y propenderá por dar a cada uno un merecimiento natural acorde con sus competencias. Hay que destacar su importancia en el concierto nacional, tan vital como la de cualquier otra, integrar y reconocer las diferentes regiones y brindar oportunidades de desarrollo a todos sus actores.

La ilusión de alcanzar un país mejor nos debe llevar a persistir en el empeño, a no perder el foco pese a las circunstancias que a veces se presentan adversas, a no seguir la corriente al bombardeo de informaciones mal intencionadas y engañosas que lo que quieren es generar desconcierto y desesperanza.

El camino al cambio que requiere Colombia necesariamente deberá estar orientado a la creación de condiciones que garanticen la equidad en todo sentido y para las diversas personas que la integran.

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