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Con la vara que mides, serás medido


Utilizar un racero diferente para medir las mismas cosas es una costumbre inveterada en nuestro país. Los colombianos solemos “modular” nuestro parecer, dependiendo de que el argumento nos favorezca o no. Veamos algunos ejemplos:

Vemos en redes sociales a personas quejándose por la posibilidad que tienen algunos de “expresar su inconformismo” saliendo a las calles y obstaculizando vías, llamándolos “vándalos” y “facinerosos”, descalificando a esos “indios asquerosos”. Lamentándose de aquellos que obstaculizan el trabajo de las “gentes de bien” pues son vagos, mamertos y muy probablemente “hasta mariguaneros”. Convocan a alarido entero a las “Fuerzas del Estado” para que restablezcan el orden, al precio que sea necesario. Obviamente ello mientras las protestas sean cerquita, cuando las protestas son en Francia, admiran la vehemencia de los argumentos de los chalecos amarillos, así quemen buses. Cuando son en Venezuela, berrean por la feroz falta de humanidad de los “Agentes Represivos de la Dictadura”. ¿Al fin qué?, ¿la calle solo es una opción para quienes me simpatizan?

Durante ocho años, una especie de pandillita, seguidores acérrimos de su líder, en su condición de “Bancada de Oposición” en el Congreso, tenían como estrategia escabullirse de las plenarias y dañar los quorum para afectar el desarrollo legislativo del entonces presidente. Hoy, cuando es su partido el que está al frente del gobierno y los “actuales opositores” usan la misma estrategia de salirse del salón, “tirarse el quórum” y obstaculizar las votaciones, chillan y rabian aduciendo que son prácticas antidemocráticas.

Se aúlla con sentimientos de dolor y ofensa, con la queja de ser maltratados por los adversarios, que usan epítetos y caracterizaciones que son “injustas” e “injuriosas”, mientras trinan en los teléfonos usando adjetivos como “Sicario”, “Violador de Niñas” o “Pedófilo”, cuando se refieren a sus contradictores.

Con furia se reclama por la profesionalización del servicio diplomático en los gobiernos a los que se oponen y cuando gobiernan, se nombran cónsules y embajadores a personas que a duras penas terminaron su bachillerato y que tienen como mayor merito ser la mamá de un prestante abogado farandulero o ser el hermano de una senadora del mismo partido.

Y así sucesivamente. Obviamente solo hay una cosa que si miden siempre con la misma dimensión: “La Tajada”.

@avecesjekyll

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