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Noviembre negro


Existen situaciones y momentos que marcan a las personas y a los países. Ese es el caso de Colombia con el mes de noviembre que le tocó afrontar en 1985.

De la historia contemporánea del país podemos afirmar con plena seguridad que el mes de noviembre de 1985 fue muy significativo, tanto así que hoy –después de 33 años– el país sigue viviendo las consecuencias de lo ocurrido en dicho mes.

Fueron dos hechos que marcaron la historia del país y que se dieron en un lapso no mayor de ocho días de diferencia. El primero fue la 'toma' del Palacio de Justicia en plena Plaza de Bolívar de Bogotá, y el segundo hecho fue la avalancha que borró al municipio de Armero de la faz de la tierra como consecuencia de la erupción del volcán Nevado del Ruiz.

Nos ocuparemos primero de la erupción del volcán Nevado del Ruiz ocurrida en la noche del 13 de noviembre y que produjo una avalancha de lodo y piedras que –en la medida que fue tomando fuerza– arrasó con todo lo que encontró en su camino, en especial con la población de Armero, Tolima.

Armero era conocida como la ciudad blanca del país y era, tal vez para esa época, la segunda población más próspera del departamento del Tolima (se disputaba ese puesto con el municipio del Espinal) y se encontraba ubicada al norte de dicho departamento, con una población aproximada de 40.000 habitantes y con una economía basada en su gran mayoría en la agricultura, en especial el cultivo del algodón.

En ese municipio, no todo era alegría y prosperidad en 1985. Se habían acrecentado alarmantemente las voces que indicaban que Armero estaba en grave peligro ante la posible erupción del Volcán Nevado del Ruiz.

Dichas inquietudes se hicieron realidad durante la noche del 13 de noviembre cuando lo que era una hipótesis o rumor se convirtió en una trágica realidad y Armero fue borrada de la faz de la tierra, empezando allí una triste historia que hoy después de 33 años sigue marcando no sólo a los sobrevivientes de esa tragedia sino a todo el país.

Con lo sucedido en Armero pudimos constatar el absoluto desgreño e incapacidad en que estaba sumido el Gobierno Nacional, que lamentablemente no hizo nada para prevenir que dicha tragedia ocurriera y después de sucedida su capacidad de respuesta fue mínima frente a la magnitud de la catástrofe.

Recordemos como para la época el gobierno que encabezaba Belisario Betancur no prestó atención a las repetidas advertencias que en su momento hicieron los expertos al considerar altamente probable que la tragedia que ocurrió se iba a presentar en cualquier momento y que Armero se vería gravemente afectada por su cercanía al volcán.

En esa época era ministro de Minas y Energía el señor Iván Duque Escobar (QEPD) padre del actual Presidente de la Republica y en su calidad de ministro tuvo conocimiento de primera mano de dichas advertencias. Lo sorprendente fue la reacción que tuvo frente a las mismas.

Medios de comunicación importantes y serios –como la revista Semana– manifestaron que tanto el ministro de Minas y energía, Iván Duque Escobar, como el gobernador del Tolima, Eduardo Álzate, “tomaban jocosamente” el asunto de la posible erupción del volcán y las consecuencias sobre el municipio de Armero.

El Ministro también actuó de una forma despectiva frente a las manifestaciones que varios congresistas realizaron con el fin de que se tomaran las medidas a que hubiera lugar con el fin de evitar una catástrofe. En algunas de sus intervenciones calificó de ‘DRAMATISMO EXTREMO’ el pedido que hacían los parlamentarios y expertos en el tema.

El resultado fue la catástrofe que todos conocemos y que dejó asolado el norte del Tolima y 23.000 personas muertas sin contar los muchos desparecidos, heridos y mutilados.

Hoy, 33 años después se siguen sintiendo las consecuencias de dicha tragedia, Armero nunca pudo volver a ser la ciudad pujante que fue alguna vez, los sobrevivientes de la tragedia han continuado con su tragedia personal sin que los gobiernos de turno hayan colaborado efectivamente para lograr su recuperación. Pero, tal vez lo mas grave es que después de haber tenido que vivir una experiencia de esta índole el Gobierno nacional no aprendió y no tienen diseñados verdaderos programas que permitan afrontar una situación como la que se vivió ese 13 de noviembre de 1985. Para la muestra un botón: no hace muchos meses se presentó la tragedia de Mocoa, Putumayo, por el desbordamiento de varios ríos como consecuencia de las intensas lluvias. Y si bien no tuvo las proporciones de lo sucedido en Armero si dejó al descubierto la improvisación y poca preparación del Gobierno Nacional ante esta clase de tragedia.

El segundo hecho que marcó a Colombia ese noviembre de 1985 fue la toma a sangre y fuego del Palacio de Justicia ubicado en pleno centro de Bogotá por parte del grupo guerrillero M-19 y la retoma que horas después se hizo del Palacio por parte del Ejército Nacional.

El día seis de noviembre de ese año, miércoles, transcurría con absoluta normalidad. Era un día laboral, pero esa paz que se respiraba antes del medio-día fue interrumpida por una balacera que tuvo origen en el Palacio de Justicia.

Lo que sucedió después es una historia que ha sido contada por muchos actores y desde muchos puntos de vista y que casi todos los colombianos conocemos. Se habla de cerca de 98 muertos entre magistrados, abogados, miembros de la Fuerza Pública y, por supuesto, de guerrilleros del M-19 que participaron en la ‘toma’.

Ahora bien, lo que acá queremos resaltar es cómo esta ‘toma’ sigue hoy en día, después de 33 años, teniendo repercusiones en el acontecer nacional.

Hasta hace unos pocos días le fueron entregados a su familia los restos de Jaime Benítez Prieto que era el escolta del magistrado Alfonso Reyes Echandía. Durante tres décadas estuvieron visitando los restos que no pertenecían a su verdadero familiar.

Pero de igual forma hasta hace unos años se tenía certeza que el magistrado Auxiliar Carlos Horacio Úrán había muerto al interior del Palacio de Justicia, pero la comisión de la verdad que se estableció para investigar lo sucedido en la ‘toma’ y ‘retoma’ del Palacio concluyó que dicho magistrado habría sobrevivido al evento y que había salido caminando por su propia cuenta del Palacio. Luego, inexplicablemente, volvió a aparecer su cadáver carbonizado dentro de los escombros de dicho sitio.

Y así, durante estos 33 años se han ido conociendo las verdades de lo que ocurrió en el Palacio de Justicia entre el seis y siete de noviembre de 1985, llegándose en muchos casos a la conclusión que el accionar que las fuerzas del orden, al momento de la retoma del Palacio, actuaron con igual violencia con la que actuaron los guerrilleros al momento de la ‘toma’.

Ese hecho modificó altamente la historia de Colombia originando cambios en muchos aspectos de la vida nacional y hoy en día se siguen sintiendo sus consecuencias.

Fue pues el mes de noviembre de 1985 un mes que cambió a Colombia y a sus habitantes y así como el nueve de abril de 1948 cambió al país y lo lanzó a la modernidad del siglo XX, el noviembre negro al que hemos hecho mención también logro redefinir a nuestra amada Colombia.

Quedan muchas preguntas por hacer y por resolver en torno a ese fatídico mes y esa no es la tarea que nos habíamos fijado al querer recordar estos dos sucesos tan desafortunados. Queríamos recordar y analizar cómo todo un país y sus habitantes pueden ser impactados por unos hechos no sólo cuando ocurren sino que sus consecuencias se pueden seguir sintiendo muchos años después.

Esperemos que en Colombia no se vuelva a repetir un noviembre nefasto como el de 1985.

@DAGRAMAR2010

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