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Según los Arúspices, el Martes 13: día cabalístico


No es nuevo y tampoco reciente la aureola de misterio, temor y miedo, que aún habitantes de muchas partes de la tierra, sienten en nuestros días por la llegada del martes trece. Ese halo de fatalidad que se cierne sobre dicha fecha, aunque parezca raro, muy raro, tiene sus antecedentes en tradiciones y costumbres remotas, que arrancan desde tiempos míticos, pero que se acrecientan en épocas de las catacumbas en donde vivían hacinados y desplazados los primeros cristianos.

Sorprende que en nuestros días se encuentren tropeles de personas de diversas condiciones sociales y edades que afanosamente realizan toda clase de triquiñuelas y trampas tratando de eludir la manera de toparse con la llegada del fatídico día, pues según la tradición enraizada en la médula de sus almas y en las fibras de su espíritu, es de mala suerte que la llegada de dicha fecha y mucho más, si ésta se produce en Noviembre, ya que según los Arúspices[1] y agoreros será necesario unir fuerzas para combatir las energías negativas que se ciernen sobre la Nación colombiana.

El nombre de Marte siempre ha estado ligado a la guerra, entre los Babilonios es llamado Belo y es el primero en hacerle la guerra a los animales. En Egipto hubo un Faraón llamado Marte. En la Tracia fue llamado Odín, Dios de la Guerra. Entre los griegos fue llamado Ares y el Marte Latino, que hizo a Rhea Silvia, madre de Rómulo y Remo. Además, en la antigüedad, todos los Estados querían tener un Dios Marte, que llegara en el carruaje tirado por su hermana Belona, la guerra y acompañada de sus dos hijos: El Miedo y el Terror. En honor a Marte, los romanos desde el siglo III celebraban los Juegos Solemnes llamados Marciales.

La tradición fatídica que rodea dicha fecha, el próximo martes trece de noviembre, está ligada a muchos acontecimientos, unos míticos y otros de carácter religioso. Entre los antiguos griegos y latinos, el martes estaba consagrado a Martes (Ares), el dios de la guerra, la gente estaba sometida a un toque de queda y a la prohibición de hablar y de denunciar a los legisladores que profanaban el areópago o el Capitolio, con sus actuaciones corruptas. Martes, que además era un dios altanero, camorristas, desleal, pendenciero y tirano, había castigado a su fiel Allectrión, convirtiéndolo en un gallo, cuando éste se durmió y no le avisó la llegada de Helios y todos en el Olimpo se dieron cuenta que Afrodita, esposa de Vulcano, era su ardiente amante.

Los faraones egipcios consideraron este día de mal agüero, porque Tifón, el gigante que logró escalar hasta el cielo había nacido el día Martes. Igual sucedía con los antiguos turcos que ese día no emprendían ninguna clase de negocios. Pero fue la tradición judeo cristiana, a mediados del siglo IV, la que en cierto sentido contribuyó a alimentar una serie de cábalas, augurios y estigmatización alrededor del martes trece, ya que para los primeros cristianos, la última cena en la que participaron trece personas, se realizó el martes anterior a la Pascua Judía. Posteriormente le fueron agregando ingredientes tan maléficos que convirtieron dicha fecha en la más temerosa del calendario. El emperador Napoleón, quiso borrar el martes trece de su calendario. Para los norteamericanos tiene un influjo muy positivo, pues la mayoría de invasiones las ha realizado martes trece. El planeta Plutón fue descubierto el martes trece de marzo de 1930 por Clyde William Tombaugh, cuando apenas tenía 24 años. Para los amantes y enamorados es una fecha de mal augurio, pues cualquier cosa que se haga ese día deja al descubierto una impronta protuberante difícil de ocultar.

Según lo pregonan los supersticiosos y agoreros, el martes trece, es un día de mala suerte, pues según los arcanos es el tiempo favorito para que los hechiceros realicen toda clase de magia y también para las brujas, que en tropel salen de sus habitáculos, vuelan en sus escobas con la cabellera suelta al viento, elegantemente vestidas, despiden suaves y embriagadores aromas, se reúnen en algún sofisticado hotel del universo y ante los ojos de la muchedumbre, organizan sus aquelarres, declaman y hasta leen poemas. Queman incienso, beben ricos y sofisticados vinos y rones, fuman perfumados cigarrillos, cantan, gritan bailan y en el paroxismo de sus alegrías sacrifican, ya no como en la antigüedad que eran toro y machos cabríos, sino caballos asnos y algún que otro efebo desprevenido, el que sazonan con pócimas de alacranes, patas de ranas, ojos de murciélagos, tripas de caracol, lagañas dulces de ojos de cocodrilo y cuando ya lo tienen bien condimentado, antes de engullir vorazmente su presa, como premio a su sacrificio, todas realizan un strip tease.

Aunque para los astrólogos es un día de buena suerte, pues en el calendario Maya, que estaba dividido en 20 meses de 13 días, el martes correspondía al año del dragón. Yo de todas maneras, en este día conservo la tradición y las costumbre de Talaigua, mi tierra, en que los venerables ancianos y los arúspices, siempre nos decían “el martes ni te cases, ni te embarques, ni te vayas para otra parte”, porque suelen suceder muchas cosas. Y la voz de los ancianos es una voz muy sabia.

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[1] Voz que deriva del griego Haruga, que significa entraña o víctima.

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