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Bolsonaro


Y ganó Jair Bolsonaro la Presidencia en Brasil. Para nadie es una sorpresa lo ocurrido el pasado domingo 28 de octubre de 2018 cuando se llevó a cabo la segunda vuelta presidencial y se levantó con el triunfo tan particular personaje.

Esta victoria electoral de Bolsonaro nos debe permitir realizar una serie de reflexiones en torno a lo que viene sucediendo alrededor del mundo y, en particular, en Latinoamérica respecto a temas políticos

Empecemos preguntándonos cómo se entiende que no hace mas de 10 años en la mayoría de los países vecinos estaban gobernando proyectos de izquierda o progresistas, como se autodenominaban, y hoy en día en muchos de estos países gobiernan proyectos de derecha y en algunos casos hasta de corte fascista como muchos analistas dicen que será el gobierno de Bolsonaro.

Pues bien, se deben analizar y encontrar cuáles fueron las causas que llevaron a que se moviera ese péndulo político de la izquierda a la derecha en un término de tiempo tan corto, y considero que son dos la causas que fueron determinantes para este viraje, a saber, VENEZUELA y la CORRUPCIÓN.

Venezuela se ha transformado en los últimos años en ‘el coco’ con el cual se asusta en todos los países a sus conciudadanos tratando de que estos voten a favor de determinado grupo político diametralmente opuesto a lo que representa dicho régimen.

Ahora bien, nos preguntamos si son infundadas las prevenciones y miedos que generan el modelo de Estado que representa Maduro en Venezuela. La respuesta a esta pregunta no puede ser diferente a que son acertadas las prevenciones y miedos que existen en torno al tema Venezuela.

Es claro que Venezuela ha sido un fracaso como Estado, y que desde hace mucho tiempo lo que se tiene en el vecino país es una dictadura de corte izquierdosa, extrañamente sustentada con la complacencia y el silencio encubridor de los militares de dicho país.

¿Quién, en su sano juicio, podría negar que lo que hoy se vive en Venezuela no es mas que una dictadura que ha silenciado a la oposición de muchas formas? Entre ellas, con la fuerza, lo que ha derivado en un baño de sangre que ha sido presenciado de forma pasmosa por el mundo.

Agreguémosle a lo anterior la difícil situación económica que atraviesa dicho país que ha dado como resultado que muchos ciudadanos hayan tenido que emigrar a otros países vecinos en busca de un mejor futuro o, por lo menos, garantizar que no van a morir de hambre tanto ellos como sus familias, como parece les podría suceder si continúan en su país.

¿Quién, con este panorama, no le teme a lo que se ha convertido Venezuela? ¿Quién desearía que esto le sucediese a su propio país? Es claro que a nadie y de ello es que se aprovechan los políticos para infundir miedo y manipular al electorado.

Venezuela ha servido para querer amedrentar a mucho electorado a nivel internacional, tanto así que el mismo presidente Trump ha manifestado que si llega a ganar el partido demócrata las elecciones parlamentarias del 07 de noviembre los Estados Unidos iría rumbo a convertirse en otra Venezuela, esta advertencia no pasa de ser otro de los despropósitos garrafales de tan pintoresco personaje, como se puede pretender hacer creer a los norteamericanos que elegir uno de los partidos tradicionales que durante tantos años han ostentado el poder no puede ser entendido como un hecho indicativo de que ese país va rumbo a convertirse en la Venezuela de Maduro.

Pero si bien Venezuela esta sirviendo para asustar a muchos electores, también la aptitud que han asumido muchos representantes de centro izquierda y de izquierda frente a lo que sucede en ese país ha acrecentado dichos temores.

No sabemos cuál sea el trasfondo por el cual muchos de estos líderes de izquierda han optado del silencio, pero lo que si tenemos claro es que tales aptitudes ayudan a que el electorado se mueva a la derecha del espectro político, contribuyendo con el triunfo de proyectos políticos como el que encarna Bolsonaro en Brasil.

No hemos escuchado de ninguno de estos lideres verdaderas palabras de oposición o de reproche a lo que está sucediendo con el régimen dictatorial de Maduro en Venezuela. Parecieran que quisieran pasar de agache frente al tema o, en el peor de los casos, se podría entender que existe una aceptación tácita de lo que sucede allí.

Pues bien, frente a esa posición sinuosa de los representantes de la izquierda frente al modelo venezolano nos encontramos con la posición contundente y de mano fuerte que enarbolan los representantes de la Derecha, posiciones estas que en muchas ocasiones rayan en el extremismo, como manifestar que se debe resolver el problema venezolano por la vía de una intervención militar con las consecuencias que conllevaría una clase de intervención de este estilo.

Así como Venezuela es una de las causas directas para el triunfo de los proyectos políticos de derecha en América Latina, no podemos desconocer que otra de las causas es la altísima corrupción que se ha venido descubriendo en gobiernos de corte de izquierda que han gobernado en los últimos años.

Precisamente es en Brasil donde durante los gobiernos de Lula da Silva y de Dilma Rousseff se presentaron actos de corrupción que dejaron muy mal parados a sus líderes y hasta en la cárcel.

Le llaman el escándalo ‘Lava Jato’ y es la mayor operación de lavado de activos que se haya dado en el Brasil y en medio de dicho escándalo están personajes de la vida política brasilera, en especial las cabezas del Partido de los Trabajadores: Lula da Silva y Dilma Rousseff, y además se encuentra implicada la empresa estatal brasilera Petrobrás, conocida a nivel mundial.

Pues bien, lo antes descrito demuestra claramente que los actos de corrupción no son exclusivos de los gobiernos de derecha, sino que también se presentan en gobiernos de izquierda y que la gente al querer castigar políticamente a los implicados no se detiene a establecer a que lado del espectro político están representando dichos políticos corruptos.

Otro ejemplo de corrupción en gobiernos de corte de izquierda o progresistas es el que se viene conociendo a cuenta gota en Argentina y que salpica a los gobiernos de los Kirchner (Néstor y su viuda Cristina). Allí lo han llamado el escandalo de ‘los cuadernos de la corrupción’, ya que un funcionario del Gobierno encargado de transportar el dinero mal habido llevaba una relación pormenorizada de dichos traslados, anotaciones que realizaba en simples cuadernos de los que se utilizan para ir a la escuela a tomar clases.

De dicho escándalo se dice que los Kirchner tenían montada una sofisticada red que se encargaba de cobrar dinero a los contratistas que eran favorecidos con obras públicas que adjudicaba el Gobierno argentino.

Un último ejemplo de corrupción en gobiernos de izquierda lo encontramos en la propia Venezuela. No son pocos los rumores y denuncias que corren por todos los medios sobre la inmensa fortuna con la que cuentan y disfrutan los descendientes del desaparecido coronel Hugo Chávez.

En vida del coronel Chávez se hablaba con mucha insistencia de su rol de vida que no se compadecía para nada con su discurso de izquierda. Sus viajes, sus excesos, sus lujos son una demostración de que uno era su discurso y otra la realidad que vivía en lo personal.

Después de su muerte, son cada día mas fuerte las denuncias dirigidas a señalar a sus hijas y, en especial, a María Gabriela Chávez como dueñas de inmensas fortunas provenientes de las arcas públicas venezolanas.

Es claro, entonces, que la corrupción ha sido una nota característica de estos gobiernos de izquierda, sin que tengan autoridad moral que les permita distinguirse de esos gobiernos que tradicionalmente se han dedicado a desangrar las arcas públicas.

Era pues este el panorama que se presentaba al momento del triunfo de Jair Bolsonaro en el Brasil y que a su vez permitió su triunfo, panorama que para nada reconocía la labor de esos gobiernos de izquierda que habían gobernado relativamente hace poco tiempo.

Podemos decir que lo errores cometidos por dichos gobiernos de izquierda y sus altos grados de corrupción lanzaron a los electores de cada uno de estos países en brazos de propuestas abiertamente opuestas a dichos modelos.

Pero, ¿será ésta la solución que se le puede ofrecer a los electores que huyen despavoridos de todo aquello que huela a izquierda? ¿Será Jair Bolsonaro la respuesta apropiada a las prevenciones de los electores?

En principio consideramos que no lo es, lo que se conoce del presidente electo del Brasil nos permite manifestar que la cura va a ser peor que le enfermedad. Sus discursos misóginos, su abierta predisposición hacia los sectores LGBTI, sus comentarios sobre las personas de color, su marcado pasado militar, son argumentos más que válidos que nos lleven a dudar.

Así pues, podremos estar viendo en pocos años que el péndulo se vuelve a mover esta vez de la derecha con rumbo nuevamente a la izquierda y esto como resultado de que el electorado en América Latina no es un electorado con cierta formación política, sino que es un electorado que responde a impulsos y a efectos mediáticos.

Por el momento podemos decir que para los gobiernos de derecha se empieza a dar un nuevo amanecer.

@DAGRAMAR2010

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