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El país que le dijo NO a la Paz, y SÍ a la corrupción


El pasado domingo 26 de agosto de 2018, Colombia se citó en las urnas para ser consultada en un tema, el cual no tiene ninguna discusión: LUCHA CONTRA LA CORRUPCIÓN.

Sin embargo, el resultado no alcanzó para que los temas de consulta, se impusieran como mandato. En un país que en los últimos 28 años ha acudido en 16 ocasiones a las URNAS, en TRES OPORTUNIDADES para consultarles temas constitucionales.

En 1990, cuando se introdujo la séptima papeleta, el pueblo VOTÓ masivamente por el cambio de la CONSTITUCIÓN POLÍTICA de 1886, una CONSTITUCIÓN vieja, anticuada, muy conservadora y sin muchas herramientas para modernizar el Estado. Desde esa CONVOCATORIA, los temas de SEGURIDAD y CORRUPCIÓN han colmado las agendas de esas elecciones en las que se ha citado al pueblo a votar. La estadística nos dice que el pueblo no ha logrado demostrar en las urnas su madurez democrática, ya que se ha batido entre la paz y la guerra, pero hemos sido excluyentes y apáticos frente a los temas de transparencia y corrupción. Y, paradójicamente, el mundo occidental ha votado SI a la PAZ y NO a la Corrupción, siendo para Colombia indispensable terminar el capítulo de la Guerra, sobre todo cuando se trata del país que ha sostenido un conflicto por más tiempo, a la que pareciéramos ya haber estado acostumbrados.

Por eso no se entiende cómo, un país azotado por la violencia y la corrupción, le diga NO a la paz y SÍ a la corrupción. No se entiende porque el memorable febrero de 2007, el pueblo de COLOMBIA se movilizó con camisetas blancas en todo el país, diciéndole NO A LAS FARC. Se estima que más de 19.000.000 de colombianos salieron a las calles a alzar su voz en contra de la guerra fratricida y los métodos utilizados por las guerrillas en el país. Por eso considero que la forma como vota Colombia en cada elección, se parece más a bailar un bambuco, ya que damos dos pasos hacia adelante y cinco para atrás, lo que hace inviable cualquier proyecto social a través de la consulta de la voluntad popular.

Se le exige al nuevo Gobierno cerrar todas las filas, sin importar el partido o movimiento social, para que el país político entienda que la CORRUPCIÓN no puede seguir avante en una sociedad que debe buscar como fundamento de su política la EQUIDAD y, como resultado de ella, la prosperidad para todos, y no para unos pocos, como estamos siendo afectados actualmente.

Mientras esta sociedad no sea educada electoralmente, seguiremos siendo guiados por los caudillismos y los personalismos. No hemos logrado calar en la sociedad el mensaje de ENCUADRAMIENTO COLECTIVO. Es decir, no podemos seguir fluctuando políticamente como fichas sueltas, sin lograr estructurar la base de una sociedad, con sólidos principios de responsabilidad social.

Hay tres escenarios en los que debemos concentrarnos: 1. Sin una administración transparente es imposible implementar políticas publicas progresistas; 2. Sin el cambio del modelo económico, será muy difícil que la sociedad logre estabilizarse y 3. Sin una sociedad rutada hacia la convivencia pacífica, a pesar de las diferencias, muy difícilmente lograremos dar el gran salto social. Mientras la sociedad no esté educada y consiente de que la participación en las urnas no puede estar ligada a la contraprestación, no podremos exigir el ejercicio progresista de la administración pública. Y no fue sorpresa que los departamentos y regiones donde son se registran con más frecuencia los escándalos de corrupción, fueran los sitios donde no se apoyó masivamente la iniciativa de reformar el sistema político actual.

Le queda al Legislativo una enorme responsabilidad. La responsabilidad de ser capaz de AUTO-REFORMARSE y AUTO-CONTROLARSE. Es la oportunidad de reivindicación con el pueblo que los elige, porque, a pesar de ser la institución más mal calificada, cada cuatro años logra -a través del pago del voto- mantenerse sin siquiera perder el rubor.

Esta semana el exsenador ROBERTO GERLEIN (muy controvertido, por cierto, en todas sus actuaciones), RECONOCIÓ sin pudor alguno la 'cultura' -por lo menos en la Costa- de la corrupción del SUFRAGIO, y manifestó que hace parte de la ‘CULTURA’ electoral en el Caribe. Mintió al afirmar que esas prácticas nunca insidieron para conseguir sus triunfos electorales desde 1978, cuando llegó al Congreso, sin olvidar que en 1982 desempeñó el Ministerio de Obras Públicas.

El no HABER logrado el UMBRAL para decirle NO A LA CORRUPCIÓN, le dio fuerza al régimen que se fortalece por la debilidad de la conciencia nacional. Por ahora, hay que admirar el poder de convocatoria del presidente IVÁN DUQUE, quien logró convocar a todas las fuerzas políticas del país, para que por medio de un consenso se realicen todos los esfuerzos, dándose una última oportunidad al Congreso de la República para recibir los siete mandatos en contra de la Corrupción que se dejaron perder como oportunidad en la Consulta.

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