Muchas gracias por su confianza, muchas gracias por su apoyo y muchas, muchas gracias por su paciencia”, expresó este lunes el presidente Juan Manuel Santos en su alocución de despedida de los colombianos.
Al hablar desde el fondo de su alma, el Jefe de Estado recordó que él prefirió gobernar siguiendo el mandato de su voz interior y su conciencia antes que perseguir la popularidad de corto plazo y las encuestas.
En este sentido, afirmó que su conciencia le dijo que Colombia no podía resignarse a sufrir una guerra sin fin, como si fuéramos un país condenado a la violencia, sino que si existía una oportunidad de parar esta guerra había que intentarlo.
“Y lo intenté, con el apoyo y la generosidad de la mayoría de los colombianos y sobre todo de las víctimas de esa guerra, que fueron mis mayores maestras”, dijo.
Al respecto el Mandatario exaltó la generosidad, capacidad de perdón y reconciliación, el valor y el coraje que encontró en los millones de colombianos que no quieren que otros sufran lo que ellos sufrieron.
“Por las víctimas, por los campesinos desplazados de sus tierras, por las madres que han visto morir a sus hijos, por los que han perdido todo menos la esperanza, buscamos la paz”, manifestó.
Consideró que al lograrse la terminación del conflicto de más de medio siglo con las Farc, entre todos los colombianos pueden comenzar a construir una paz duradera, estable y que evite el surgimiento de nuevas guerras.
En este sentido, recordó una carta pública en la que un par de abuelos le dijeron una frase conmovedora: “Preferimos llorar en los cumpleaños de nuestros nietos y no en sus entierros”.
“Eso es lo que queremos todos los colombianos: vivir en un país normal donde los hijos entierren a sus padres y no al revés. Y eso es lo que ya estamos comenzando a ver”, sostuvo.
DEFENSA DE LA VIDA TIENE QUE SER UNA CRUZADA
De acuerdo con el Mandatario, en un año y medio Colombia ha avanzado más en la implementación de los acuerdos que en cualquier proceso de paz similar en el mundo.
Recalcó que “los asesinatos de líderes sociales son un dolor con el que me marcho, y la sociedad colombiana, como un todo, debe levantarse para protegerlos y para rechazar estos ataques”.
“La defensa de la vida tiene que ser siempre nuestra cruzada”, dijo.
A renglón seguido, consideró que a pesar de las dificultades, en el país se respira hoy un aire diferente: las noticias de secuestros, atentados y bombas ya no están a la orden del día.
“Los colombianos hemos recuperado el derecho y la alegría de recorrer nuestro maravilloso país”, subrayó.
Sostuvo que así como Colombia no podía resignarse a vivir en guerra, los colombianos no podíamos, ni podemos, quedarnos indiferentes ante los compatriotas que sufren la pobreza, preocupados por no poder llevar sus hijos al colegio o al médico.
“Nos falta camino aún para erradicar por completo la pobreza, para reducir las inaceptables diferencias entre los más ricos y los menos favorecidos. Pero en ese propósito orienté toda la capacidad del gobierno. Y lo cierto es que avanzamos con paso firme hacia una Colombia con mayor equidad y mejor educada”, dijo.
CUIDAR LA PAZ
“Por eso termino estos ocho años con serenidad: porque hice lo que me dictó mi conciencia, lo que consideré que era correcto, y hoy la paz queda en las mejores manos posibles: en manos de ustedes, queridos colombianos”.
Recordó que siempre dijo que la paz no era de él sino de todos los colombianos. “Hoy la dejo a su cuidado, como quien deja a un niño pequeño en manos de amorosos guardianes”, adujo.
“La paz es de ustedes. Cuídenla, defiéndala, háganla crecer y multiplicarse por toda nuestra geografía, en nuestros campos y ciudades, en nuestras comunidades y familias, en el interior de nuestras almas”, afirmó el Jefe de Estado en su emotivo mensaje de despedida.
MODERACIÓN Y UNIÓN
Reiteró que se va tranquilo y que se retira de la política y las veleidades partidistas y electorales, aunque reafirmó que seguirá trabajando, desde otros ámbitos, por las víctimas y por la paz.
“Me voy, lo digo con alegría, sin llevarme conmigo enemistades. Porque para pelear se necesitan dos, y yo, gracias a Dios, no albergo odios ni resentimientos en mi corazón”, dijo.
Recalcó que cumplirá su promesa de no molestar, de no intervenir y no ser “un aguijón en la nuca de mi sucesor”. “Cada presidente manda en su tiempo, y el mío termina mañana”, sostuvo.
“A mi sucesor, el presidente Iván Duque, le deseo lo mejor: todos los éxitos posibles, por el bien de nuestra patria”, subrayó.
“Les pido, los invito a que actuemos y pensemos con moderación. A no dejarnos llevar por los extremos, siempre dañinos, siempre polarizantes. A que tramitemos nuestras diferencias siempre con respeto por el otro, por el que piensa diferente”, instó.
“Los invito a que busquemos la unión, a que encontremos puntos de acuerdo sobre los temas fundamentales. Colombia, cuando está unida, se hace más fuerte. Nuestro potencial es enorme: no dejemos que la polarización nos limite”, concluyó el Presidente de la República. (SIG).