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Seguimos dando vueltas y no nos comprometemos


Cuanto nos cuesta olvidar y recomenzar, solo damos vueltas y vueltas al pasado, al rencor, a los deseos de venganza y el paso adelante en busca del cambio cada vez se torna más lejano y difícil.

Y mientras tanto acciones como reparación, reconstrucción, concretar, respetar, cumplir, entre otras, no toman curso, no encuentran el escenario propicio para dar lugar a la renovación que necesita el país. Se hace necesario bajarle a la presión y al individualismo que impide construir para todos; abrir espacios y nuevas oportunidades de crecimiento y desarrollo desde un punto de vista incluyente y constructivo que fomente en el país la reconciliación necesaria sobre la que se base el cambio.

Los enemigos de la trasformación son sin lugar a dudas, todos aquellos que se han beneficiado con los múltiples ataques que se han presentado por tantos años en medio de la situación de guerra que ha sufrido el país.

La corrupción y sus siniestros personajes que con ella han sacado provecho perjudicando y atropellando a los demás, vulnerándolos hasta en sus derechos primordiales, lo que se ve reflejado en el deterioro de la salud, la educación, la seguridad y la cultura del pueblo colombiano.

Y, aquellos que por no haber vivido en carne propia los dolores de la guerra, consideran el sufrimiento de las victimas como un tema más de las noticias, una información lejana que no demanda la participación o el compromiso de los demás en búsqueda de soluciones que planteen el cese de una situación de enfrentamiento, perjuicio y detrimento para unos y otros.

Es inminente sensibilizarnos ante las necesidades de los demás y deponer un poco la comodidad personal en pro de los demás, si aspiramos a alcanzar un cambio humanitario y equitativo que abra nuevas oportunidades para la vida digna de cada uno de los habitantes de este diverso y maravilloso país.

Dejemos atrás el pasado y demos el paso que Colombia y los colombianos urgentemente estamos necesitando.

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