No te pregunto… No me preguntes
- Opinión
- 1 jun 2018
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 18 may 2021

Cada día, desde hace varios meses, me asaltan con preguntas… ¿Qué piensas? ¿Por quién votarás? ¿Por qué? Y yo, siempre, mirándoles a los ojos les contestaba y les contesto: ‘mi pensamiento está condensado en las columnas que publico…’. Porque, ¿por qué debería satisfacer la curiosidad de quienes me preguntan? ¿Por qué permitiría que, impunemente, intenten colocarme otra etiqueta a las muchas con las que me han tratado de marcar? ¿Por qué facilitarles la tabla, no de salvación, sino de injurias? No profeso ningún ismo. Ni acepto etiquetas con sufijos ista.
Decía Ayn Rand que “La verdad no es para todos, sino para los que la buscan”. La cuestión –en estos tiempos de Fake News, insultos, Reficar e Hidroituango– es que la verdad es lo que menos parece interesar. Estos días son de fácil pronunciación de improperios… De generación de inquinas sin sentido. De ataques selectivos con palabras pronunciadas a gritos o escritas y difundidas a través de las redes sociales contra personas convertidas en ‘enemigas’, a pesar de que ni siquiera las conocen.
Así que mi conciencia y yo caminamos, y a veces trotamos, por el sendero que elijamos. Sólo debo coherencia a los principios que rigen y han regido mi vida.
Por mi parte, creo en los liderazgos surgidos de procesos ciudadanos que inspiran. Esos que son propositivos y se reproducen en una amplia escala de valores. No acepto liderazgos impuestos por ‘designios’ de un jefe ungido por pócimas emanadas de intereses específicos y direccionados en detrimento de la gran mayoría de connacionales.
No. No me interesa pregonar –como si hubiese obtenido el premio mayor de la lotería– el número o nombre de mis candidatos. Tampoco tengo que publicar los nombres y porqués de mis viejos o nuevos amores.
Empiezo por respetar mi derecho al ‘voto secreto’, primer peldaño para exigir que las demás personas lo respeten. Que respeten mis derechos a la intimidad y a la libertad de conciencia. Es mi libertad de pensamiento, mi derecho. Y el derecho de ustedes es que nadie les moleste por la opción que elijan, o porque no elijan ninguna. Porque este también es un derecho válido.
Sin embargo, concuerdo con lo escrito por Ayn en La Virtud del Egoísmo (1964): “El hombre es libre para elegir no ser consciente, pero no es libre para escapar a la sanción que merece la falta de consciencia: su destrucción”. Cada opción y cada acción implica consecuencias.
Además, lo que sí he dicho y escrito es por qué debo ejercer el derecho a elegir.
Yo voto para elegir a quien –con sus propuestas– se aproxime a lo que creo indispensable para transformar la realidad de este de país golpeado por la indiferencia, la inequidad, la corrupción, la desigualdad social y el irrespeto a los mínimos derechos fundamentales. Para que la paz y la reconciliación lleguen a ser realidades antes de que abandone esta vida por la que me tocó transitar.
He votado y lo seguiré haciendo, desde que tuve cédula de ciudadanía, por hombres y mujeres comprometidos con la transformación del país. A lo largo de los años, hubo quienes me decepcionaron con sus acciones, y también quienes avanzaron en la realización de los sueños colectivos. Es decir, el 17 de junio votaré por un candidato y sus propuestas, votaré por la paz de mi país y jamás por la casilla 'Voto en blanco'.
Así que, por favor, voten por quien quieran, y no me pregunten por quién votaré. Yo no preguntaré por quién lo harán, o si lo harán.
@Cpenavisbal
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