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Respeto para todos, un valor que no admite discusión


El sentido familiar, la amistad, el compañerismo, la solidaridad, el trabajo comunitario en momentos como el que vive Colombia parecen afectarse porque unos quieren influir sobre otros con el fin de lograr lo que cada uno considera debe ser, olvidándose del propósito general que nos debe guiar: construir un país en paz, incluyente y solidario donde las oportunidades de crecimiento y desarrollo sean para todos.

Allá no podemos llegar con mentiras, calumnias, manipulaciones y demás; se hace necesario respetar las diferencias, comportamiento que cobra aun mayor valor en una nación caracterizada por su diversidad en todo sentido como lo es la nuestra.

Cada persona tiene un gran valor y cumple una función importante en la sociedad por ello el respeto que debe impulsar nuestras acciones no permite desprestigiar o discriminar a alguien porque realiza una actividad u otra. Es tan importante y digno quien lleva los documentos o vende las frutas, como quien diseña y construye edificios, puentes y carreteras, igualmente aquel que se desempeña como gerente, financista o senador.

No hay una razón válida para referirse a una actividad con desprecio, desconociendo la función que cumple en la sociedad. Proteger la seguridad de las personas requiere de quien lo lleva a cabo, conocimientos que van más allá de la academia; exponer su vida para cuidar la de otros es tan loable y meritorio que no admite discriminación alguna.

Ni que decir de aquellos que dedican su vida a la enseñanza aportando no solo saber a sus alumnos, sino despertando en ellos el entusiasmo que requiere emprender la vida activa, orientando su rumbo, sembrando esperanza, marcando pautas de comportamiento, en fin, una relación que tiene que ver con el presente y futuro de las generaciones; ¿cómo señalarla de inútil e intrascendente?

Así podríamos describir todas las actividades el artista que recrea el mundo, el médico, el agricultor, el conductor, los militares, en fin… Sea el que sea, piense lo que piense, inclínese por quien se incline, merece respeto un valor que blinda a la familia, la sociedad, al país y al mundo en general.

La base de la convivencia pacífica se basa en el respeto de unos por otros, preservemos nuestros valores no nos dejemos influenciar o manipular por aquellos que buscan indisponernos unos contra otros con el propósito de divide y reinarás”.

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