top of page

Mis Privilegios por ser hombre


Tuve la oportunidad de compartir con un grupo de señoras solteras mayores a 50 años en el fin de semana, y por un momento se conversó sobre la oportunidad y deseo de volver a tener pareja, lo que escuché me aterró: “imagínate, uno a esta edad cuidando a un viejo cacreco”, “lavar calzoncillos ajenos”, “esperar las dos veces al mes que se la pare y tener que tirar”. Esa conversación habría sido muy distinta de haber sido hombres mayores de 50 discutiendo sobre lo mismo y la mayoría de sus reparos no estarían asociados al género; porque los hombres contamos con muchos privilegios por el simple hecho de tener pene desde que nacimos. Privilegios que rara vez revisamos y rarísima vez cedemos. En esta columna quiero resaltar algunos que pude reconocer.

Las probabilidades de ser contratado en un trabajo, cuando compito con aplicantes mujeres, están a mi favor. Y sí, múltiples estudios sociales nos indican que los hombres somos percibidos como mejores profesionales que las mujeres y esto es un factor importante a la hora de decidir quién recibe un puesto o es ascendido. El simple hecho que es seguro que no pariré, me abre puertas, pero no solo eso, asumimos que es más fácil para un hombre viajar, realizar trabajo de campo en lugares inhóspitos, negociar con otros hombres, etc.

Es difícil ceder este privilegio, porque hacerlo también atenta contra las capacidades que se presume que se tienen, sin embargo, cuando estén en una situación de poder, contrate mujeres para estos roles, contrate mujeres que quieran tener hijos o quienes ya los tengan, así al menos se equilibra la balanza y se hace menos justo el mundo que ya nos ayudó a poder estar en una situación de escoger personal.

Cuando realizo acciones que normalmente son entendidas para mujeres, recibo muchos aplausos. Esta me pasa mucho, yo lavo, limpio, organizo y cocino en mi casa. Le hago a mi pareja el almuerzo todos los días y soy quien impone el estándar de limpieza y orden. Cuando veo que mujeres realizan las mismas actividades que yo en mi casa, pasan absolutamente desapercibidas, y cuando son de mi edad y clase social, son catalogadas de pasivas, bobas y subyugadas, sin embargo, no es más que cuente que le hice de almuerzo a Lore, mi hermana y primita y me miran como si fuera el hombre más bondadoso del mundo (lo peor es que me lo creo). Valoremos el trabajo de cuidadores hágalo quien lo haga, y tratemos de al menos hacer el 50 por ciento de las labores de la casa.

Todos los parámetros sociales están hechos a mí medida. Al menos el 90% de las películas o libros que leo son hechos por hombres, que escriben para personajes de hombres y de mujeres, he podido siempre escoger figuras masculinas “fuertes” de un inmenso pool de cultura popular, las canciones hablan de mis problemas, la ropa que me pongo está diseñada para que sea cómoda y esconda mis defectos, la fotografía y pinturas a las que he sido expuesto siempre son desde una mirada masculina, la belleza es entendida como yo la entiendo y he visto en cientos de historias como hombres gorditos son exitosos. Se espera que mis hijos lleven mi apellido y no el de mi esposa y que yo sea el jefe de mi hogar.

Cada uno de estos privilegios son torturas para nuestras contrapartes femeninas, démosle la oportunidad a autoras y directoras, no juzguemos la ropa que escojan las mujeres en sus vidas y boicoteemos cualquier mensaje popular patriarcal que oprima a la mujer a expensas de la comodidad y privilegios de nosotros.

Mi capacidad y habilidad de tomar decisiones importantes nunca está en duda dependiendo del día del mes. Esta es de las más horribles y difícil de entender como un privilegio, pero jamás nadie me ha mirado raro al final de una frase y ha asumido que tengo un desbalance hormonal que me hizo decir lo que dije. Imagínense lo humillante que sería. Nunca he sentido la necesidad de ser tomado en serio ante otros hombres y jamás se me ha pasado por la cabeza que no me toman en serio porque es 28, y no es porque no haya tenido malas ideas o porque no haya tomado decisiones irracionalmente, porque claro que lo he hecho, pero mi juicio no ha sido puesto en duda por mi género, jamás. No puede ser que sigamos reproduciendo este comportamiento chauvinista y opresor, no dejemos pasar esos comentarios por alto, que bastante daño que hacen.

Tengo el privilegio de no ser consciente de mis privilegios. Puedo vivir mi vida entera sin siquiera pensar un momento sobre todos estos privilegios, vayan y pregúntenle a cualquier mujer que conozcan si cuenta con la misma suerte. Si nunca ha pensado que la objetivizan, si nunca ha sentido que algún idiota asume que por su sexualidad ha tenido mejores oportunidades, si no ha tenido que siempre cerrar las piernas cuando se sienta, si es de temperamento fuerte es una arpía, sino, es una boba, si tiene sexo con varios una perra, etc.

Los hombres tenemos una responsabilidad inmensa con las mujeres, en algunos casos debemos repararlas por la opresión sistemática a la que las hemos sometido, por ejemplo, escoger mujeres a cargos de elección popular, contratar mujeres, etc. En otros casos no se trata de reparación, pero de equidad, respetar a las mujeres y asumir de ellas lo mismo que asumimos de los hombres.

Querido amigo, si en algún lugar de este escrito sintió que estoy exagerando, o se dijo en su cabeza: tampoco es para tanto, revise sus privilegios, y pregúntele a otras mujeres que piensan. Por ejemplo, si no es un privilegio ponerles su apellido a sus hijos:

¿Por qué no le ponen el de ella?

Amor y paz

bottom of page