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La lucha continúa


Por estos días, celebramos los 60 años del voto femenino en Colombia. Por primera vez, el 01 de diciembre de 1957, las mujeres acudieron a las urnas, con su cédula de ciudadanía, para ejercer su derecho a elegir. Este hito fue el resultado de una serie de victorias políticas de un grupo de mujeres sobresalientes, denominadas las sufragistas. Esmeralda Arboleda, Ofelia Uribe, Georgina Flechter, Josefina Valencia y Aydee Anzola, entre otras, lucharon durante décadas y lograron que las mujeres colombianas adquiriéramos la ciudadanía y los derechos civiles, el derecho al patrimonio y el acceso a la educación y la cultura, por mencionar algunos.

Nunca me hablaron de esta lucha histórica ni en el colegio, ni en la universidad, afortunadamente hoy existe el internet, que no deja que creamos que la historia fue forjada únicamente a punta de bala, por prominentes generales y presidentes de la República.

Haciendo una búsqueda rápida, me encontré algunos argumentos interesantes en contra de las iniciativas que buscaban reivindicar los derechos de las mujeres, que hoy me gustaría repasar algunos. Un representante a la Cámara, de cuyo nombre no quiero acordarme, afirmó que pidiendo su derecho al patrimonio las mujeres estaban quebrando el cristal que las protege y las defiende. Un reconocido periodista de la familia Santos escribió sobre el voto femenino, afirmando que era un avance hacia la quiebra social, la desorganización de la familia y la ruina moral. Finalmente me encontré que algún Ministro de apellidos rimbombantes, se opuso a las iniciativas de las mujeres, alegando que nuestro temperamento pasional podía entorpecer el progreso de la nación.[i]

Todavía hoy, escucho estos mismos argumentos en otros contextos. Ayer me enteré que una tía política no sabe manejar moto y no puede aprender porque su marido no lo considera necesario, y mi papá está de acuerdo con esto porque manejar moto resulta peligroso para las mujeres, es decir, se restringe su libertad y autonomía, por su propia protección. Lo mismo que los papás, los novios, amigos y familiares, le dicen a las mujeres sobre salir solas o tarde en la noche. Por otro lado, ¿Cuántas veces no hemos escuchado la expresión que en una casa se nota la mano de la mamá? O que a esos niños les falta mamá cuando son desjuiciados? ¿Por qué no les falta papá? ¿Será que sutilmente la organización de la familia sigue siendo una responsabilidad femenina? Y ni hablar del chiste de que la jefa “está en sus días”, para explicar la manera en que imparte decisiones.

Hemos logrado mucho, pero esta lucha continúa. Los argumentos machistas amparados casi siempre en la cultura y las buenas intenciones, nos siguen obstaculizando el camino hacia la plena libertad, autonomía, autodeterminación y el ejercicio pleno de nuestros derechos, y nosotras lo permitimos cada vez que callamos.

La mejor forma de honrar la memoria de esas mujeres valientes, es librando las batallas que nos corresponden, se trata de votar, pero sobre todo se trata de decidir. Decide por ti. Cada vez que alguien te controla la entrada, la salida, tus amistades, el uso de tu tiempo o las decisiones que conciernen a tu cuerpo, estás perdiendo la batalla y perdemos todas.

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[i] El Eafitense. (2017/02/27) Ni siervas, ni esclavas: ciudadanas al igual que los hombres. Recuperado de: http://www.eafit.edu.co/medios/eleafitense/107/Paginas/ni-siervas-ni-esclavas-ciudadanas-al-igual-que-los-hombres.aspx

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