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Xenofobia, un mal que ataca a los colombianos


El calvario que viven los venezolanos que llegan a Colombia en busca de mejores oportunidades es inadmisible. A diario desfilan personas del vecino país con carpetas bajo el brazo, repartiendo hojas de vida, en su mayoría sin permiso para trabajar. Ellos, que llegaron con la ilusión de mejorar la calidad de vida de sus familias, son a diario rechazados, maltratados verbalmente y de paso psicológicamente por el solo hecho de venir de Venezuela.

No es posible que los colombianos seamos así, odiosos mal llamados 'patriotas' cuando somos conscientes que también los colombianos forman colonias en diferentes partes del mundo, no hay derecho a cerrarle las puestas a quienes nos necesitan.

También muchos colombianos migraron a Venezuela en tiempos de bonanza y ahora están regresando con sus hijos y nietos venezolanos, colombianos que lo perdieron todo y regresan a casa en espera de ser aceptados.

No hay derecho que las fronteras nos hagan egoístas y nos vuelvan xenofóbicos cuando de ayudar se trata. Tenemos puesta la camiseta de la paz, una paz que a sabiendas será demorada, pero debemos comenzar por ahí, tratar bien a quienes necesitan de nuestra ayuda.

La cifra exacta de venezolanos en Colombia, no la tiene ni migración, pues unos vienen con pasaporte y otros no, pero el reporte de migración es que en el país hay 51.000 personas con permiso para quedarse y han ingresado aproximadamente 263.331 a julio de este año. Tal parece que esa cifra es mayor y se hace necesario que se les aporte con empleo un trabajo digno, ellos que vienen a aventurar, aparte de tener que correr con la legalización de estadía, no pueden obtener fácilmente los permisos para trabajar, lo que los hace vulnerables a salarios paupérrimos y ser víctimas de trata de personas (entiéndase trata de personas no solo como explotación sexual, pues al no recibir un salario digno por el trabajo, es considerado como trata) y en los peores casos, como comenta uno de ellos: “nos tratan de ladrones y delincuentes, solo por ser venezolanos, porque alguno hizo algo mal, el resto tenemos que sufrir las consecuencias”.

Quienes hemos tenido la oportunidad de salir del país, sabemos lo que es estar alejados de casa, de extrañar a los nuestros y lo difícil que puede llegar a ser adaptarse a la cultura o costumbres a donde vamos. No imagino ese vacío que puede sentir una persona cuando solicita trabajo y de entrada le niegan la oportunidad, con el único criterio de la nacionalidad. He tenido que tragar saliva para no llorar cuando escucho historias, como la siguiente:

Dice Miguel Ángel “salimos a pasar solicitudes, entrábamos a los negocios y solo al escucharnos nos decían que no, es frustrante sentir eso. Cortos de dinero y con deseo de conseguir trabajo nos turnamos para pedir de comer en las panaderías”.

El único pecado de los hermanos venezolanos es su nacionalidad. Las fronteras no deberían definir las capacidades, ni deberían cerrar las oportunidades, no sólo para los venezolanos, para todos quienes migran a buscar una mejor calidad de vida.

Ahora entiendo cómo deben sentirse nuestros hermanos latinos en Estados Unidos y más aún, los mexicanos que son en su mayoría quienes pasaron la frontera en busca de un sueño. Miles de personas que pasaron y no pueden regresar, han dejado todo en su patria para recibir ¿qué?, la respuesta la tienen quienes no han podido volver, quienes se han perdido la infancia de sus hijos y quienes lloran y añoran el regreso.

Los colombianos debemos ser más conscientes de la cruz que están llevando quienes vienen en busca de nuestra ayuda, debemos apoyar, ser mejores personas, esto hace parte de la construcción de paz, y la paz se construye entre todos, cuando aprendamos a ser tolerantes y vivir para servir.

Mi solidaridad y aprecio a mis hermanos venezolanos. Vendrán cosas mejores y ustedes con sus familias, volverán a ver florecer a Venezuela.

Para mis hermanos compatriotas hace unos años leí que “quien no vive para servir, no sirve para vivir”.

@WillyPeriodista

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