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Laudato Si: compromiso en favor del ambiente sano y del respeto por los pobres


La visita apostólica deja un mensaje claro: estamos viviendo momentos históricos que requieren compromisos de la misma talla

Ha pasado una semana desde que el Sacerdote Jesuita, hoy Pontífice Romano: FRANCISCO I, diera su primer paso por Colombia. Su visita, luego de 31 años de ausencia de un Pontífice Romano, más allá de las especulaciones y de la emotiva devoción de quienes lo siguieron por las ciudades que visitó, deja un mensaje directo al mundo, que volvió sus ojos a Colombia, para rezar juntos el ÁNGELUS DOMINICAL desde Cartagena de Indias, y pensar que la paz, la reconciliación, el perdón, la concordia pero ante todo el compromiso de no repetición de actos de violencia o propagación del odio, son posibles.

Cerca de 260.000 víctimas del conflicto armado en los últimos sesenta años, dos millones de desplazados y una sociedad entera carcomida por esos ecos de violencia, requerían el mensaje de un líder que congregara la voluntad de una nación, tarea que a los políticos, le quedó grande.

No es para menos. La sociedad colombiana, así como se acostumbró a convivir en medio del conflicto, que en medio de metrallazos o el ruido de las motosierras tambien celebraba los triunfos de partidos de fútbol, reinados de belleza o a tal cual deportista que hizo lucir con orgullo camisetas tricolores y medallas ganadas a pulso. De la misma manera, como sociedad nos hemos vuelto permeables ante la mayor enfermedad que sufre hoy nuestra cultura: la de la corrupción. Y es que esta enfermedad maldita cundió todas las instancias, hasta las cortes de justicia, templos sagrados de la guarda y preservación del espíritu como Nación, que hoy han sido profanados, por herejes infiltrados por el dios de este siglo: el dinero.

MENSAJE EN MEDIO DE LA TORMENTA: LAUDATO SI

En mayo de 2015, el mundo entero recibió la encíclica de este Papa, como un mensaje no de alerta sino de confrontación entre el querer ser y el deber ser de la sociedad moderna y consumista.

LAUDATO SI: interpela a los gobiernos y les exige soluciones radicales ante los graves problemas de hambre, pobreza y desigualdad que no son admisibles en una tierra eminentemente rica en fauna, flora, agua y toda clase de recursos naturales. Una vista al pobre, desgraciadamente la mas triste de las profecías, fue pronunciada por el Redentor del Mundo: “A mi no siempre me tendréis, pero a los pobres siempre los tendréis entre vosotros…” Y pareciera que los líderes políticos se ensañaron para que esta sentencia se cumpliera en Colombia. La corrupción, que ha minado todo nuestro sistema político y administrativo, se siente tanto en las calles de Cartagena como en las rancherías de la Guajira. Es la misma hambre de quien ambula por las calles frías y distantes de ciudades como Bogotá o Medellín. Es la misma pobreza que se siente en las tierras áridas ya cansadas de tanta sangre e ignominia. Es la misma escasez que se ve en la mesa de los campesinos que ven menguadas sus posibilidades al tener que adquirir insumos costosísimos y vender sus productos al precio de las grandes mafias agrupadas en las centrales mayoristas de abastecimiento de alimentos. ¿Qué pide el ciudadano cansado? Un cambio de todo el sistema, en el que el dinero no sea el rasero para competir, sino que sea el medio para homogenizar a la sociedad con igualdad de oportunidades.

El mensaje fue claro, quien aspire a una vida llena de lujos, de autos de alta gama, de ir a los clubes, de percibir muchos ingresos y vivir holgadamente: NO se meta a la política… ¡Qué mensaje!, para esta casta de politicastros que sin medimento alguno arrebatan de la boca del pobre las migas para ensanchar sus lonas ya dilatadas de su propia concupiscencia. Los familiares de estos políticos y ellos mismos, acudieron a los eventos donde el Pontífice hundió el dedo en la llaga, comulgaron camuflados entre la muchedumbre, cubrieron sus ojos con lentes oscuros –no por el sol, pues este no salió– para cubrir la propia vergüenza de acudir a un escenario donde solo se había convocado a los pobres, para recibir la grandeza de la Palabra que salva, pero esa actitud fariseíca los condenará mas abundantemente.

La naturaleza entera gime, no soporta mas el abuso de los poderosos, quienes son los causantes de la mengua de la calidad de vida en el planeta. Los huracanes y las tormentas tropicales son el resultado del egoísta actuar de los poderosos. El accionar de misiles y bombas hidrogenadas ha convulsionado la atmósfera. El padre que le niega el sustento alimentario a sus hijos provoca las lágrimas de sed de una generación que se levanta algarete de leyes inútiles e inválidas para promover una sociedad mas justa y equilibrada. El consumismo de hoy, la enfermedad que acaba con este siglo, ha sido denunciada con la palabra LAUDATO SI.

REPENSANDO UNA SOCIEDAD EN CRISIS

Escuchar cada homilía nos hace reflexionar sobre las palabras clave de esta visita: El perdón y la reconciliación. Perdón para sanar; reconciliación, para avanzar. Somos concientes que no podemos repensarnos como sociedad, hasta no deponer nuestras propias deficiencias. No podemos dar el paso, hasta que la herida de la guerra no haya sido sanada. Es por eso que el evangelio, sea predicado por quien sea predicado, invita precisamente a esa reconciliación necesaria para que una sociedad pueda liberarse del yugo de su propia y continua destrucción, para poder dibujar en medio de la esperanza y en medio del anhelo, una nueva era que nos permita como grupo social participar en conjunto de las decisiones trascendentales que determinarán nuestro destino.

Recibimos la exhortación, para dar el primer paso, enfrentando las angustias de una sociedad sufriente.

Una invitación a proteger la vida en todas sus formas, una invitación a cerrar la brecha. Todo esto también nos hace reflexionar que de nada valen los discursos y los angustiantes llamados para acabar con la desigualdad, si no podemos desbloquear la coyuntura actual de forma de gobierno que nos aqueja.

A una semana de la partida del Pontífice, y ya estalla otro escándalo en las empresas ‘prestadoras’ de salud del régimen subsidiado, que impide el acceso a la salud digna a niños, ancianos, mujeres y hombres, que imploran por atención a sus dolencias y, por lo menos, un acompañamiento digno para sus últimos días de vida.

Si esas reflexiones epistolares no conmueven la conciencia, hemos perdido el tiempo como sociedad, en el mundo de una ética invertida, y el desenlace del sálvese quien pueda. Lo triste es que sólo pueden los que siempre han podido, los poderosos, los que ostentan el poder en todas sus formas. El llamado es a poder superar el discurso y promover la acción. Cumplimiento no, dijo Francisco I, compromiso si. Este es el gran desafío: el de comprometernos individualmente para superar la indiferencia colectiva.

PD: accende lumen sensibus, infunde amorem cordibus, infirma nostri corporis, virtute firmans perpeti.

"Enciende con tu luz nuestros sentidos; infunde tu amor en nuestros corazones; y, con tu perpetuo auxilio, fortalece nuestra débil carne". (Oración rogativa del Latín, con ocasión de la instalación del Concilio Vaticano II).

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