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Concordia


El nuevo argumento de Luciano Marín para amenazar con su retorno a la guerra, es apelar a la “concordia nacional”.

En su reciente alocución televisada, alias ‘Iván Márquez’ afirma que si se cae la JEP y renace la extradición de miembros del “grupo aún armado” (aparentemente 60 por ciento menos, pero no hay prueba de ello), fracasaría el proceso de paz entero. Tal es su respuesta a la Corte, al Fiscal General, al embajador Whitaker y a la ‘chambonada’.

¿Habrá algún alma caritativa que le explique a ‘Márquez’ que la JEP no es una herramienta diseñada para evadir la justicia, sino para aplicarla? ¿Habrá manera de recordarle que lo fundamental del proceso es su sometimiento a la ley y no un atajo para otorgarles inmunidad?

El “pobre Iván” ya sabe la JEP le funciona al 80 por ciento de la guerrillerada, quienes no cometieron graves infracciones al DIH ni crímenes de lesa humanidad. Pero los beneficios de la JEP no le aplican a él ni a sus compañeros de pilatunas en el Secretariado.

Su amenaza esconde un pretexto individual y personal para “taparse con la misma cobija” de aquellos que el país no tiene inconveniente en recibir para que dejen de echarnos bala. Esos 10.000 rasos y milicianos que se concentraron y entregaron armas, que hoy rumbean y procrean felices, empezando a darse cuenta que ya no son esclavos de quienes los han manipulado desde que los reclutaron. Los mismos que ya no tienen ni cinco de ganas de devolverse al monte, así les pinten pajaritos preñados y les prometan sueldo y la tal “toma del poder por la revolución”.

Lo de Rodrigo, Luciano, Seusis Pausias, Henry, Hernán Darío, Julián y Félix Antonio no es igual a lo de Pedro, Luis, Juan o María. La suerte de Tanja, Facundo y Manuel Olarte se parece más al destino de Juvenal, Nayibe o Eugenio, estos dos últimos olvidados y jamás reclamados en la Mesa, tratados como desechables por alguna razón desconocida y oscura. Resulta obvio el discurso calenturiento del “pobre Iván”, fruto de su miedo personal a verse enfrentar cárcel y perder la sumisión de los otros que disparaban por él. De sentir que le están quitando ‘la chequera’, esa misma que hoy reclama después de haberla negado. De ver hundido su discurso irreal y caduco, que nadie con los pies en el Siglo XXI cree. El Secretariado es lo que llamamos unos ‘ventajosos’. Su táctica es la del “vivo que vive del bobo” y actúan con “la doble”: por un lado ganan ellos y por el otro pierden los demás. Es su lógica interna, que sólo les funciona cuando tienen disponible el recurso de la tortura y el asesinato.

Basta recordar la crueldad narrada por muchos desmovilizados que describen los fusilamientos por cualquier razón trivial, las purgas internas de rasos acusados de infiltrados, amarrados y con la pita al cuello, recibiendo la orden de cavar sus propias fosas. Una orden sistemática, impartida con frialdad calculada para crear pavor entre sus filas.

Sería bueno recordarle a Henry ‘Romaña’ que el Gobierno le cumplió a 58.000 personas que se desmovilizaron entre el 2002 y el 2016 (fuente ACR ). No debería armar tanto show por los ocho o diez mil que ya están concentrados, manteniéndolos sicológicamente ‘cautivos’ con la mentira de que no les van a dar las prebendas acordadas y adoctrinados con el discurso de la ‘democracia avanzada’ y la profundización de la vía política.

La ‘concordia nacional’ que reclama Luciano Marín ya está expresa en las encuestas. Su reclamo se parece mucho al llamado desesperado a ‘la unión’ que cada rato hace el Nobel. Y ambos hablan del “gobierno de transición”. La respuesta a ese discurso la veremos en 2018, cuando el Pueblo Soberano se pronuncie en pro de recuperar una democracia republicana que nos garantice una paz justa, real, creíble, sostenible y duradera.

Otro tema: he escrito estas líneas desde Ocaña, Norte de Santander. Tuve la triste oportunidad de recorrer la variante Río de Oro - Aguachica - Gamarra y vi las huellas de la peor desidia y corrupción: predios sin negociar, viaductos en obra negra, tramos de obra suspendida que son trampas mortales, casitas campesinas abandonadas con pintadas del EPL y la soledad profunda de un paisaje agreste y exuberante, que cruza selva, montaña y neblina para ocultar la miseria de la coca. Y el peaje cobra.

La maquinaria que debía terminar la Ruta del Sol se oxida arrumada y no hay un obrero que mueva un palustre entre Puente Lebrija y Morrison. Si la Ruta 70 es un escándalo, la Ruta 45 no lo es menos. El flamante aeropuerto de Aguachica, inaugurado con pompa y boato por el ex Vicepresidente, no funciona, no está equipado y a duras penas se resiste a que se lo trague la maleza. Vuelvo y pregunto: ¿Así se construye ‘La Paz’?

Ñapa: Si los decretos de mayo fueron una ‘chambonada’, no encuentro adjetivos para calificar el contenido del Acto Legislativo 01 del 4 de abril de 2017. ¿Qué pasará con su reglamentación? ¿Qué irá a decir la Corte?

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