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Las negociaciones del Gobierno y del ELN en Quito


'Reflexiones irresponsables'

A pesar del escepticismo que existe en distintos sectores del país sobre el futuro de las negociaciones entre el gobierno y el ELN, pasadas tres semanas de conversaciones, todo indica que por lo menos se ha creado un ambiente de respeto y de clara discusión, si nos atenemos a las declaraciones del jefe de la delegación del gobierno, Juan Camilo Restrepo. Sin embargo, hay que dosificar el optimismo, sin caer en el pesimismo total, abriendo un compás de espera para poder constatar con mejor información, los avances o retrocesos que se vayan presentando en el seno de la mesa de discusión, que hasta ahora está en las primeras de cambio.

Sería obtuso desconocer los motivos que llevaron a los colombianos a desconfiar de la buena fe de los guerrilleros de las Farc y del ELN en los últimos intentos negociadores, pero que por equis o ye motivo, han logrado cuajar en el caso de las Farc.

No son muy conocidas las razones reales que llevaron a esta impredecible organización a iniciar negociaciones de paz con el gobierno. Para algunos es un acto simbólico, presionados por las negociaciones con las Farc, pero con la intencionalidad fríamente calculada, de exigirle al gobierno concesiones inaceptables, con el fin de levantarse más delante de la mesa y responsabilizar al gobierno del fracaso del intento negociador. Para otros el ELN se sentó a negociar, presionado por un sector mayoritario de sus miembros que han entendido que llegó la hora de ponerle fin a la violencia armada en contravía de lo que piensan algunos jefes militares de esa organización, de que con el abandono de las Farc de la opción violenta, ellos se podrán fortalecer y constituirse en 'vanguardia armada' de la revolución colombiana, ya que, según algunas opiniones catastrofistas, las reformas sociales acordadas con las Farc no serán cumplidas por el Estado y muchos de los dirigentes guerrilleros amnistiados terminarán asesinados, como sucedió con la Unión Patriótica, y como ya ha empezado a suceder en algunas regiones del país.

No se sabe a ciencia cierta cómo están representados los distintos frentes del ELN en la comisión negociadora de esa organización, en la mesa de Quito. Por ejemplo, se desconoce si el jefe guerrillero 'Pablito', jefe de Arauca, está encarnado por alguno de sus hombres y ese sería un dato interesante para intentar entender el nivel de las contradicciones de este grupo armado.

Para el ELN no será fácil decidir cuál será su futuro inmediato, si el de la guerra o el de la paz y esa decisión depende de qué sector gané la pelea interna (si es verdad que existe tal pelea) pero en especial pienso que una decisión final de ellos, no puede minimizar la contraria correlación de fuerzas que hoy existe en el país contra ellos desde el punto de vista militar y político a partir del acuerdo con las Farc. El ELN puede amenazar con el incremento de las acciones terroristas y desconocer olímpicamente el fracaso de tales estrategias en el pasado. Anteriores organizaciones guerrilleras, Auto-defensa obrera, el M19, las Farc y el propio ELN, hasta el terrorismo de Pablo Escobar y los narcotraficantes, fracasaron en sus intentos por doblegar al Estado a través de osadas y deshumanizadas acciones de terror, que a la final se convirtieron en un 'boomerang' contra los actores de tan demenciales acciones.

Para algunos analistas, las largas y dolorosas décadas de violencia en Colombia fueron creando una cultura muy especial en nuestro país para asimilar esta realidad y sin que se pueda calificar de insensibles a la sociedad colombiana, este país ha construido su propia coraza para resistir a los violentos a través de una aparente indiferencia, o haciendo catarsis a través de ese espíritu rumbero y festivo, pero que al final se ha convertido en la derrota de quienes han pretendido imponer su voluntad a través del terror y todo tipo de violencia.

Supongo que entre los análisis del ELN el tema militar debe ser prioritario. Si abandona la mesa de negociación de Quito y si no renuncia, en poco tiempo al secuestro y a las acciones terroristas, las Fuerzas Armadas del Estado colombiano concentrarán toda su capacidad militar y policial, con el fin de golpearlos y reducirlos, y obligarlos a rendirse o a sentarse en una mesa de negociación en condiciones de inferioridad. En la medida en que el Estado acreciente su lucha contra el narcotráfico y la minería ilegal, también le estarán propinando golpes económicos significativos, lo que los debilitaría aún más.

Está por verse qué tanto apoyo les daría el gobierno de Venezuela en caso de una confrontación militar entre las Fuerzas Armadas de Colombia y el ELN, teniendo en cuenta la grave crisis económica y política del país vecino y la perdida de apoyos de ese país de aliados en América Latina, además de las medidas que pueda tomar el gobierno norteamericano de Trump contra Venezuela. Expertos especulan que Estados Unidos se radicalizará contra estos gobiernos exigiéndoles una confrontación más radical contra el narcotráfico y aumentará su ayuda militar para fortalecer tal estrategia. El fortalecimiento de las tendencias más derechistas en el mundo, incluida América Latina, ayudarán a que la opinión nacional en estos países se incline a favor de endurecer la lucha contra los grupos armados, a quienes identifican con el narcotráfico, la minería ilegal y la violencia.

Las posiciones más radicales en contra de las negociaciones de paz van 'in crescendo' en Colombia y se fortalecerán en la medida en que se acerque el debate electoral para elegir presidente en el 2018. Los colombianos están, o estamos, cansados de que se hablé día y noche de paz mientras crece en forma alarmante la crisis de la salud, la inseguridad ciudadana, la crisis de la educación donde hoy la universidad pública está en serio peligro. El país exige, como se dice en términos taurinos, un cambio de tercio para que la dirigencia del país asuma los temas que afectan en su vida cotidiana a la mayoría de colombianos, incluida la corrupción. Si el ELN no aprovecha esta última oportunidad, difícilmente el próximo gobierno, cualquiera que sea aceptará volver a sentarse con este grupo a negociar.

No debemos soslayar los daños que puede causar en un momento la prolongación de la confrontación armada con el ELN, en el proceso de consolidación de los acuerdos con las FARC y los daños “colaterales” de la radicalización del enfrentamiento. Por tal consideración creo útil un gran apoyo al esfuerzo negociador del Gobierno a través de sus negociadores, encabezados por Juan Camilo Restrepo, con el fin de ambientar, hasta donde sea posible el avance de estas negociaciones.

Creo que hay que brindar a esa mesa un “apoyo crítico”, ayudar para que la sociedad civil y sus organizaciones le exijan al ELN el abandono del secuestro y las acciones terroristas y se avance en acuerdos humanitarios que permitan desescalar el conflicto, para crear confianza en los colombianos y en la comunidad internacional. No creo que debamos convertirnos en aves de mal agüero renunciando tan temprano a la posibilidad de que se logre un acuerdo final o abandonar el interés por lo que pasa en las negociaciones de Quito, ya que si se nos da el milagrito, se lograría consolidar, de una vez por todas una paz más sólida y más duradera.

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Hernando Corral G. es periodista, nacido en Tolima. Premio Nacional de Periodismo a la Vida y Obra (1999). Trabajó en la Revista Alternativa, fue reportero de los telenoticieros TV Mundo y el Noticiero de las 7 (1980 - 1999). Fue columnista y editor político y de paz de El Tiempo. Autor del libro 'Relatos Clandestinos de una guerra que se acaba', Editorial Planeta (2016).

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