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La gran marcha y los zapatos de la izquierda

Colombia es un país que no deja de sorprender, sus habitantes tienen una forma muy particular de encarar la vida y de brindar valor a las cosas que les afectan o a las que no les afectan o no les interesan condenarlas al desinterés y el olvido.

Por esa forma de ser, tan particular de los colombianos, es que se ha conocido en algunos momentos de la historia que aún en medio de situaciones terribles que se han tenido que afrontar nos consideramos el país más feliz del mundo, situación que extraña a todo el mundo y que lleva a reflexionar verdaderamente que es lo que interesa e inquieta a los colombianos. El pasado dos de octubre de 2016 se dio una muestra de lo acá manifestado. En todo el mundo se daba por descontado que los colombianos, por un amplio margen, refrendaríamos los acuerdos de La Habana y que en tal sentido en el plebiscito el SÍ ganaría contundentemente. Gran error la opción del NO ganó por un estrecho margen, pero ganó, situación ésta que llevó a tener que revisar con los miembros de la oposición una serie de puntos en los que había discrepancia y volver a firmar el acuerdo en el Teatro Colón de Bogotá, al que se le conoce como Habana II.

En desarrollo de la implementación de los acuerdos de paz conocidos como Habana II se ha dado un hecho que ha pasado desapercibido para la gran mayoría de los colombianos y éstos, a su vez, han dado a entender que poco o nada les interesa.

Este hecho, al que me estoy refiriendo, es la gran movilización que se ha dado por parte de los miembros de la guerrilla de las Farc con el fin de ubicarse en los campamentos de preconcentración y concentración por los próximos 180 días.

Muy pocos medios –entre los que se cuenta nuestra querida CIUDAD PAZ– han dado cuenta de un hecho de tanta importancia para el avance de la terminación del conflicto como lo es que los guerrilleros estén creyendo en el proceso y en tal sentido hayan abandonado las ubicaciones geográficas donde se sentían seguros y hayan empezado a trasladarse a los lugares de preconcentramiento con las implicaciones que ello representa.

Ver a la guerrillada movilizarse a pie, en buses, en chalupa, a través de trochas, caminos de herradura, autopistas y ríos de nuestra geografía colombiana es, por demás, un acontecimiento que llama fuertemente la atención y que será irrepetible en el país.

Pero, dichas marchas que marcan el comienzo del fin de un conflicto armado que ha dejado muertos y desolación en muchos municipios de este país, pasaron sin pena ni gloria entre los colombianos del común que al parecer están más interesados en otros aspectos de la cotidianidad nacional, que en conocer cómo se viene desarrollando todo el proceso que dará como resultado final la terminación del conflicto con las Farc.

Y en algunos casos donde algo se dijo sobre el tema sólo se utilizó para tratar de crear discordia como lo fue en la ciudad de Ibagué, donde guerrilleros procedentes de varios municipios y que se dirigían al norte del departamento –hacia el lugar de preconcentración– pasaron por la variante de la ciudad y se detuvieron a saludar a algunos alumnos de un colegio que queda sobre dicha variante. De las fotos que se tienen de ese momento sólo se puede advertir que fue un momento muy emotivo en el que reinó la paz y entendimiento entre alumnos y guerrilleros.

Pero no habían pasado sino pocas horas de dicho suceso, cuando políticos de la ciudad de Ibagué –afines al Centro Democrático– estaban elevando su voz de protesta por la ocurrencia de dicho encuentro y solicitando investigaciones y fuertes sanciones contra las directivas del colegio por haber permitido que el encuentro se diera. Hoy, como resultado de esta situación, tenemos a la Directora del plantel educativo amenazada de muerte por ser supuesta auxiliadora de la guerrilla y a los políticos que protestaron también amenazados de muerte por ser, supuestamente, enemigos del proceso de paz. Más allá de estos pequeños sucesos, insistimos, esa gran marcha de los guerrilleros rumbo a la dejación de las armas y la terminación del conflicto no tuvo eco en los colombianos que con su actuar demostraron que nos les interesaba el tema. Tema que si interesó y dio lugar a encendidas polémicas en todas las redes sociales es el que iba dirigido a establecer si un representante de la izquierda democrática de este país, como lo es Gustavo Petro –ex alcalde de Bogotá–, podía colocarse unos zapatos Salvatore Ferragamo de cuatro o cinco millones de pesos. Esa noticia sí le gusto a los colombianos, a ese tema sí le prestaron atención y le perdieron tiempo fijando posiciones.

Ese es nuestro país, esa es nuestra gente. Ahí está claro qué es lo que le importa a los colombianos y, en últimas, cuáles son los temas urgentes que mueven la opinión.

Pero, como somos colombianos y no nos podemos quedar con las ganas de opinar, digamos esto. Nos parece que ese imaginario que se tiene en el común de la gente que supone que el mal llamado ‘izquierdoso’ es un mechudo que lleva varios días sin haber pasado por la regadera, que huele a pielroja sin filtro, portador de un saco o pantalón de pana con mochila terciada y buzo cuello tortuga está mandado a recoger, desconociendo la realidad actual que nos muestra que muchos miembros destacados de los partidos o movimientos de izquierda son personas que cuidan y prestan mucha atención a su presentación personal y se preocupan porque la misma sea adecuada a la imagen que desean proyectar ante sus seguidores.

No sé si los zapatos de Gustavo Petro le costarían cuatro o cinco millones de pesos. No sé si serán Salvatore Ferragamo (en la foto que circuló en twitter no se le ve la marca), lo que sé y puedo decir con absoluta convicción es que el hecho de que alguien vista de una u otra forma no le impide adoptar posiciones y defender ideas que han marcado toda una vida como es el caso de Gustavo Petro.

Nota: no he sido, no soy, ni creo que seré de izquierda, pero si soy colombiano y me gusta opinar. Es de las pocas cosas gratis que se pueden hacer en el país.

@DAGRAMAR2010

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* David Andrés Grajales Marín es abogado egresado de la Universidad Santo Tomas de Aquino, Especialista en Derecho Penal de la Universidad Católica de Colombia, actualmente cursando Maestría en Derecho Penal en la Universidad Libre de Colombia, Defensor Público en el sistema de Responsabilidad Penal para Adolescentes. Asesor en varias entidades públicas en el área penal. Abogado Litigante.

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