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El Regente

Quise escribir algo más alegre para Diciembre, pero la realidad es una y esto lo que hay. La tragedia del asesinato de Yuliana, es atroz y abominable. Las acciones de Rafael Uribe son inexplicables, incomprensibles e injustificables. Merece caer sobre él todo el peso de la ley, luego de una investigación ágil, seria, imparcial y responsable que halle la verdad y las causas que desencadenaron este absurdo. Deben condenarlo bien condenado.

Es hora de revisarnos en valores y principios, como un país y como cultura: según Save the Children, en 2015 cada hora dos niños llegaron a Medicina Legal como víctimas de abuso sexual; y cada día tres menores fueron abandonados y dos fueron asesinados. Este caso debe servir para atajar esta locura, que causa un perdurable y siniestro legado.

Mas allá de esto, es imperdonable el proselitismo legislativo que ocupa recursos y medios amenazando con horcas, sillas eléctricas y cadenas perpetuas, para que sean impuestas por un sistema de jueces poco asertivos, incapaces de hacer efectiva una sanción. Puro populismo barato. Pasando a lo otro, como era previsible el neoAcuerdo se impone a la brava y sin importar ni qué va a quedar, ni como se haga. Lamentablemente la decisión de la Corte no fue ningún “milagro”: tenía que pasar por encima de la condición de someterse a un Sí o No (que había sido aprobada por el Gobierno, por el Congreso y por la misma Corte), para que la “mayoría relativa” pueda aprobar e implementar a pupitrazo, cual simple notario, las decisiones de La Habana y la entrada de las Farc por la trastienda. Mi maestro Luis Carlos Sáchica decía que el derecho constitucional -y en general, todo el derecho- es 80% sentido común. Pues a la Corte se le olvidó que representantes y representados no son lo mismo y que los plebiscitos y referendos no se votan en el Congreso. Y no se votan allí porque son expresiones de participación y consulta ciudadana, que no se delega, sino que pertenece y reside en el pueblo. Si fuera así, el Plebiscito del dos de octubre lo hubieran votado los congresistas, ahorrándonos unos 280.000 millones en costos electorales y varios billones en campaña publicitaria ventajosa y descarada (incluyendo el show de Cartagena), pagado por nosotros, los contribuyentes. Eso, ahora ¡súbanle al IVA!

Por desgracia, el primer mandatario reconoció que ya aprendió, que hay cosas que no hay que preguntarle al pueblo y que es hora de que le sean otorgadas por “entrega inmediata” unas “facultades imperiales urgentes” para atender las necesidades de la paz. Amnistías aparte, ya veremos que llega.

Esperemos que las medidas del fast-track no sean coherentes con el manejo de nuestra prensa, que en cada segundo al aire y cada sílaba impresa demuestra que cumple de manera eficiente su función de “filtrar locuras”. No es la primera vez que hay muestras de amordazar incómodos: el 25 de febrero de 2012 en una columna de El Colombiano titulada ‘El Censor’, Francisco Santos recordaba las mañas del ex ministro de Comercio, de Hacienda y de Defensa, cuando llamaba y regañaba periodistas, cambiaba titulares y presionaba contenidos. Citaba casos concretos, entre ellos el de Jorge Figueroa y su programa ‘El Ventilador’ en Cablenoticias, que desapareció por obra de una “amable llamada” y el de la ex directora de El Colombiano, Ana Mercedes Gómez, que recibía emisarios con mensajes raros: “Por lo menos cambien el tonito”. Nunca antes le había pasado. Pues bien: la pregunta de Karla Arcila retumbó como un trueno y motivó el regaño en “público privado” con que le cobraron tanto la pregunta sobre los niños de las Farc en La Habana, como la del premio en Oslo. A Hassan Nassar ni le hablan. A otros columnistas que levantan un dedo en medio de la unanimidad de los grandes diarios, ni los determinan. Hay a quienes les mandan almendras. Siquiera sus colegas defendieron a Karla y publicaron la vaciada, muy a pesar del ex presidente de la SIP y del silencio de la FLIP. Debió ser porque la mención de la “compra” la hizo el regañante en la entrevista de Al Jazeera. Sin embargo, “...esas preguntas no se hacen”. El principio 13 de la Declaración de Principios sobre Libertad de Expresión establece que las “Presiones directas o indirectas dirigidas a silenciar la labor informativa de los comunicadores sociales son incompatibles con la libertad de expresión” y que las indirectas se refieren a aquellas “medidas sutiles para limitar el libre ejercicio de la actividad periodística”, como las presiones por medio de la pauta publicitaria, las “medidas administrativas” de carácter laboral o el uso injustificado de vías judiciales.

Si así se defenderán las facultades “imperiales” que vienen, el asunto de unificar este país va a estar difícil. Y ya se vió que ni con el Papa empujando avanzan. Pero claro, Su Santidad no tiene la culpa.

El Nobel no debe olvidar que a pesar de las fotos divinas de Ruven Afanador, él es apenas un Regente y sólo lo será hasta 2018, salvo “cuerpo ajeno”.

Deseo: ¡Feliz Navidad! Celebren en la paz amable de la familia, donde se hace la patria tranquila con amor y afecto por los demás.

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