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Panaca: viaje al maravilloso mundo del campo

Si les digo que Panaca tiene el Canopy más largo de Sur América, durante el cual vuelas a más de 100 metros de altura por encima de guaduales, cafetales y la quebrada Buena Vista, no sé si se animen a conocer, pero si les cuento que hay una perrita que baila, un burro que es todo un actor profesional y se especializa en hacerse el muerto, varios puentes tibetanos que nos transportan a esas remotas veredas colombianas, donde los campesinos aún transportan las remesas y productos agrícolas de cerro a cerro y, además, poseen la colección de zoología doméstica más grande del mundo, lo que lo convierte en el mayor parque temático de Latino América, seguro se apuntarán al paseo.

A las seis y media de la mañana inicié el recorrido hacia el punto de encuentro (en el Portal del Norte) antes de partir hacia Quimbaya, a 18 kilómetros de Armenia, donde está ubicado el Parque Panaca. Abordamos el vehículo, cargamos las neveritas con agua y tanquearon con gasolina el carro. Emprendimos la aventura... Para resumirles el viaje y evitarles los nervios al cruzar por La línea, les abrevio diciendo que a las seis y media de la tarde estábamos ingresando al parque. Esa noche cenamos y nos acostamos temprano para despertar con la ilusión de explorar el magnífico lugar.

Cuenta la historia, que un campesino oriundo de Medellín, llamado Jorge Alonso Vallen descansaba en una hamaca y soñaba con un lugar donde la gente se reencontrara con las tradiciones del campo, donde grandes y chicos se divirtieran y aprendieran con las cosas sencillas que éste ofrece. El sueño se hizo realidad cuando nació el Parque Nacional de la Cultura Agropecuaria -Panaca-, el siete de diciembre de 1999, sitio que hoy es orgullo de los quimbayunos, a 40 minutos de Armenia, la ciudad Milagro.

El 25 de enero de 1999, a la una y diecinueve de la tarde, la tierra se sacudió en este departamento con un terremoto de 6.4 puntos en la escala de Richter. En ese momento el parque se convirtió en una esperanza para muchos quindianos que lo habían perdido todo y tuvieron que arrancar de nuevo.

Pero hoy en Panaca no se respira tristeza, se respira paz, tranquilidad y esperanza. Los animales contagian a los turistas de la armonía que solo el campo puede ofrecer.

En un recorrido de 2.8 kilómetros, en 42 hectáreas, tenemos la oportunidad de pasar por la estación de ganadería, donde además de poder beber un vaso de leche caliente recién ordeñado, podemos encontrar ovejas, llamas y diferentes especies de ganado.

Después de quedar impactados con la ternura y la bondad de las vacas, pasamos a la estación de especies menores, donde tuvimos que tener precaución de observar con detenimiento a la gallina más pequeña del mundo que mide seis centímetros.

Luego de ver tantos animales quisimos meterle un poco de adrenalina al viaje y nos animamos a subir a la torre donde se inicia el recorrido en Canopy, o Canopea como se se denomina en el campo quindiano. Allí nos encontramos con Maristelys Gamarra, una cartagenera que no lo pensó dos veces para probar la experiencia. “Es espectacular, sientes mucho miedo al principio, después empiezas a disfrutar cuando el viento te acaricia el rostro y puedes observar desde arriba a la naturaleza en su plenitud”, expresó la costeña mientras tomaba un nuevo aliento para continuar el recorrido aéreo.

Bajamos un poco asustados, por eso le pedimos a los guías pasar por el puente tibetano en las horas de la tarde. Al filo del mediodía asistimos al show canino, en el que la inteligencia de los peludos asombró a chicos y grandes. Los animales juegan, bailan y hasta rescatan personas de un incendio en medio de una puesta en escena. Fue divertido.

​Ya un poco más tranquilos, saludamos a los avestruces, nos asomaos en el mirador y visitamos a los gatos, a quienes tuvimos que dejar para no contagiarnos de sueño, pues hacían la siesta a las dos de la tarde, en medio de la frescura de los árboles del único gatil abierto en Suramerica, en el que hay 16 razas exóticas. Entre los felinos hay americanos, africanos, escoceses, ingleses y vikingos.

Luego, de un almuerzo al mejor estilo paisa, patacón relleno de carne y jugo natural, pasamos a la Estación Equina, donde conocimos a Diego Alejandro Yepes Álvarez, un zootecnista de la Universidad de Santa Rosa de Cabal y quien ahora hace parte de otro gran proyecto de Fundapanca en convenio con el Ministerio de Agricultura, a través del cual capacitan a jóvenes agricultores, desmovilizados de las Farc y líderes campesinos y aprenden con la metodología importada de la Universidad Zamorano de Hondura “aprender haciendo”. Por eso, en Panaca se puede alimentar al cerdito, ordeñar a la vaca, peinar al perro, jugar con el gato y darle pasto al caballo, porque Jorge Vallen está convencido de que para aprender del campo hay que untarse las uñas de tierra.

Diego Alejandro dice que la forma de comportarse de los caballos es muy especial. “Son muy inteligentes, la única diferencia que tienen con nosotros los humanos es que no tienen la capacidad de razonar”, me explicó en un par de palabras que cruzamos, pues debía volver pronto al corral con sus estudiantes, quienes estaban aprendiendo las partes del cuerpo de los caballos.

A las cinco de la tarde se nos antojó un poco más de adrenalina y recordamos que aún no habíamos cruzado los puentes tibetanos. El operador dio las instrucciones, nos colgó el arnés con su respectiva línea de vida y lo recorrimos durante sus 100 metros a 30 metros de altura, mecidos levemente por viento. No fue tan terrible como parecía. Resultó mas bien relajante.

Más tarde asistimos al show mas esperado: Travesia, un espectáculo en el que varios actors naturales y caballos y los burros, en medio de un juego de luces, realizan acrobasias y bailes. Nos contaron la historia de como nació el primer caballo del mundo. Es dirigido por un ex coreografo del Circo del Sol. Participan 60 caballos y mas de 100 artistas, con la tarea de hacer soñar a los espectadores.

No se si despúes de este escrito alguno de nuestros lectores se anime en esta Navidad a pasar por el Quindío y visitar Panaca. Si lo hacen, no olviden preguntar por el burro que finge su muerte y el toro que ‘habla’. Lo demás se los recomiendo vivirlo en carne propia.

Información El turista debe saber que el pasaporte terra cuesta $62.000 (incluye el recorrido por el parque, a través del cual puede interactuar con 4500 animales y ver cinco shows). El pasaporte evento especial, que cuesta $79.000 (incluye lo mismo, más el show Travesia Cinco Continentes al Galope).

Los cumpleañeros ingresan gratis.

Las personas que hacen parte de las Fuerzas Armadas (Ejército, Armada, Fuerza Aérea y Policía) ingresan sin costo, con el beneficio de descuento del 50 por ciento en las boletas de ingreso hasta para cuatro de sus acompañantes.

Hasta el 15 de diciembre todos los niños hasta los 14 años que ingresen acompañados por un adulto pueden ingresar por cortesía.

Los adultos mayores tienen el 40% de descuento los miércoles.

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