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El mundo pide paz para Colombia

Los últimos acontecimientos enmarcan el respaldo y acompañamiento que la comunidad internacional le ofrece al país, consiente de las dolorosas implicaciones que una guerra de más de cincuenta años ha traído para sus gentes y en especial para las personas pertenecientes a poblaciones y comunidades que han tenido que soportar el rigor de un conflicto ajeno a su cotidianidad. Una realidad común para todas las situaciones de hostilidad.

A las puertas de alcanzarlo o legitimarlo una estrategia de miedo, rencor, venganza, envidia, deseo de protagonismo se constituye en la piedra en el zapato; mentiras con las que además se puso de manifiesto la incipiente educación de un pueblo que se deja creer y manipular prefiriendo la “seguridad personal” que le ofrecen unas instituciones arcaicas y tendenciosas que muy seguramente se ven beneficiadas con el conflicto y a las cuales les conviene que este continúe. A lo anterior se sumó, quizá el peor de los elementos, la indiferencia, la falta de sensibilidad frente a un tema que, queramos o no, nos atañe y afecta a todos.

Sin embargo, el gran paso de Colombia hacia un país más pacífico ha recibido un espaldarazo superior, el mandato de dar continuidad a los cuatro años de negociaciones con las FARC hasta lograr poner en marcha unos acuerdos que garanticen el fin de la lucha, y vincular e iniciar con los otros grupos al margen de la ley, negociaciones tendientes a generar el cambio que el país y el mundo está clamando: construir el escenario propicio para brindar un mejor futuro a las nuevas generaciones.

Tender los puentes que propicien este paso a la sociedad es entonces el reto de Colombia, posibilitar la vinculación a la vida civil de quienes se acojan al acuerdo. Ellos al igual que todos necesitan condiciones que les permitan asumir la vida (trabajo, vivienda, salud, entre otros) y que no les plantee la opción de regresar a la clandestinidad. Igualmente, ellos deberán cumplir con los compromisos que esta nueva opción les plantea. Un abrazo de reconciliación entre unos y otros.

Aceptación, tolerancia, abrir espacios, integración, capacitación, perseverancia, nuevas oportunidades, ilusiones, perdón, sentido de la equidad, olvido, disposición al cambio, emprendimiento, actitud, seguridad, entre otros, nos permitirán alcanzarlo. Colombia con sus riquezas naturales y culturales lo merece, su gente lo necesita, el mundo se lo reconoce.

Vivir en paz se vislumbra con optimismo, lo reflejan los resultados positivos que se han dado durante el tiempo de las negociaciones; seguramente no será perfecta, son muchos los factores negativos que inciden y afectan al país y su entorno, pero muy seguramente al estar libre de la situación de guerra que le ha acompañado durante tanto tiempo, los podrá enfrentar de forma diferente.

El reto demanda la participación decidida y definitiva de todos y cada uno de los colombianos.

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