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Todo es posible, si logramos consenso

Muchas emociones encontradas. Nudo en la garganta, lágrimas que brotan. Piel erizada. Silencio. Silencio. Silencio. Todo parecería estar dicho. La esperanza, la ilusión, los sueños de paz, la posibilidad de un mañana diferente… Pero no. No todo está dicho.

Muchas dudas atrapadas en la memoria y otras que brotan entre los resquicios del Acuerdo imperfecto.


Siento que la Nación avanza hacia un nuevo destino, que es posible construir el país que anhelamos. Pero –hay un pero– esa posibilidad no se dará sola. Entre quienes creen, entre quienes saben conquistar imposibles, entre quienes se oponen, entre todos y todas, entre tú y yo, tendremos la oportunidad de lograr la concreción del sueño de un país en paz, con justicia y equidad social. Y, además, tenemos el deber de ser garantes del proceso de paz que fue suscrito el 26 de septiembre.

Me repito que mi elección por el SÍ se centra en las víctimas. Pienso en los jóvenes soldados y campesinos mutilados por el uso indiscriminado de minas antipersona. Pienso en los secuestros políticos y extorsivos con víctimas que jamás regresaron a sus hogares. Pienso en las viudas y huérfanos que no hallan consuelo. Pienso en los muertos ocasionados en combates, bombardeos o durante ataques terroristas. Pienso que casi siempre los muertos han sido jóvenes, siempre con sueños interrumpidos. Pienso en los ataques sistemáticos a poblados, y en el terror que sentían sus moradores. Pienso en los niños y niñas a quienes les negaron infancia de felicidad y juegos. Pienso en las víctimas que conocí durante el ejercicio periodístico o como asesora de las Fuerzas Militares, pienso en el dolor de cada madre cuyo hijo ofrendó su vida en defensa de la democracia, o perdido durante luchas de clase. Pienso en ellos y espero, de verdad, que esos escenarios no se repitan nunca más. ¡Es imposible permanecer impávidos ante la violencia!

Creo, de verdad lo creo, que con la firma del Acuerdo final entre el Gobierno y las Farc se le demostró al país que todo es posible, si logramos consenso.

También se que con la firma del Acuerdo o con el voto por el SÍ no se acabará la violencia, ni la paz se dará por generación espontánea en cada rincón de la geografía nacional.

La construcción de la paz es una tarea en la que debemos participar. Ese acto de compromiso de las Farc –a dejar las armas, a confesar los delitos, a no repetir, a reparar a las víctimas– es apenas el primer paso hacia un mejor mañana. El compromiso del Gobierno es lograr equidad social en todo el país, para que haya mejor educación, más oportunidades, más desarrollo.

En esa tarea transformadora de realidades sociales, no olvidemos que el tráfico de estupefacientes ha financiado la compra de armamento, ha transformando a las tropas irregulares en huestes poco adoctrinadas que se inclinaron por generar acciones terroristas, y ha generado oleadas de terrible corrupción, que es una de las formas más deleznable de violencia. Ésta deberá ser la lucha de fondo: combatir el narcotráfico y enfrentar toda forma de corrupción.

La ciudadanía colombiana debe estar pendiente, efectuar seguimiento a cada proceso, a cada compromiso, a cada avance logrado. La ciudadanía es y debe ser –repito– la garante de la paz posible.

DIVERSOS PENSAMIENTOS

¡Qué bueno sería que quienes sobreviven el paso de los años puedan aportar sus visiones a la construcción de un mejor país! Trabajar por un país que sea más incluyente, más tolerante, más comprensivo.

Un país en el que impere la política del amor y el respeto, en el que la dignidad humana y el bienestar de los seres humanos sea la finalidad superior de toda acción política.

EL ELN...

Ya firmaron las Farc, y a pesar de que algún frente no aceptará los beneficios de la amnistía -como ha ocurrido con procesos similares en el pasado- la esperanza de una paz duradera se mantiene.


Falta que los jefes del ELN opten por el camino de la concordia y el silencio de las armas y que se sienten -lo más pronto posible- a negociar la paz.

A VOTAR

El dos de octubre tenemos un deber con la democracia.

El plebiscito nos da la opción de votar SI o votar NO a la pregunta formulada por el Gobierno Nacional en relación con el Acuerdo final de Paz suscrito con las Farc. La grandeza de la democracia es que cada quien puede optar según su íntima convicción. Cada quien está en su derecho a votar como quiera.


Lo importante, lo clave, es que la ciudadanía ejerza el derecho a decidir.


Yo, por mi parte, votaré SÍ. Eso está claro, aún a pesar de cualquier duda que pueda dibujarse en el horizonte.

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