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Pensando en la nueva Colombia


Desasosiego, desconsuelo e incertidumbre, son entre otras, algunas de las sensaciones que experimentan las personas ante un proceso de cambio; el no saber qué va a pasar, cómo se afectarán las vidas, se logrará el objetivo o será un nuevo fracaso… Todo ello rodea el ambiente de nuestro país, nos sentimos en medio de unas corrientes que van y vienen y nos vemos abocados a tomar partido en una u otra posición.

Como llevamos tanto tiempo viviendo el ambiente que genera la guerra, a algunos les parece normal convivir con todo lo que ella conlleva, en especial a aquellos que no se han visto afectados en su propia integridad o la de su familia y cuyo referente es lo publicado en los medios de comunicación o el hecho de que no pueden bajar a su finca de recreo.

Por su parte, quienes sí han vivido el rigor del conflicto, son víctimas o sus familias han sufrido los múltiples ataques que en ella se presentan y su vida está marcada por esas dolorosas situaciones, desean de corazón que ocurra algo que de fin a todo ello, están dispuestos a perdonar y deponer su dolor en pro de una reconciliación que sirva de marco a una nueva etapa.

Increíble que el dolor de lugar a expresiones tan nobles y la tranquilidad o comodidad a la indiferencia, a comportamientos tan indolentes como no es conmigo, prefiero no arriesgar mi bienestar. Qué tal que… Eso seguro no funciona, porque a ellos sí y a mí que soy tan… no.

La grandeza del corazón se refleja en colocarnos en el lugar de nuestros semejantes como se diría coloquialmente “ponernos en los zapatos de los otros”, pensar que ellos al igual que nosotros son personas que sienten, necesitan y anhelan un mundo mejor. Las circunstancias que rodean a cada persona son diferentes, sin embargo, la oportunidad de dar a nuestro país una esperanza que reconforte y brinde nuevas ilusiones en la creación de un mundo mejor, en el que los anhelos de nuestros niños y jóvenes vean en su terruño la oportunidad de hacerse realidad y no se vean truncadas u obligadas al exilio como ha venido ocurriendo en las últimas décadas, está en manos de todos.

Crear este nuevo país, apuntando a la construcción y no a la venganza o a la destrucción es responsabilidad de unos y otros.

Para ello se hace necesario ceder, recomenzar, vigilarnos, revisar la historia, tomar ejemplo, educarnos, aportar, aceptarnos, reconocernos, corregirnos, ser justos, incluyentes y equitativos, deponer intereses particulares y, todo lo que demande su desarrollo.

Como se dijo en un discurso por todos conocido “Si dejamos escapar esta oportunidad…” no estaremos en capacidad de volver a comenzar.

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