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INFORME ESPECIAL: Habitantes del silencio


El rebusque diario en el trasegar de las personas en habitabilidad de calle. /Róbinson Ospina.

Aumentó presencia de habitantes de calle en Mártires, La Macarena, Santa Fé, Engativá, entre otras localidades.

No se trata de un hecho nuevo. Ni siquiera de uno que apenas se evidencia. Los habitantes de calle deambulaban por Bogotá –principalmente, por las vías del centro- como si fuesen fantasmas. La ciudadanía les ignoraba y les temía, les olvidaba y les silenciaba.

La presencia de los habitantes de calle en los denominados barrios residenciales afectaba –y afecta- la percepción que esa misma ciudadanía tiene de la seguridad. Los cambuches instalados en ciertas zonas –en inmediaciones del río Arzobispo, La Macarena y Bosque Izquierdo, y bajo decenas de puentes y en parques– son parte del paisaje urbano cotidiano. Terrible, sí, pero cierto.

El aumento de consumo de drogas narcóticas ha incidido en el aumento de habitantes de calle en la ciudad. La organización ‘Bogotá Cómo Vamos’ calculó (en 21012) que cerca de 145 mil personas consumen sustancias psicoactivas (SPA) en la ciudad, y según el ‘Estudio Nacional de Consumo de Sustancias Psicoactivas en Colombia’ (publicado en 2013), el número de usuarios con problemas de consumo en Bogotá asciende 105 mil 528 personas que requerirían algún tipo de asistencia para disminuir o dejar el consumo.

El número de habitantes de calle en Bogotá aumenta día a día de la mano con el consumo de drogas. Se sabe de casos de actrices y actores de televisión, profesionales e incluso personal de la Fuerza Pública que cayeron bajo las garras de la drogas, reduciendo sus vidas a los avatares del Cartucho, el Bronx o como se le quiera denominar.

De las 4.515 personas en estado de habitabilidad de calle en 1997, se pasó a 7.793 en 1999, a 11.832 en 2001, reduciéndose a 9.614 en 2011, según la Secretaría de Integración Social.

En 2015, se informó que el número de habitantes de calle en Bogotá había ascendido a 13 mil, que en su mayoría permanecían asentados en barrios de las localidades de La Candelaria, Santa Fe, Mártires, La Macarena, Bosque Izquierdo y Puente Aranda. En el sitio del Bronx se mantenían cerca de dos mil personas sin techo.

Hoy, luego de la nueva diáspora de habitantes de calle por Bogotá –como resultado de la intervención ordenada por la Administración Peñaloza–, la ciudadanía se ‘sensibiliza’ respecto de la problemática. Pero, ellos, los habitantes de calles, estaban allí. Bajo las sombras del silencio.

2012: LOS CAMAD

Una de las primeras estrategias para combatir el aumento de drogodependientes en ser puesta en marcha por la Administración Petro fue la de los Centros de Atención Médica a Drogadictos (Camad). Los Camad son complejos móviles que atendían requerimientos en varias localidades de Bogotá con el objetivo de brindar atención médica a personas con problemas de drogadicción.

Precisamente, la estrategia Camad fue reconocida por la OPS. Y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) seleccionó el programa Camad como una estrategia exitosa en América Latina, no con el tema de salud sino con el tema de seguridad y convivencia ciudadana ya que se extiende con Integración Social, Salud, Educación, Gobierno, el Instituto Distrital para la Protección de la Niñez y la Juventud (Idipron), entre otras.

Desde el inicio de los Camad, en 2012, hasta mediados de 2015, los 17 Camad existentes habían recibido 85 mil casos, de los cuales habían atendido a 22 mil personas.

2013: INTERVIENEN EL BRONX

A mediados de febrero de 2013 fue intervenido el Bronx. La intervención ordenada por el alcalde Gustavo Petro y liderada por la Secretaría de Integración Social tenía como finalidad conocer de cerca la situación de quienes residían en el sector y limpiar el espacio público. Se informó entonces que más de dos mil personas que habitaban en la calle tenían como domicilio el Bronx. Se calculaba que en Bogotá existían cerca de 9.000 personas sin techo.

En esa histórica intervención liderada por la Administración Distrital participaron funcionarios de todos los entes distritales, que aportaron diferentes servicios sociales. La meta era lograr que la habitabilidad de calle se realizara en condiciones dignas.

Durante la intervención, cerca de 750 habitantes del Bronx fueron trasladados a diferentes centros de Idiprón e Integración Social, donde les suministraron alimentación, atención de salud, aseo personal y les suministraron vestuario.

Los servicios de alimentación y aseo personal para los beneficiarios se prolongaron en el tiempo, con el ofrecimiento de 250 sitios para alojamiento, que fueron incrementados a 700 durante el primer semestre de 2013.

Se necesitaron 90 operadores de recolección de residuos y barrido de calle, 30 volquetas y tres retroexcavadoras para recuperar el espacio público. Allí fueron recolectadas 56 toneladas de residuos que fueron trasladadas al relleno sanitario Doña Juana.

El alcalde Petro sostuvo que la “intervención en el Bronx estableció un puente entre lo que es una Alcaldía y los seres humanos más excluidos de la sociedad”.

Dos años después (en febrero de 2015), el entonces comandante de la Policía Metropolitana, mayor general Humberto Guatibonza, sostuvo que “la intervención de la Alcaldía en ese sector resultó contraproducente”. (Declaración concedida a Yamid Amat y publicada en El Tiempo). El mayor general Gutibonza explicó que los expendedores de droga “se sintieron acorralados y se fueron para Bosa, Kennedy, Engativá, San Cristóbal, Ciudad Bolívar, Suba y San Bernardo”, hecho que –según él– motivó el aumento de los puntos de expendio y el consumo de narcóticos en la ciudad.

2014: NO TODO ES BRONX

No toda la problemática de los habitantes de calle y el consumo de psicoactivos gira alrededor del Bronx.

En agosto de 2014, la Secretaría de Integración Social realizó una caracterización de habitantes de calle. Reunidos en ‘parches’ fueron caracterizadas cerca de 5.062 personas. Los ‘parches’ se localizaron en barrios de las localidades de Santa Fe, Los Mártires, Teusaquillo, Chapinero, Antonio Nariño, Puente Aranda, La Candelaria, Puente Aranda, Kennedy, Engativá (donde aún registra una mayor dispersión mayor), Usme, Tunjuelito, Fontibón y Ciudad Bolívar.

Según la Secretaría de Integración Social, tres cuartas partes de las 5.062 personas caracterizadas completaban más de un año habitando en la calle.

Desde 2013, a varias de esas localidades se trasladan los Camad, con el fin de prestar atención a los drogo-dependientes.

INTERVENCIÓN INTEGRAL

Petro y sus funcionarios insistían que cualquier otra intervención en el Bronx debía tener un carácter social y no sólo de seguridad. No sólo podía buscarse el control al expendio de drogas en el sector, porque ya era sabido que los narcos mueven los sitios de expendio, generando inseguridad en otros sitios.

Primordialmente, la intervención tenía que ser integral. Debía procurar seguridad, justicia y desarrollo social para el sector y sus moradores. Se evidenció la existencia en ese entorno de familias en extrema pobreza, habitantes de calle, niños, niñas y adolescentes abandonados y explotados sexualmente, en su mayoría, adictos a las drogas.

La administración Petro proponía crear una ciudadela especializada en atención de habitantes de calle y narco-adictos.

Para ello tenían previsto derruir los inmuebles deteriorados e instalar inmuebles modulares de dos pisos.

El 23 de abril de 2105, el alcalde Petro y el secretario de Integración Social, Jorge Rojas, dieron en servicio el Centro de Desarrollo ‘La Academia’ donde se beneficiaron 200 habitantes de calle (cada cuatro meses). ‘La Academia’ –localizada en Los Mártires– cuenta con aulas de carpintería, construcción, cocina, murales, diseño y repostería, fibras y tejidos, formación artística en danza, música, títeres y teatro. Fue diseñado para alfabetizar, impartir clases de primaria y bachillerato, y dictar cursos de inglés. El sostenimiento del sitio se garantizaba a través de la alianza entre la Secretaría Distrital de Educación, el Sena y la Fundación Escuela Taller Bogotá.

Y, el 24 de junio del mismo año, el alcalde Petro abrió el centro de atención más grande de la ciudad para habitantes de calle: el Centro de Autocuidado y Autoacogida ‘Bakatá’ (en Los Mártires), el cual presta servicios de recuperación de hábitos, motivación al cambio de estilo de vida, vinculación a diversas redes de apoyo, acciones para la reducción de daños y mitigación de riesgos por la vida en calle y apoyos alimentarios, entre otros.

El Centro ‘Bakatá’ cuenta con cupo estimado para 1.300 habitantes de calle, de 22 años de edad en adelante, que frecuentan la zona del centro de la ciudad, y que por su estilo de vida y los tiempos de permanencia en calle presentan altas condiciones de deterioro. Mil cupos operan en horario diurno y 300 en horario nocturno.

Con la apertura de este centro, desde junio de 2015 la Secretaría Distrital de Integración Social puede atender diariamente al 26 por ciento de habitantes de calle (2.474 cupos diarios en diferentes modalidades).

Según explicó en aquel entonces el acalde Petro, el Centro ‘Bakatá’ “complementará, fortalecerá y se integrará a un Sistema de Atención Integral que Bogotá Humana ha establecido desde toda la política social para la población habitante de calle en la ciudad, conformado por servicios sociales, de salud, de prevención, de recuperación, de formación, entre otros, para todos los grupos poblacionales que se encuentran en calle y también para quienes están en mayor riesgo de llegar a ella”.

NO MÁS…

En diferentes Consejo de Seguridad Distrital –que habitualmente se realizaban los lunes por la tarde– el alcalde Petro manifestaba su preocupación por lo que acontecía en el Bronx y en otros sitios de la ciudad. Se acordó investigar a fondo e identificar a los posibles ‘ganchos’… La Policía Metropolitana y la Fiscalía aceptaron el reto.

Pero, a finales de mayo de 2015, una noticia estremeció a los entonces integrantes del Consejo de Seguridad Distrital: dos investigadores del CTI de la Fiscalía General fueron secuestrados y torturados. Aun cuando no se trataba de los funcionarios encargados de investigar, lo cierto era que durante ocho horas, los investigadores habían permanecido secuestrados. Sólo los liberaron cuando los ‘capos’ delincuentes aceptaron que la presencia de los mismos en el sector no estaba relacionada con la venta de alucinógenos.

Los liberaron, pero los amenazaron de muerte si contaban lo que habían padecido… Lo cierto es que ellos buscaban a una persona que había sido secuestrada.

Es decir, el hecho de lo que pasaba en el Bronx era notorio y público. La Policía Metropolitana y la Policía Nacional, así como la Fiscalía, estaban enteradas de lo que pasaba en ese sitio. La noticia del secuestro fue publicada en casi todos los medios de comunicación.

2015: EL BRONX EN LA MIRA

Mientras tanto, la Policía Metropolitana iniciaba las investigaciones pertinentes. El mayor general Guatibonza ordenó operativos que incluían localizar efectivos infiltrados en el área.

En agosto, en septiembre, en octubre de 2015 hubo que reversar los operativos. Antes de que se iniciasen las acciones, los ‘ganchos’ y sus estructuras sabían qué iba a pasar y cuándo.

La historia reciente parece explicar por qué sucedió eso en 2015. La Policía Nacional y la Fiscalía General revelaron, a mediados de junio del año en curso, que adelantan indagaciones en contra de siete policías por supuesta complicidad con los ‘capos’ de la mafia en el ‘Bronx’.

La Fiscalía investiga si es cierto que policías y agentes del CTI aceptaban ‘pagos’ para facilitar la actividad de quienes manejaban los negocios ilícitos del micro-tráfico y la prostitución.

2016: INTERVIENEN EL BRONX

Por instrucción de la Administración del alcalde Enrique Peñalosa, casi dos mil efectivos de la Fuerza Pública ingresaron al Bronx durante la madrugada de un sábado de mayo, en desarrollo de operativo de la Policía Metropolitana y la Policía Nacional, en coordinación con unidades del Ejército Nacional y el CTI de la Fiscalía.

Los ‘capos’ del Bronx fueron capturados y puestos a órdenes de la justicia, y según reportaron fueron desmanteladas las principales bandas dedicadas al expendio de drogas. Incautaron 14 armas de fuego y cerca de mil dosis de estupefacientes.

Así mismo encontraron a un secuestrado, y rescataron a 130 menores de edad, algunos de los cuales eran explotados sexualmente o eran víctimas de incitación al consumo de alucinógenos. Los menores de edad fueron remitidos al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar.

Según la Policía Metropolitana de Bogotá, luego de intervenir el ‘Bronx’ se redujo la tasa de delitos en 42 por ciento en el centro de Bogotá. Las riñas se redujeron en 67,7 por ciento; el hurto a personas en 24,6 por ciento, y el hurto de celulares en 15,8 por ciento.

DIÁSPORA INHUMANA

Los casi dos mil habitantes de calle que se movían en el Bronx salieron del sitio. Eso es obvio. Fueron desalojados del lugar. La Alcaldía reporta que varios de ellos recibieron atención en los Camad. Y afirman que otros no aceptaron apoyo y que no los pueden obligar a recibir tratamiento de desintoxicación. Pero, eso se sabía. Se sabía que una persona drogo-dependiente lo es por consumo, y que para satisfacer sus ansias tendrá que hacer lo que crea necesario.

La presencia de esos seres humanos, dejados a su suerte en el canal de la 30 con calle sexta, es dolorosa e inhumana.

Han sido arrastrados no sólo por la corriente causada por las aguas lluvias -imagen dantesca por sí misma-, sino por la falta de previsión de quienes ordenaron, planearon y ejecutaron los continuos desalojos de los habitantes de calle.

Integración Social ha valorado a 29 personas de las 200 que se encontraban en el canal de la 30. Seis de ellas fueron trasladadas a hospitales.

Durante la noche del domingo 21 de agosto, efectivos de la Policía Metropolitana llegaron al sitio para desalojar a los habitantes de calle. Cuando éstos vieron la presencia de la Policía se alejaron del lugar, dispersándose por varios barrios de la ciudad.

Desde mayo, habitantes de varias localidades han reportado la presencia de cambuches y ‘parches’ en lugares donde antes no eran comunes: cerca a escuelas, en parques, avenidas, andenes, bajo puentes y bajo árboles frondosos…

Una estampa que contradice el eslogan de ‘Bogotá para todos’… Porque para ellos, los habitantes de calle, hoy no hay una Bogotá que realmente los acepte, los apoye y los ayude a salir del estado en que se encuentran…

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