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El coco


En épocas electorales siempre han hecho política sucia. Recuerdo esta tendencia desde 1994, cuando Ernesto Samper llegó a la casa de Nariño y el gran derrotado Andrés Pastrana le tocó hervir en su propio vinagre la derrota y esperar cuatro años para sucederlo. Sin embargo, lo acusó ante la comunidad internacional de haber llegado al poder con dineros del narcotráfico.

En la campaña de 2002, cuando Álvaro Uribe Vélez le tomó ventaja a Horacio Serpa, empezaron las acusaciones de parte y parte. En una arremetida durante un debate en televisión, Serpa acusó a su más fuerte contrincante de hacer parte de los paramilitares y la respuesta de Uribe fue inmediata, señalándole de ser el candidato de la guerrilla (ELN). Lo anterior le dio fuerza a la campaña de Uribe porque los colombianos estaban cansados de la administración Pastrana y de los fallidos diálogos de paz con la guerrilla de las Farc.

En 2006, cuando se reeligió por primera vez un presidente en la historia de Colombia, la izquierda tomó fuerza con la bandera amarilla del Polo Democrático en cabeza de Carlos Gaviria, y la estrategia de Uribe para mantener su electorado ferviente fue irse por la fe. Gaviria había afirmado que era ateo y, en un pueblo creyente, seguro nadie iba a permitir que le robaran su fe y como bien se sabe, así no haya pan, pero que la fe no falte en los hogares colombianos.

En 2014, cuando la posibilidad de una tercera reelección del 'redentor' y la ola del girasol le estaba aguando hegemonía a la 'seguridad' democrática, llegó Juan Manuel Santos prometiendo hasta puentes donde no hay ríos. Un mandato como el de Uribe, mano firme con las organizaciones terroristas, y se abanderó en todo lo contrario de Antanas Mockus. Por ejemplo, Mockus sostenía que para que un Estado funcionara tenían que subir los impuestos, que en un posible mandato de él, entraría en diálogos con las guerrillas. Sin embargo, Santos parece haber gobernado con las propuestas mockusianas alejándose de su 'patrón' y en su reelección arremetió en contra del candidato de quien fue su papá político para llegar a la Casa de Nariño.

El coco, con el que se asusta a los niños para que se tomen la sopa, es usado en política para evitar que el electorado piense, que se tome el tiempo de leer y analizar las propuestas de los candidatos y tomar la mejor decisión pensando en el bien colectivo y no en el individual.

A estas alturas del partido, cuando la tecnología ha avanzado y se tiene más acceso a los recursos informáticos y la información viaja en tiempo real, al parecer nada ha cambiado. El coco sigue vivo y a muchos incautos los está alcanzando. Esta vez es el nefasto gobierno del vecino país. La constante migración de venezolanos a Colombia ha dado píe para que los politiqueros hagan de las suyas, hablan de una 'venezolanización' de Colombia, de Castro-chavimo, y un mundo de imaginarios que solamente caben en la cabeza de quienes desean a toda costa dirigir a este pueblo de derecha, pero pobre.

Hablando de derecha y de izquierda: “Durante la revolución francesa dos partidos se disputaron el poder en la asamblea. Por un lado, los girondinos, un partido moderado que propugnaba el derecho al sufragio no universal, del que excluía a las clases no propietarias y que defendía la alianza con la nobleza para establecer en Francia una monarquía parlamentaria. En contra, los jacobinos defendían el sufragio universal que extendían a todos los miembros de la población y la instauración de una república. Estos últimos tenían el apoyo de las clases más populares, mientras que los girondinos eran apoyados por los burgueses, propietarios y algunas capas de la nobleza. En las deliberaciones de la Asamblea, los girondinos se sentaban a la derecha y los jacobinos a la izquierda, de aquí la división, que aún hoy perdura, de ideologías de izquierdas y de derecha”.

Ya que tenemos claro de qué lado estamos, démonos una oportunidad de ser libres a la hora de elegir. Si votan por la derecha seguramente no nos convertiremos en Venezuela, y seguiremos conservando nuestros bienes intactos, nuestras miles de hectáreas de tierras que el Gobierno nos va a proteger, mis cinco o más casas y así… y si votan por la izquierda tampoco, porque en Colombia hemos sido conservadores de la política y respetamos la Constitución. Entonces, analicen el ¿por qué Uribe no se reeligió por tercera vez? , porque respetamos la institucionalidad, y créanlo o no, aquí hay un Congreso independiente que hace oposición. Por eso no sería posible convertirnos en una nueva Venezuela, ni en una Cuba.

Dejen el miedo, elijan a conciencia y no se dejen asustar. El cambio siempre es bueno y les aseguro que en este momento hay un caudillo que está llenando plazas y es con el cual asustan al pueblo de ser el coco que acabara con Colombia. MENTIRA. Entonces que digan ¿Por qué no lo comparan con Mujica o con Correa?, estos dos fueron gobiernos jacobinos y lo único que le llevaron a sus pueblos fue progreso.

No sé, tú, yo, los demás colombianos en un cambio… ¡piénsalo!

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