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Hay días que marcan la vida de una comunidad para siempre. El viernes 15 de noviembre de 2024 se convirtió en uno de ellos para el Colegio Alemán de Barranquilla, cuando el cielo decidió reclamar a un ángel.
Como madre de dos hijos que han crecido en los pasillos del Colegio Alemán -Augusto David, ya egresado, y Maudy, ahora en senior- puedo decir que nunca habíamos vivido algo tan fuerte en nuestra comunidad escolar. Hemos compartido risas, logros y desafíos, pero nada nos había preparado para esto.
Mi hija llegó a casa ese día con una expresión que ninguna madre quiere ver en el rostro de sus hijos. Durante un partido de intercursos, Samuel Hodwalker, un estudiante de Klasse 10, se desplomó en la cancha. Fueron segundos eternos de angustia.
El traslado se realizó hacia la clínica de alta complejidad más cercana. Es fundamental aclarar estas circunstancias porque la verdad importa. Algunas plataformas difundieron información incorrecta, sugiriendo que no había camillas disponibles, que fueron padres de familia quienes realizaron el traslado, e incluso llegaron a afirmar que Samuel había fallecido en el colegio -todo esto es completamente falso-. Tras el comunicado oficial del colegio, algunas de estas mismas plataformas se vieron obligadas a rectificar sus publicaciones, demostrando la grave responsabilidad que conlleva la difusión de información sin verificar.
Hoy, mientras observo una fotografía de Samuel en la cabina de un avión, jugando a ser piloto, el corazón se me encoge. Era un adolescente lleno de vida y sueños, un deportista nato, un alma alegre que iluminaba los pasillos con sus bromas. Y las palabras brotan entre lágrimas: No sé qué quería ser, pero duele que se haya ido tan pronto, que la vida le regalara solo un ratico, que sus sueños queden ahora suspendidos, como un partido que jamás llegó a terminarse. Hoy, todos llevamos tu nombre en nuestras oraciones, aunque muchos, como yo, no lo conocimos ni vimos tu sonrisa iluminar el día.
Esta situación nos recuerda lo frágil que puede ser la vida, incluso en espacios que consideramos seguros.
A pesar de no conocer personalmente a Martín y Aley, los padres de Samuel, toda la comunidad escolar se unió en oración. Los chats de los cursos se llenaron de plegarias y mensajes de esperanza. La noticia de su partida nos dejó sin aliento. ¿Cómo explicar lo inexplicable? ¿Cómo entender que un joven sano, lleno de vida y sueños, partiría tan repentinamente?
Esta situación nos recuerda lo frágil que puede ser la vida, incluso en espacios que consideramos seguros. Cada institución enfrenta desafíos únicos cuando ocurren tragedias inesperadas.
Los gestos de amor no se hicieron esperar. El coro del colegio, que se presentaba en Chile, le dedicó su actuación. Durante el sepelio, una niña envió al cielo una rosa con un beso, como si quisiera asegurarse de que Samuel la recibiera. Los estudiantes, resistiéndose a despedirse, permanecieron en el cementerio, intentando procesar una pérdida que desafía toda lógica.
"¿Cómo Dios se llevó a Samuel al cielo, sin sus amigos, sin su familia?, ¿por qué?", preguntó uno de los niños a su madre. Es la pregunta que resuena en cada corazón, una pregunta para la que no hay respuesta satisfactoria.
Hoy, al visitar el colegio, hasta los árboles parecen llorar su ausencia. Esos mismos árboles que lo vieron crecer, jugar y reír, ahora se mecen con una tristeza palpable, como si la naturaleza misma sintiera el peso de esta pérdida.
Samuel Hodwalker ya no está físicamente en nuestras canchas, pero su espíritu vivirá en cada partido que se juegue. Su partida nos recuerda que la vida es un regalo precioso y que cada día en compañía de quienes amamos es una
bendición que no debemos dar por sentada.
El Colegio Alemán de Barranquilla no solo llora la pérdida de un estudiante; llora la partida de un hijo, un amigo, un deportista, un joven que nos enseñó que la vida, por corta que sea, debe vivirse con pasión y alegría.
Que Dios dé fortaleza a Martín y Aley, sus padres, y a toda nuestra comunidad educativa. Estamos en duelo porque todos hemos perdido un miembro de la familia CA. Descanse en paz, Samuel, su partido continúa en el cielo.
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