* Lamentablemente, como corresponde a la doble moral que le es natural a muchos, no se hablará al respecto, porque lo único que importa aquí es que a quién han silenciado es a Trump.
La situación social y política en los Estados Unidos con el cierre del período presidencial de Donald Trump y la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca ha sido totalmente atípica y deja una lista importante de elementos por analizar. La inédita transición dejó, entre otras cosas, una invasión al Capitolio y una serie de hechos desencadenados a partir de allí que revelan el estado actual de la política en relación con la libertad de expresión, pero sobre todo en correlación con el poder de los medios y las llamadas big tech, es decir con los gigantes tecnológicos.
Más allá de despreciar a Trump o de simpatizar con él, y de cualquier mirada ideológica, lo que ha venido pasando en Estados Unidos nos lleva a preguntarnos varias cosas. Para empezar, la enemistad con los mass media que caracterizó la presidencia de Trump no deja de ser enigmática. Los medios que han apoyado el intervencionismo norteamericano por décadas y que son financiados por los principales grupos económicos del país y del mundo, estos mismos medios globalistas de los que se alimentan los medios de la mayoría de países occidentales se han dedicado a luchar contra Trump y a hacerle la vida imposible ¿Por qué?
Una vez más, como dice Chantal Mouffe, la política es sustituida por la moral; en este caso una que es tan buenista como totalitaria, al abolir realmente la diferencia y eliminar el debate y la oposición, aunque sea en nombre de la misma tolerancia, la democracia o la libertad.
El caso de la internet y los sistemas de información y opinión como Twitter, Facebook o Instagram, plataformas que trabajan entre otras cosas para otras grandes multinacionales, es más interesante aún. Estás empresas, que concentran capitales inmensos a fuerza de vender información confidencial de sus usuarios a intereses oscuros, han tomado el lugar de juez global, para simplemente decidir qué se dice, cómo se dice y quién lo dice, en los grandes escenarios de opinión mundial. Y son estas mismas empresas las que han estado censurando a Trump en nombre de los grandes valores occidentales. La libertad de expresión fue así sustituida por una corrección política bajo la cual vuelve a ser posible la censura, el silenciamiento y la difamación, dependiendo de donde venga.
Una vez más, como dice Chantal Mouffe, la política es sustituida por la moral; en este caso una que es tan buenista como totalitaria, al abolir realmente la diferencia y eliminar el debate y la oposición, aunque sea en nombre de la misma tolerancia, la democracia o la libertad. Se trata, podría decirse, de una dictadura liberal progresista cuya ideología, asombrosa y paradójicamente, esta soportada en el poder de las big tech, lo cual convierte está dictadura, al tiempo, en una forma particular de economicismo.
Lo que pasa en Estados Unidos es muy grave y no tiene precedentes. Entre otras cosas revela de manera definitiva que nos encontramos en la época del dominio absoluto de la economía y las corporaciones sobre la política y las naciones, incluso las más poderosas. Lamentablemente, como corresponde a la doble moral que le es natural a muchos, no se hablará al respecto, porque lo único que importa aquí es que a quién han silenciado es a Trump.
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