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LA NAVIDAD NOS RECUERDA QUIÉN ES CRISTO

* ¡Cuánto amor hace falta en nuestras iglesias! ¡Cuánto amor hace falta en nuestra sociedad intolerante!

¡Cuán maravilloso es el misterio de la encarnación! El Hijo de Dios se hizo hombre y murió en la cruz por nuestros pecados, pero al tercer día se levantó de la muerte y reina en gloria a la diestra de Dios Padre. ¡Él está vivo! La Navidad nos recuerda quién es Cristo.

Muchas veces estamos hablando de un Cristo desvalido, sufrido y vencido. Un Cristo con una mirada agonizante y un dolor contagioso. Muchos quieren transmitir la idea de que aún está colgado en la cruz o prisionero en la sepultura. La Biblia dice que Él irrumpió en el escenario desde el vientre de una virgen.


Esta es la verdadera historia de Jesucristo. Esta temporada nos recuerda que el Hijo de Dios vino a morir por el más vil de los pecadores. Que Él vino a buscar y a salvar lo que se había perdido. Por eso decimos que la razón de ser de la Navidad es Cristo.


A veces nos dejamos contagiar por la nostalgia, la música, los recuerdos y las ricas comidas que por estos días hacen gala de nuestra gastronomía en las mesas decoradas de verde y rojo, y se nos olvida el verdadero propósito de la Navidad: el Dios eterno y omnipotente se hizo hombre para rescatarnos de nuestra maldad.


En Navidad celebramos que gracias a Él tenemos vida eterna. Celebramos que Él es el camino, la verdad y la vida. La Navidad nos debe llevar a reflexionar sobre el regalo más precioso: Jesús, nuestro Salvador. Jesús es el cumplimiento de la Palabra de Dios (Génesis 3:15; Mateo 1:23).


El profeta Isaías, más de 700 años antes de este evento que partió la historia de la humanidad en dos, lo anuncia de esta manera: “Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel” (Isaías 7:14). Emanuel traducido es Dios con nosotros.

El mensaje de Cristo es un mensaje de amor, de esperanza, de solidaridad con el desvalido. Es un mensaje que nos invita a consolar con la misma consolación con la que somos consolados (2 Corintios 1:4). Pero sobre todas las cosas es un mensaje que muestra a la segunda persona de la trinidad como el único camino que nos puede llevar al cielo.

A veces nos dejamos contagiar por la nostalgia, la música, los recuerdos y las ricas comidas...

La Navidad nos recuerda que la salvación es tan universal como el pecado. Si acepto la muerte vicaria de Cristo, si le reconozco como el Hijo de Dios que pagó con su sangre bendita el precio para romper las cadenas de mi esclavitud, si acepto que su sangre borra mis pecados y rebeliones, si por fe confieso que es el único y suficiente camino que me lleva al Padre, entonces puedo llegar a ser hijo de Dios. El mismo Espíritu que resucitó a Cristo de entre los muertos viene a morar en mí, me da vida y me convierte en una nueva criatura.


La Biblia dice que Jesús vino a buscar y salvar lo que se había perdido. Él es el Cristo que le dice a los escribas y fariseos --al igual que a los religiosos de nuestro tiempo—que las prostitutas, que los pecadores irán primero al reino de los cielos. Es el mismo Jesús que afirma: “a quien mucho se le perdona mucho se le ama”.

El amor cubre multitud de pecados. El amor, la tercera vía de la que habla Pablo al final del capítulo 12 de primera de Corintios, “es un camino aún más excelente”. ¡Cuánto amor hace falta en nuestras iglesias! ¡Cuánto amor hace falta en nuestra sociedad intolerante!

El Cristo que nos ‘vendieron’ los españoles, los conquistadores, se nos presenta como la víctima trágica. Su imagen pertenece a un tipo clásico de figuras angustiosas en el arte religioso de España. Monjes escuálidos, visiones pavorosas, monstruos humanos torturados por violencia y dolores, hacen parte de la galería de imágenes que nos retratan una creencia de muerte y no de vida. Jesucristo, en contraposición, nos dice en la Biblia que vino para darnos vida y vida en abundancia (Juan 10:10).

La muerte de Cristo --aún en nuestros tiempos-- muchos la siguen viendo como un error de cálculo: algo salió mal y el Mesías tuvo que morir de manera horrenda en la cruz. ¿Qué falló? La respuesta es: nada. Es la consumación del plan eterno de Dios. El Cordero perfecto que quita el pecado del mundo se hizo igual a nosotros para que nuestra naturaleza caída pudiera alcanzar la naturaleza divina.

La Biblia nos dice: “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos” (Gálatas 4:4-5). En el momento justo, ni antes ni después, Dios envió a su hijo Jesucristo. Esta es la verdadera razón de la Navidad.

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