* Muchos, gobernados por las emociones más simples y bajas, se han vuelto incapaces de diferenciar elementos evidentes.
En nuestra época los nuevos medios de comunicación y de información han modificado radicalmente la forma en que nos relacionamos con las personas y la forma en que comprendemos el mundo. Es difícil establecer la profundidad de estos cambios que implican directamente la tecnología y que han impactado todas las dimensiones de la vida humana.
Lo que resulta más sencillo es analizar algunos de sus síntomas concretos en nuestro contexto, por ejemplo, en donde la fama y el reconocimiento del que gozan ciertas personas por razones que nos parecen extrañas, nos hablan de un mundo nuevo dominado por valores muy particulares.
Epa Colombia es el pseudónimo de Daneidy Barrera, una joven bogotana que hace unos años se hizo pública por un video algo bizarro y absurdo en el que, desde una habitación muy modesta, sin buena voz ni ritmo, simplemente cantaba “E, e, Epa Colombia, rico, rico, rico”, y se reía tontamente. El video se extendió, como muchos otros en los que personas desconocidas hacen el ridículo, siendo esta mujer motivo de burla, de desprecio y de todo tipo de sentimientos y comentarios peyorativos en redes sociales y medios de comunicación. Pero ocurrió lo que para muchos hoy es más importante que cualquier otra cosa: se hizo viral. Se hizo viral por algo idiota, quizá a causa de un mundo de idiotas en el que ya nada parece tener sentido.
Posteriormente se le vio en el mundial de Rusia violando la ley al ingresar y consumir trago en un estadio. Poco después, durante las protestas del año antepasado en Bogotá, apareció rompiendo los bienes públicos de una estación de Transmilenio e invitando a los demás a hacerlo. Este acto nuevamente le puso en boca de la opinión pública, y coincidió con el emprendimiento de una empresa de queratinas, que esta vez despertó nuevos sentimientos.
Se hizo viral por algo idiota, quizá a causa de un mundo de idiotas en el que ya nada parece tener sentido.
Desde entonces no solo encarna la estupidez, la ignorancia y la criminalidad, sino que representa para muchos el cambio, la generación de empleo y la posibilidad que tienen los más pobres de salir adelante. Así es como cada vez más se han dividido las opiniones entre quienes se burlan de ella y la condenan y quienes se identifican con ella y le admiran. En todo caso se ha convertido en la influenciadora más conocida del país.
En el clímax actual de su fama ha anunciado: “tengo que ayudar a los pobres, tengo que llegar al Senado, yo voy a llegar al Senado”, cosa que cada vez suena menos descabellada, si se considera el número de seguidores que tiene en sus redes. Lo interesante de todo esto es que revela algo mas profundo y preocupante y que tiene que ver con el país mismo y con la situación mental de la gente. Muchos, gobernados por las emociones más simples y bajas, se han vuelto incapaces de diferenciar elementos evidentes. El primero se refiere a que, si esta mujer cometió un delito debe responder ante la justicia por él, sea quien sea, mucho más por ser persona pública.
El segundo, que, si esta misma persona ha iniciado un negocio y quiere ampliarlo, empleando gente y generando riqueza, esto no tiene nada que ver con sus delitos. Por último, si esta persona se ha hecho famosa por hacer diferentes cosas y se ha vuelto admirable a los ojos de algunos por expandir su empresa, ello no significa que deba tomar parte en la política o que sea apta para ello.
Por desgracia hoy en día se han borrado las fronteras más elementales y cualquier famoso, que lo sea por cualquier razón, puede ser y hacer lo que le dé la gana, en el ámbito que le dé la gana, si tan solo es capaz de mover a la gente despertando en ella las emociones indicadas. Nada tiene sentido ni valor más allá de la ley del márquetin digital, de la programación y de la marca personal, que responden a las lógicas más superficiales, bajo las cuales el hombre retorna a la respuesta sobe estímulos, a la inconciencia absoluta y, de este modo, a la animalidad. Y esta es parte de la realidad que revela el fenómeno Epa Colombia.
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