* Obama, será recordado como el demócrata premio nobel que no paró de hacer la guerra.
Hace unos días Joe Biden, el presidente que lleva en la Casa Blanca poco más de un mes, se refirió de manera muy despectiva e incluso desafiante al presidente ruso Vladimir Putin. Estas lamentables declaraciones devuelven a Estados Unidos a la senda de la hostilidad con Rusia, pero sobre todo recuerdan bien el talante de los demócratas de la línea guerrerista de Biden, a la cual también están ligada los halcones de guerra de la familia Clinton, Obama y todos los funcionarios que han estado firmemente comprometidos con el complejo militar norteamericano, desatando guerras y tragedias inimaginables en Oriente Medio, para no hablar de otros lugares.
Trump puede reconocerse como el presidente que suspendió las guerras. Quienes mantienen su mirada lejos la pirotecnia mediática y siguen la geopolítica con atención hace ya largo tiempo, es claro que Trump desescaló todos los conflictos que sus antecesores demócratas habían desatado o avivado. Lejos de sus declaraciones, quizá motivadas por la necesidad de atender compromisos políticos y económicos dentro y fuera de EEUU, en la práctica, y en los peores momentos, se acercó a Corea del Norte, redujo notablemente la tensión con Irán. En Iraq y Afganistán retiró amplios contingentes de tropas y trató de abandonar el papel central que el país venía jugando en múltiples conflictos que allí se desarrollaban, tal como ocurrió en Siria, donde EEUU retiró su apoyo a las milicias kurdas de la FDS y cortó sus vínculos con los rebeldes menos moderados.
Esto muy en contraposición al panorama preocupante que dejó Obama, quien, vale la pena recordarlo, tuvo en su administración como vicepresidente a Biden. El nivel de tensión con Rusia por el manejo que se le dio la crisis en Ucrania y en Siria llegó en su momento a hacer temer lo peor.
Hoy el belicismo demócrata de la línea más dura recuerda que ha vuelto a la cabeza del poder.
La guerra diaria que mantuvo EEUU en Libia, Iraq, Siria, Somalia, Afganistán, Pakistán, etc., es bien descrita por Mark Lander en un artículo publicado por el New York Times en mayo de 2016 titulado For Obama, an Unexpected Legacy of Two Full Terms at War, traducido al español como El inesperado legado de Obama: ocho años de guerra continua. Obama, será recordado como el demócrata premio nobel que no paró de hacer la guerra, más que cualquier otro presidente en la historia del país. Nada extraordinario en el marco de la política Globalista.
A diferencia de Biden, Trump mantuvo una relación cordial y amable con Rusia ensombrecida tan solo por el Rusiagate, el escándalo promovido por los demócratas que nunca prosperó en los estrados porque siempre careció de pruebas y sustento.
Hoy el belicismo demócrata de la línea más dura recuerda que ha vuelto a la cabeza del poder. Solo nos queda conservar la calma y tratar de reír con Putin cuando ante la acusación totalmente intempestiva e irresponsable de Biden, que le llamó “asesino”, respondió: “le deseo una buena salud”, y lo invitó a establecer un diálogo constructivo frente las dos naciones.
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