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Let’s make of Latin America something big


En toda la historia de Latinoamérica, la mayoría de la gente ha sido pobre mientras que unos pocos han sido muy ricos. Las razones de que la distribución del ingreso en América Latina sea la más desigual del planeta (Cepal) son más humanas que económicas, políticas o sociales. Los latinoamericanos somos el mayor obstáculo en el camino de Latinoamérica. No somos países pobres, somos sociedades empobrecidas por la ignorancia y la inconsciencia.

De hecho, la vida de nuestros ancestros transcurría en un marco de suficiente comida, agricultura, caza y pesca, vivienda y vestido. Vivían en entornos geográficos bellos y eran entusiastas artesanos. Sus chamanes y brujos practicaban una medicina arcaica y efectiva que se servía de elementos anestésicos y estimulantes como la coca, el yagé, el tabaco y el curare. Sus niños eran amados y formados en sus criterios. En el campo espiritual, practicaban con mística sus ritos y creencias.

Pero a partir del Descubrimiento, cuando los españoles trajeron a Dios y al diablo, los americanos se comenzaron a descifrar bajo circunstancias y factores insensatos.

Inicialmente víctimas de la rapiña desaforada que denominamos Conquista y Colonización, que realmente fue una invasión y un saqueo, luego, jamás existió Independencia alguna. Lo que se consiguió con la sangre derramada fue una Autonomía para que los españoles y portugueses criollos manejaran a sus anchas todos los asuntos de estas tierras y sus recursos, iniciando así la injusticia ya como pueblo latinoamericano. Arrancamos nuestra vida económica siendo propietarios de la miseria. Hoy, la desigualdad es nuestro problema más apremiante.

Actualmente, en América Latina somos una población de cerca de 650 millones de cristianos interactuando en español y portugués en una vecindad espectacular de más de 22 millones de kilómetros cuadrados, que corresponden aproximadamente al 13,5 por ciento de la superficie emergida de la tierra, con acceso pleno a sus dos grandes océanos y al casquete del polo sur, presentando toda la diversidad biológica y geográfica. En ella se encuentran todos los climas y es el hogar de numerosas especies animales y vegetales. Cuenta también con algunos de los mayores ríos del globo e importantes recursos alimenticios, energéticos y minerales.

En este ámbito maravilloso, hemos incorporado la corrupción de toda índole y su guardaespaldas, la impunidad, como una mentalidad y un estilo de vida. Las leyes que intentan un remedio se quedan en el discurso y el papel y no impulsan la dinámica que requieren estas sociedades. Nos esfuman el asombro y la indignación con distractores. No hay generación de conciencia, no hay una dedicación a soluciones ciertas.

Uno de los males de América Latina es que confundimos el conformismo, la indolencia, la tolerancia y el desorden con resiliencia.

Estamos atrapados entre concepciones filosóficas, políticas y económicas de la vieja Europa que nos trasladaron con sus antagonismos: el Capitalismo (Adam Smith, Inglaterra, 1773) y el Socialismo (Karl Marx, Alemania, 1848). Doctrinas que hemos potenciado aquí a polémicas pasiones y que polarizan e incitan a enfrentamientos estúpidos, dramáticos, mortales, convirtiendo a esta región en campo de batalla, donde por mucho tiempo, políticos, dictadores y ejércitos de ‘Derecha’ y de ‘Izquierda’ vienen suscitando enfrentamientos y luchas fratricidas en pueblos ignorantes, distrayéndolos de sus verdaderos problemas.

CAPITALISMO Bajo ningún punto de vista somos países capitalistas. Pertenecemos a ese tercer mundo sin el cual no es posible que funcione el Capitalismo de los países desarrollados. Los valores más preciados que nos vende el capitalismo, libertad, libre competencia, propiedad privada, son principios que funcionan pero si parten de la premisa de una igualdad de oportunidades, que no es nuestro caso. Aquí el capitalismo se torna en plutocracia, en dictadura de unos cuantos dominantes poderosos sobre multitud de dominados débiles, exhibiendo como naciones un desarrollo ficticio en complicidad con dirigencias perversas: índices positivos representados realmente en ganancias de grandes grupos económicos/financieros.

Es un sistema desvirtuado en América Latina por la carencia de infraestructura comercial e industrial y por una base cultural que no es propicia para enfrentar el desafío económico actual, donde las estructuras institucionales que tenemos no suministran garantías, por lo que la incertidumbre frente al futuro lleva a que en nuestros países se desarrollen toda suerte de comportamientos improductivos.

Nuestro capitalismo internacional es un canje que beneficia solamente a una de las partes, a costa de la calidad de vida de multitud de seres humanos. Pagamos elementos tecnológicos a altísimos precios, por unidades, y vendemos barato, por toneladas a muy bajo costo, nuestros recursos naturales. El déficit que se genera es ‘generosamente’ soportado por un alto nivel de endeudamiento, absorbido en gran parte por la corrupción.

No contamos con dirigentes que gestionen con honestidad la balanza comercial de nuestros países.

Y nuestro capitalismo interno es un proceso de subdesarrollo, contaminado por subsidios o asistencias que buscan amainar la pobreza, una 'caridad' que solo consuela y produce dependencia. No hay diseños efectivos de proyectos que neutralicen la pobreza.

Se pretende que asociemos al capitalismo con la noción política de democracia, haciendo que olvidemos que la esencia de la democracia es la dignidad humana.

GLOBALIZACIÓN (Neoliberalismo, Apertura, Libertad de mercados) El concepto de Globalización, entendido como integración, participación, colaboración, aprendizaje y aporte, es excelente. La forma real y específica de globalización que muchas corporaciones multinacionales intentan imponer al mundo y que solo procura beneficios unilaterales, es desastrosa.

En un mundo supuestamente globalizado, no es concebible que un país o sector de países gobierne a todos los demás. Es inaudito que se haya globalizado la cultura de que tenemos que aceptar y adaptarnos a los diseños económicos de los países industrializados.

SOCIALISMO En el siglo XIX, esta propuesta económica se hizo doctrina importante en Europa como reacción a las enormes carencias sociales y económicas provocadas por la Primera Revolución Industrial (1760-1840) y como ayuda para la naciente clase obrera, mejorando en un principio, sus condiciones y elevando a categoría legal sus aspiraciones. Era una disciplina idealista, una tesis que prescindía de la ambición y el egoísmo, que llega al poder en Rusia planteando una sociedad sin clases. Líderes rusos aprenden y enseñan que no es posible poner en práctica esa teoría bien intencionada sin sacrificar la libertad y la convierten en dictadura del proletariado que involuciona hacia la dictadura de un solo partido y hacia la dictadura de un solo hombre, hasta llegar a extremos de corrupción y de crueldad.

Capitalismo o Socialismo son dos interpretaciones europeas del mundo por las que se hacen matar tantos ignorantes en América Latina: Autonomía privada o control del Estado: un falso dilema. El Estado al servicio de los grandes intereses particulares es lo que prima hoy en nuestros países.

La realidad es que nuestros estadistas y economistas, formados, condicionados y graduados en exclusivos y costosos centros académicos nacionales e internacionales, son fieles y estudiosos aprendices de tesis y escuelas económicas que favorecen intereses extranjeros, haciéndonos creer que la complejidad de los problemas sociales se resuelve con “infalibles” algoritmos de laboratorio.

Incumpliendo la obligación y el deber moral y nacionalista de mantener el equilibrio entre el quehacer económico y nuestra calidad de vida, su labor se reduce a velar por que se cumplan indicadores económicos muchas veces manipulados: inflación, devaluación, PIB, IPC, índice de desempleo… y que el comportamiento y buenos resultados de las grandes empresas nacionales y transnacionales facilite una perspectiva de protección a los intereses de los grandes prestamistas internacionales, de manera que se pueda aumentar nuestra capacidad de endeudamiento, endeudarnos más y pagar mejor.

Lo que verdaderamente conduce los resultados de un pueblo hacia su bienestar, hacia su calidad de vida y hacia su dignidad, no es la teoría, tendencia política, social o económica con que se lo pretenda dirigir y gobernar. Es la ilustración, la justicia, la honestidad, la determinación, la actitud, el orden, la libertad, la organización, la responsabilidad, la disciplina, la ética, el nacionalismo, la solidaridad, el amor… es la disposición de un factor cultural. Por supuesto que se requiere una directriz política y económica para encauzar los destinos de una nación, pero los latinoamericanos no nos hemos ocupado en crear, organizar, desarrollar un concepto, un gran proceso integral latinoamericanista de la filosofía, la economía y la política, consecuente con nuestras circunstancias, necesidades, características, y realidades.

Se acaba la paciencia, se diluyen en el tiempo las posibilidades de una solución racional. Una tendencia ya trazada, pretende transitar a Latinoamérica hacia la justicia, en escenarios de violencia entre los que poseen mucho y los que no poseen nada.

Lo que se plantea a continuación, no es ninguna idea nueva.

Ya que estamos en época de reinventar, ¡reinventémonos! Se trata de iniciar un proceso: una salida que fascina por lógica, una alternativa moderna, pacífica: la creación de una Patria Grande, una formidable Alianza Latinoamericana, la salida de este laberinto.

Por supuesto que exige tiempo y un gran esfuerzo cultural que implica el fin del statu quo: Educación. “No hay ninguna población alfabetizada del planeta, que sea pobre”.[1]

Una educación que promueva antes que lo académico, la sensibilidad hacia una efectiva vivencia moral y espiritual como base para ubicarnos en nuestra realidad política, económica y social hasta que la conciencia colectiva nos obligue a convencernos de que es nuestro deber integrar una fabulosa comunidad latinoamericana.

Observamos que, a pesar de sus nacionalismos extremos, se viene consolidando poco a poco una Unión Europea después de más de tres mil años de civilización occidental, que surgió precisamente en ese continente. Nosotros somos una fusión de razas con plena identidad cultural, en un poco más de 200 años de historia común como civilización latinoamericana.

Son totalmente determinantes los factores que facilitan nuestra integración, que no se encuentran en alguna otra parte del globo. Ninguno de estos países se puede desligar de un contexto, unas alternativas, unos tiempos que nos unen. Toda América Latina es una sola nación, por el planteamiento de sus problemas y la expectativa de sus soluciones, por su historia, sus ancestros, su religión, sus dos únicas lenguas hermanas, su folclor…

La Economía es una ciencia esencialmente histórica, política y social. Se expone una especie de simbiosis capitalista/socialista, una serie de principios elementales alguna vez aplicados con éxito en circunstancias críticas, por hombres de Estado que lograron recuperar grandes economías: “La libertad es la base de cualquier deber y de cualquier derecho”.

  • Se requiere una sociedad orgullosa de su nación, con conciencia colectiva, con confianza y convicción, con sentido de pertenencia, que se entusiasme con un gran proyecto de recuperación.

  • Establecer controles económicos especiales sobre los medios y los hombres poderosos.

  • Asegurar la continuidad de planes y proyectos de desarrollo. Implementándolos como criterios y políticas de largo plazo.

  • Control de la inflación. Creación de una moneda poderosa.

  • Definición de acciones que disminuyan la pobreza reduciendo el desempleo, elaborando una minuciosa remodelación fiscal, considerando un extremo rigor en el cobro de los impuestos, sin ningún tipo de exención. Cero evasión.

  • Dar la importancia que merece el campo y todas sus actividades rurales, incluyendo la exportación agrícola. Desarrollar una estricta y completa reforma rural con construcción de vías terciarias y neutralización de intermediarios.

  • Asociarse con aliados comerciales estratégicos, renegociar en bloque los proyectos de importación y exportación.

  • Lograr que nos funcionen las leyes naturales económicas de la oferta y la demanda.

  • Imponerse el objetivo de ser actores industriales y comerciales a nivel global.

  • Conformar unas fuerzas armadas fuertes, modernas, entrenadas y equipadas, dándoles con toda la herramienta, una misión estricta: control de todo lo que implique medio ambiente y ecología.

  • La policía debe cumplir la teoría: ser un cuerpo a las órdenes de las autoridades políticas que se encargue del mantenimiento del orden público, la seguridad de los ciudadanos y el cumplimiento no sólo de la ley sino de la justicia.

Es perfectamente racional hacer de una Gran Nación Latinoamericana, un hecho insoslayable de la realidad global.

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1. Joaquín Estefanía, Prólogo de Historia de la Economía de Kenneth Galbraith (Madrid, Ariel, 2018), p. 16.

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